La Guardia Civil pone fin a la búsqueda del cocodrilo en el Duero al no encontrar indicios de su existencia
Tras seis días de despliegue con rastreadores, drones y lanchas, los agentes concluyen que no hay ningún reptil de esas características en Simancas (Valladolid)
El terrorífico cocodrilo del Nilo de 250 kilos y dos metros de longitud se ha convertido en un espejismo, como ya habían avisado los expertos en este tipo de reptiles. La Guardia Civil ha puesto este jueves fin a las pesquisas al no encontrar ningún tipo de evidencia que confirme la presencia de un cocodrilo en la confluencia del río Duero con el Pisuerga, en el término municipal de Simancas (Valladolid). Durante seis días se ha montado un gran operativo con agentes del Seprona y rastreadores expertos en la especie, se han instalado cámaras térmicas bajo el agua para detectar fuentes de calor, se han dejado cebos y usado un dron en las zonas más inaccesibles del río... Nada ha dado resultado. Los expertos ya habían advertido de que se puede confundir, bajo sugestión, a una nutria con un cocodrilo, porque nada con los ojos y la nariz fuera y con un movimiento ondulante. La Guardia Civil no aclara qué tipo de animal ha provocado la confusión.
Todo comenzó el pasado viernes, 5 de junio, cuando unos chavales de Simancas informaron a la policía local de que habían avistado un animal en el río, al que no identificaron, pero con pinta de cocodrilo. El supuesto reptil cruzó de orilla a orilla, indica la Guardia Civil en un comunicado. La historia tomó cuerpo cuando un agente de la policía local se desplazó al lugar al día siguiente y observó al animal nadando. El agente estaba convencido de que lo que había visto era un cocodrilo, aseguró a EL PAÍS. Lo había visto salir a unos 10 metros de distancia de entre la vegetación de la orilla y nadar hacia el centro del río.
Inmediatamente se puso en marcha el dispositivo organizado por el Seprona alrededor del punto donde había divisado al reptil supuestamente. El rastreo se ha extendido por un área de entre cinco y seis kilómetros, desde una central eléctrica hasta una presa, ya que por la orografía del lugar era muy difícil que un animal de estas características pudiese salvar estos obstáculos, explica la Guardia Civil. Se cerró la zona y los Ayuntamientos de los alrededores emitieron bandos advirtiendo del peligro.
En los primeros dos días de búsqueda, se encontraron en el entorno “posibles evidencias como un pez devorado, así como posibles huellas, no identificándose el tipo de animal al que podían pertenecer”, explica el comunicado. En ese momento, los expertos ya empezaban a albergar dudas de que esos indicios correspondieran a un cocodrilo. También se aseguró que se habían localizado dos nidos de cocodrilo, que resultaron ser huecos originados por el paso de personas. El lunes, 8 de junio, se incorporaron a la búsqueda tres miembros de la asociación sin ánimo de lucro Chelonia, compuesta por científicos y biólogos, que estudian especies de cocodrilos por diferentes zonas del mundo. Fueron ellos, los que tras observar las primeras evidencias y huellas, descartaron el martes “de forma contundente cualquier indicio de que los mismos fuesen producidos por una especie de cocodrilo”. Afirmaron que el pez del que se encontraron restos había sido devorado por una nutria, porque “un cocodrilo lo engulliría entero”. “Las huellas tampoco se correspondían con ese tipo de reptiles”, añadieron.
No es la primera ocasión en la que varias personas creen haber observado un cocodrilo en España. En el año 2003, se montó un gran dispositivo alrededor del pantano de Valmayor (El Escorial, Madrid) después de que varios testigos aseguraran haber visto a un gran reptil. Tampoco apareció.
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