Cuba, día 30 de la pandemia
En la isla las autoridades insisten en el aislamiento voluntario y han levantado restricciones para el uso del transporte público
“Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen…”. Así comenzaba la lectura del Evangelio de San Lucas el pasado 8 de abril, el Miércoles de Ceniza, en el canal educativo de la televisión cubana. Eran las nueve de la noche, horario de máxima audiencia, y muchos telespectadores se quedaron sorprendidos al escuchar el sermón de las Siete Palabras en la voz del cardenal Juan de la Caridad García, arzobispo de La Habana. En Cuba muy excepcionalmente el Gobierno da espacios a la Iglesia católica en televisión, pero ahora que los templos están cerrados por el coronavirus los obispos tienen permiso para retransmitir algunas liturgias de Semana Santa.
Momentos antes de que el cardenal dirigiera a la nación su reflexión sobre las últimas frases de Jesús de Nazaret, el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, terminaba una reunión de control gubernamental sobre el enfrentamiento de la pandemia en la isla. Su mensaje no fue tan distinto: “Todavía hay irresponsables que no han asumido la necesidad del distanciamiento social”, dijo, pero advirtiendo a esos “que no saben lo que hacen” que se acabaron las bromas.
“Hay que quedarse en casa, no se debe salir a la calle”, enfatizó el mandatario, y el Jueves Santo reiteraba de nuevo: “No es tiempo de hacer visitas, ni de ver amigos, ni de estar conversando en grupitos, ni de jugar dominó en la calle o salir a caminar”. Un día más, Díaz-Canel ponía en evidencia el dilema a que se enfrentan la isla: se apela, principalmente, a la conciencia de la ciudadanía para mantener el aislamiento social, pero hasta la fecha la autodisciplina está funcionando, bien por la situación de desabastecimiento en las tiendas, que provoca colas, bien por el relajo caribeño.
Lo cierto es que un mes después de la detección del primer caso de coronavirus en Cuba -el 11 de marzo-, aún hay demasiadas personas en la calle, aglomeraciones en los comercios, y guaguas [autobuses] y taxis ruteros repletos, se quejan las autoridades. La situación médica, que hasta ahora parecía bajo control, empieza a desmandarse. En las últimas 96 horas se han confirmado 214 casos, de un total de 564 positivos detectados en el país. En cuatro días, se han diagnosticado cerca del 40% de los contagios. Además, se contabilizan ya 15 muertes y se han identificado los primeros focos de transmisión local, no relacionados con turistas o viajeros cubanos procedentes del exterior. El ministerio de Salud advierte de que lo peor está por llegar y que el pico pudiera alcanzarse dentro de un mes.
Ante esta evolución preocupante, las autoridades han activado una nueva fase epidémica que implica medidas más severas de protección, como cuarentenas selectivas, que ya han empezado en algunos barrios de La Habana y en otras poblaciones y provincias, incluida la segunda ciudad del país, Santiago de Cuba, donde se estableció el toque de queda por la noche. Otra de las disposiciones oficiales ha sido la mano dura policial contra aquellos que no acaten las normas de aislamiento recomendadas.
Cuba ha cerrado su espacio aéreo, no hay clases ni están abiertos los centros de ocio, como teatros, cines, o salas de música. Sin embargo, no existe una cuarentena general obligatoria todavía, ya que la gente vive al día y que obligatoriamente tiene que salir a diario a buscar productos de primera necesidad, los cuales escasean en las tiendas. Si bien aún se apela a la autoconciencia y no se prohíbe salir a la calle, las disposiciones gubernamentales cada vez se endurecen más.
Este jueves, el Gobierno cubano anunció la suspensión de todo el transporte público, tanto privado como estatal y tanto en las ciudades como en el campo. No habrá autobuses, ni ruteros, ni bicitaxis, tampoco carruajes de caballos en los pueblos, una medida extrema en un país en que la inmensa mayoría de la gente no tiene coche particular. El transporte público solo se mantendrá para las actividades priorizadas y en casos justificados o de urgencia. La medida entrará en vigor este sábado. Pese a los llamados a quedarse en casa, en los últimos días los autobuses y los diferentes medios de transporte estaban más llenos que antes, según han informado las autoridades.
También se cerrarán las grandes superficies comerciales de La Habana, como el mercado de Carlos III o el de la calle 70, para evitar las grandes colas. Debido al desabastecimiento crónico, las aglomeraciones no solo no han menguado sino que son mayores, por eso la estrategia ahora es tratar de habilitar muchos pequeños establecimientos para descentralizar las ventas, acercar los productos a la gente y reducir las colas. Tarea difícil, luego de que el problema es la escasez de productos básicos, y esto no parece que pueda arreglarse en un país que pasa por una aguda crisis económica y de abastecimientos.
El coronavirus, paradójicamente, ha logrado en cambio que la Semana Santa católica llegue a todo el país a través de la televisión, algo que hasta a los Papas que visitaron Cuba en el pasado consiguieron solo parcialmente. Debido a las medidas de aislamiento, los obispos cubanos pidieron al Gobierno acceso a los medios de comunicación para transmitir las liturgias. Además de la transmisión del sermón de las Siete palabras, este viernes está programada la emisión del Vía Crucis presidido por el papa Francisco, y también se retransmitirá la del Domingo de Resurrección desde la basílica del Cobre. Los obispos anunciaron que, tras la Pascua, se seguirán ofreciendo las misas de domingo en televisión mientras dure la situación excepcional debido a la pandemia.
Paralelamente, mientras en la isla desde hace días se realiza una pesquisa masivo, casa por casa, en busca de casos sospechosos, el ministerio de Salud ha empezado a suministrar de modo preventivo a la población un medicamento homeopático -ya probado en la isla- que al parecer refuerza el sistema inmunológico, pese a que no evita el contagio. Por si acaso sirve de algo.
Información sobre el coronavirus
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