Todo es según el cristal con que se mira
En la cuarentena todos pensamos escribir una nueva obra maestra para aplanar la curva y, a mí, de tanto lavarme las manos, ya me sangran
Algunos pacientes infectados por coronavirus tienden a desarrollar coágulos sanguíneos que amenazan el corazón y los pulmones. “Nadie estará a salvo hasta que todos estemos a salvo. La covid-19 no respeta fronteras”, subrayó el viernes el secretario general de la ONU. “Apago el respirador y ayudo a los pacientes a morir en paz”, cuenta una enfermera de cuidados intensivos. Hugo López Gatell, subsecretario de Salud, señaló que en México existe una sobreoferta de alimentos industrializados de muy bajo nivel nutricional y alto valor calórico. La obesidad y la diabetes “pesan” sobre los mexicanos y los hace más vulnerables al covid-19: En su isla desierta, Robinson Crusoe, el náufrago, usaba pañuelos, traje y sombrero para cubrirse del sol y mantener su blanca piel de hombre civilizado. Hay quien dice que lo que más miedo provoca de los efectos de la pandemia es lo fácil que la gente renuncia a la libertad.
Para poder brindar atención a una mayor cantidad de personas contagiadas por el coronavirus, y previendo la saturación de instituciones de atención médica, se habilitó un hospital temporal en el CentroCitiBanamex, en la CDMX. Negocio a cualquier precio: El miedo a quedarse sin trabajo es lo que empuja a 70.000 empleados de Ricardo B. Salinas, el segundo hombre más rico de México, a acudir a sus puestos. Salinas los tranquiliza: hay gel y jabón. Ariel me dice que echarle al virus la culpa de lo que está pasando es como echarle la culpa al uranio de que Truman haya lanzado la bomba atómica sobre Hiroshima. Una filtración masiva de datos ha dado pie a una teoría conspirativa que vincula al magnate Bill Gates con el origen de la covid-19.
De “lo tenemos controlado” a “habrá muchos muertos”: la cuarentena mental de Donald Trump. Richard Baldwin, profesor de economía internacional en Ginebra explica cómo se puede aplanar la curva de contagio y la curva de recesión económica para mitigar los efectos devastadores de la pandemia. El confinamiento social minimiza en cambio las cazas furtivas y el comercio ilegal de animales, las playas de Tailandia amanecen repletas de huevos de tortugas, reaparecen las abejas y los lobos grises en vías de extinción, mientras que en la India pueden contemplarse de nuevo los Himalayas y los mares de Acapulco recobran su color azul, por las calles de una ciudad de Colombia se han visto monos aulladores y cocodrilos en las calles de Oaxaca. Algunos científicos prevén sin embargo que los océanos se recobrarán en los próximos 30 años. Entre tantas historias de animales salvajes que incursionan en las ciudades desiertas del confinamiento, de pronto hay cuatro tigres y tres leones infectados de coronavirus en un zoológico.
En la cuarentena todos pensamos escribir una nueva obra maestra para aplanar la curva y, a mí, de tanto lavarme las manos, ya me sangran. Oigo sonatas de Domenico Scarlatti: escribió más de 400, casi completamente iguales las unas a las otras. Leo también a Esquilo. Una noticia me llama la atención: nuevos estudios comprueban que los pájaros capaces de cambiar sus conductas tienen mucho menos probabilidades de extinguirse que los reacios a los cambios. Ya lo había dicho Proust, el amor como un virus.
-
Margo Glantz es una escritora mexicana, autora de El texto encuentra un cuerpo (Ampersand).
Información sobre el coronavirus
- Aquí puede seguir la última hora sobre la evolución de la pandemia
- Así evoluciona la curva del coronavirus en España y en cada autonomía
- Preguntas y respuestas sobre el coronavirus
- Guía de actuación ante la enfermedad
- En caso de tener síntomas, estos son los teléfonos que se han habilitado en cada comunidad
- Pinche aquí para suscribirse a la newsletter diaria sobre la pandemia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.