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“Los Estados toman medidas sin el apoyo de Sanidad, que no proporciona directrices técnicas en Brasil”

El médico infectólogo, que trabajó en el ministerio hasta el 23 de marzo, habla sobre la falta de compromiso del Gobierno de Bolsonaro para reducir el número de casos y muertes por coronavirus

Felipe Betim
O médico infectologista Julio Croda
El médico Julio Croda, el pasado 14 de febrero.Foto: ERASMO SALOMAO (Ministério da Saúde)

El médico infectólogo Julio Croda trabajó en el Ministerio de Sanidad de Brasil cuando Luiz Henrique Mandetta todavía lo comandaba. Como director del Departamento de Inmunizaciones y Enfermedades Transmisibles, formó parte del cuerpo técnico que trató el coronavirus en sus inicios. El 23 de marzo, 12 días después de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declarara que el mundo sufría una pandemia, Croda renunció. No estaba contento con las medidas que el Gobierno de Jair Bolsonaro había tomado para combatir la covid-19. Cuando dimitió, ya se habían confirmado 34 muertes por coronavirus, en São Paulo y Río de Janeiro.

Hoy, más de dos meses después, Brasil registra más de 31.000 muertes y la curva de contagio sigue subiendo, como afirma la OMS y el propio Ministerio de Sanidad. “Ya preví lo que está sucediendo ahora. Sentimos que dentro del Gobierno no había unidad sobre lo que debía hacerse y que la respuesta sería mala, como efectivamente es. Me fui antes de que impactara innecesariamente en el sector técnico”, explica Croda en una entrevista concedida a EL PAÍS por teléfono. “El Ministerio de Sanidad no ha proporcionado ninguna herramienta técnica para que los Estados y los municipios puedan administrar esta crisis, principalmente con relación a las medidas de distanciamiento social”, añade.

Así que los Estados y municipios tuvieron que seguir sus propios criterios. Mandetta defendió el confinamiento y fue destituido. Nelson Teich lo sustituyó y, en el transcurso de un mes, elaboró un documento matriz que orientaba cómo y cuándo debían establecerse medidas de aislamiento o de confinamiento total, y cómo y cuándo hacer la desescalada. Sin apoyo del Gobierno, dejó el cargo al cabo de un mes. Hoy el ministerio está dirigido interinamente por el general Eduardo Pazuello. “Este tema no se ha vuelto a tocar, se está olvidando el punto de vista técnico. Los Estados toman medidas sin el apoyo del Ministerio de Sanidad. Río Grande del Sur tiene un plan de desescalada, São Paulo también tiene el suyo, Minas Gerais tiene otro... Pero el Ministerio de Sanidad no da ninguna directriz técnica, y debería darlas”.

A lo largo de la pandemia, Bolsonaro ha demostrado en repetidas ocasiones que desprecia la gravedad del coronavirus, al que calificó de “mísera gripe” durante un pronunciamiento en una cadena de televisión nacional, en el que también alentó a las personas a salir a la calle. El índice de aislamiento social empezó a disminuir entonces. En una de las ocasiones en que se le preguntó sobre las muertes, el presidente respondió: “¿Y qué? Lo lamento. ¿Qué quieres que haga?”.

A parte de estas declaraciones públicas aisladas, el presidente no se pronuncia sobre la pandemia. La actitud del Gobierno puede entenderse mejor con frases como la que, según Croda, pronunció Solange Vieira, superintendente de Seguros Privados, un departamento vinculado al Ministerio de Economía. El médico relató en una entrevista reciente a la agencia Reuters que había escuchado como Vieira decía: “Es bueno que las muertes afecten más a los ancianos... Eso mejorará nuestro desempeño económico, ya que reducirá el déficit de la Seguridad Social”.

El médico confirma que escuchó la frase, pero reconoce que, al trabajar en una junta del Ministerio de Sanidad, su contacto con otros equipos fue limitado. Al condenar a muerte a los ancianos y a los más pobres, ¿el Gobierno de Bolsonaro estaría promoviendo una política eugenésica? “No sé si es deliberado, si hay una articulación en ese sentido... Pero hay muchas actitudes y muchos elementos que apuntan que es precisamente lo que va a suceder. Muchas personas morirán, sobre todo los pobres y los ancianos, y el Gobierno no ha elaborado ningún plan para reducir el número de casos, principalmente con medidas de aislamiento social”, opina.

Croda afirma que no siempre fue así. Mirando atrás, el médico dice que el equipo del Ministerio de Sanidad siguió las recomendaciones de la OMS y la comunidad científica hasta mediados de marzo, cuando Brasil todavía le llevaba la delantera al virus. Recuerda que la primera y última recomendación para alcaldes y gobernadores fue el 13 de ese mes. En la rueda de prensa de ese día, Wanderson de Oliveira, el entonces secretario nacional de Vigilancia Sanitaria, comenzó su discurso presentando gráficos que proyectaban diferentes escenarios, dependiendo de si se tomaban o no medidas “no farmacológicas” —es decir, de distanciamiento social—, comparó los países que habían decretado cuarentena con los que no, mostró los tipos de contagio posibles y recomendó expresamente que los Estados y municipios adoptaran medidas para reducir el contacto social, adaptadas a la realidad de cada lugar. “Eso no lo aceptaron muy bien, principalmente el ministro [de la Casa Civil] Braga Netto, y poco después crearon el gabinete de crisis vinculado a la presidencia de la República”, explica Croda.

Entonces todo cambió. Bolsonaro llegó incluso a recomendar, en una declaración en la televisión, que las personas evitaran el contacto, pero él mismo compareció, el día 15, a una manifestación de apoyo a su Gobierno, en Brasilia. “Si no se tiene el apoyo del presidente en una medida tan importante como el distanciamiento social, es imposible conseguir un índice de aislamiento como el de otros países o reducir la curva de contagios”, explica Croda. Se muestra categórico al decir que la desescalada de la cuarentena que promueven algunos gobernadores es prematura. “Con la curva ascendente, no se puede abrir ni flexibilizar nada. Hay que respetar los criterios técnicos, pero no está claro cuáles son esos criterios”, afirma.

¿Qué pasará a partir de ahora, casi tres meses después del inicio de la pandemia? Croda cree que, si bien los países europeos flexibilizan el aislamiento social en función de la reducción del número de casos nuevos, en Brasil la reapertura de las actividades económicas provocará el colapso de la sanidad pública en algunas ciudades y un aumento de casos y defunciones. El médico cree que el número de muertes confirmadas puede llegar a 100.000 al final de la pandemia, como sucede en los Estados Unidos.

“La curva continuará subiendo, hasta que alcancemos la inmunidad de rebaño. Será un experimento natural que durará meses. Hasta entonces, muchas personas morirán sin poder ser atendidas. La enfermedad ya está circulando principalmente entre los más pobres, que tienen acceso a menos camas”, argumenta. “Será muy triste lo que sucederá en Brasil. Los números hablan por sí mismos, pero no sé hasta qué punto son transparentes. Y con infrarregistro, el escenario es bastante sombrío”.

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Sobre la firma

Felipe Betim
Nacido en Río de Janeiro, ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Escribe sobre política, temas sociales y derechos humanos entre otros asuntos. Es licenciado en Relaciones Internacionales por la PUC-Río y Máster de periodismo de EL PAÍS/Universidad Autónoma de Madrid.

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