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La curación de los 15.000 mensajes

Un hombre se recupera del coronavirus tras 53 días con la enfermedad y recibir una avalancha de ánimo que su médico pidió en redes sociales

Ana Alfageme
Carlos Hernández (centro), en el hospital de Badajoz.
Carlos Hernández (centro), en el hospital de Badajoz.

Hace una semana, 15.000 personas de varios puntos del mundo enviaron un mensaje a un señor de un pueblo de Badajoz a quien no conocían de nada. El señor en cuestión, Pedro Carvajal, se rendía ante el coronavirus. Un mes de hospital, después casi dos semanas en casa, metido en un cuarto. Y la maldita prueba seguía dando positivo. Loli, la hija, se alarmó: “Para eso, mejor morirse, me decía”. Su joven médico, Carlos Hernández, un residente de Medicina de Familia, asistió impotente al derrumbe del hombre, un tipo viajero y activo, al conocer el veredicto del laboratorio. “Sobre todo tenía un síntoma que no se puede medir, la soledad. Estaba cansado. Se venía abajo”, relata.

El 28 de abril, a mediodía, abrió sus redes sociales y tecleó: “Tengo un paciente de 79 años que ha dado su 5ª PCR positiva por covid después de 46 días con síntomas. Está desolado y con ganas de tirar la toalla. Si me dejáis mensajes por aquí presentándoos, diciendo de dónde sois y mandando ánimos se los paso. Twitter, haz tu magia”. El doctor, de 27 años, aspiraba a que llegasen una decena de frases para leérselas a Pedro, su paciente amante de pasear en bici, un poco sordo, de buena salud aparte de una bronquitis crónica, que se había pasado la vida en la fábrica de transformados del tomate de su pueblo, Villafranco del Guadiana, con 1.500 vecinos.

A las pocas horas el hilo recababa 300 mensajes. La madrugada del día siguiente, 1.500. “Hola Pedro” era trending topic. Detrás había médicos contándole que tenían pacientes que, como él, se eternizaban infectados, y que salían. Escribían coetáneos desde la costa: “Tengo un año más que tú y te recuerdo que nuestra generación no ha tirado la toalla nunca. Una posguerra difícil, muchos años de pluriempleo, los inciertos años de la Transición. Ánimo. Me gustará abrazarte este verano cuando vengas a Benidorm con tu mujer, escribió uno. Recibieron tuits desde Lima, México y Pekín. Un video de las cigüeñas de un parque extremeño y otro con helicópteros de los “78.000 amigas y amigos” de la Guardia Civil. Una foto con un arco iris de una de las celebridades de Twitter, La vecina rubia, y una convocatoria al estudio radiofónico de Julia Otero. La regañina amable de Pancho Varona. El hijo de un enfermo desde Lloret de Mar: "¡Hola Pedro! Mi padre también cayó enfermo. 72 años, diabético, antecedentes de neumonía. Estuvo 10 días ingresado, que yo pasé mentalmente despidiéndome de él. Y me equivoqué. Salió, igual que saldrás tú. Sois la generación que levantó este país”.

“Imprimí los primeros 300 mensajes y se los di a la hija”, cuenta el doctor Hernández, “y después hablamos por teléfono. Nos echamos a llorar los dos, de la emoción que teníamos”. Era el 29, por la mañana. La nieta de Pedro, que le leía los mensajes en Twitter, “no ve muy bien”, aclara su médico, escribió que su abuelo ya no era el mismo: “Ha sido un chute de energía”. Villafranco entero se revolucionó. Su vecino salía en la tele. La cuestión es que Pedro, uno de los 2.852 enfermos de Extremadura, uno de los dos del pueblo —se contagiaron, creen, en un viaje del Imserso a Benidorm—, remontó. Nunca se sintió tan arropado, dice la hija.

Ayer llegó el final feliz. La sexta PCR era negativa. Fue Loli la mensajera: “Mi madre preguntó: ‘¿Puedo besarle?’ y él, que no había dormido, lloraba y lloraba. No se lo podía creer”. Luego salió a la calle. Le dio el sol en la cara.

Habían pasado 53 días, 15.000 mensajes y cinco millones de personas. Las que leyeron qué le pasaba a Pedro Carvajal, extremeño, 79 años.


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Sobre la firma

Ana Alfageme
Es reportera de El País Semanal. Sus intereses profesionales giran en torno a los derechos sociales, la salud, el feminismo y la cultura. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactora jefa de Madrid, Proyectos Especiales y Redes Sociales. Ejerció como médica antes de ingresar en el Máster de Periodismo de la UAM y EL PAÍS.

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