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El cambio de criterio del Gobierno llega con las farmacias sin existencias de mascarillas

El Gobierno estudia recomendar el uso a la población general, pero las boticas siguen desabastecidas. La escasez lleva a la reutilización, algo que no está recomendado

Elena G. Sevillano
Una farmacia de Lugo anuncia que no tiene mascarillas este sábado.
Una farmacia de Lugo anuncia que no tiene mascarillas este sábado.Eliseo Trigo (EL PAÍS)

“Tenemos gel desinfectante”. Algo ha empezado a cambiar en las farmacias, donde hasta hace unos días los carteles en la puerta indicaban que no había ni mascarillas, ni alcohol, ni soluciones hidroalcohólicas. En esta del paseo de Santa María de la Cabeza, en Madrid, anuncian que al menos ya hay uno de los productos más buscados desde que empezó la crisis del coronavirus. Pocos y caros (10 euros el envase de 225 mililitros), pero hay. Adrián y Raquel, los empleados que atienden a la escasa clientela este sábado, dicen que apenas llegan mascarillas para protegerse ellos, así que de venderlas al público mejor olvidarse. “Los almacenes de distribución hace tiempo que están con stock cero para suministrar a farmacias”, confirma la Federación de Distribuidores Farmacéuticos.

Ahora que el Gobierno ha anunciado que prevé recomendarlas a la población general —“probablemente las vamos a implementar”, dijo el ministro de Sanidad Salvador Illa el viernes—, la pregunta que se hacen farmacéuticos y ciudadanos es: “¿Y dónde las conseguimos?”. De cuatro farmacias visitadas ayer en Madrid, solo en una se podían comprar mascarillas quirúrgicas, las más sencillas, por 2,5 euros. Antes de la crisis del coronavirus se vendían a 60 céntimos, explica el responsable de la botica, en la Ribera de Curtidores. Las suyas no han llegado por el canal de distribución habitual sino gracias a “una asociación cultural”. Quedan pocas y no las tienen a la vista. Tampoco los geles desinfectantes grandes, de 500 mililitros, que reserva para empresas que tienen a trabajadores en la calle y realmente los necesiten. De estos le quedan tres. Los termómetros también están en la rebotica porque escasean. “Alcohol hace mucho que no tenemos”, añade.

De momento, oficialmente las recomendaciones tanto de la Organización Mundial de la Salud (OMS) como del Ministerio de Sanidad siguen siendo que solo deben llevar las mascarillas quirúrgicas las personas con síntomas (para no contagiar al resto) y las de filtro, los sanitarios o cuidadores que están en contacto con enfermos. Personal de enfermería de toda España ha denunciado estas semanas la escasez de todos los elementos que forman los EPI (equipos de protección individual). Se les ha visto usando bolsas de plástico y reutilizando mascarillas pese a que, como explica Gemma del Caño, farmacéutica y experta en seguridad alimentaria, “ni las quirúrgicas ni las que llevan filtro son reutilizables. Son de un solo uso”. Las primeras deberían usarse “unas cuatro horas y las otras unas ocho".

No se deberían limpiar ni lavar en casa, dicen los expertos. Hay farmacias que recomiendan cosas como echarles alcohol o sumergirlas en agua con lejía. Algunas universidades, como la de Stanford, han evaluado métodos como el horno a 70 grados, la radiación ultravioleta, el alcohol, la desinfección con lejía o el vapor de agua. “Mucho cuidado con usar estos métodos en casa porque no están validados y pueden modificar la estructura de la mascarilla, impedir el filtrado y si no se usa con las mascarillas adecuadas podemos estar mezclando sustancias que después vamos a inhalar”, avisa Del Caño. Las mascarillas FFP2 y FFP3, con filtro, están pensadas para el personal sanitario (para evitar ser contagiados al atender a los pacientes), tienen fecha de caducidad y deberían usarse solo en centros de salud. Pero se están viendo por las calles y en los supermercados. Llevan una válvula que, si está abierta, no evita que el que la lleva contagie, alerta.

¿Y las mascarillas caseras? “Como una alternativa más”, dice la experta. “Pueden evitar que contagiemos a los demás, pero en ningún caso son útiles para evitar que otros nos contagien”, añade. El material del que estén hechas no es demasiado importante, añade, aunque unos filtran más y otros menos. La clave está en no olvidar que “esta solo es una medida más” y puede dar falsa sensación de seguridad. Hay que cumplir siempre el resto. “Lo primero es quedarse en casa; si tenemos que salir, mantener la distancia de seguridad y no hablar, tanto con mascarilla como sin ella; si tosemos o estornudamos, al codo; debemos llevar siempre las manos limpias y no tocarnos la cara en ningún momento”.

Cómo colocar y retirar una mascarilla

Los sanitarios reciben formación para colocarse el equipo de protección individual (EPI) y evitar posibles contagios. A falta de alguna campaña de información, si finalmente se recomienda oficialmente la mascarilla a la población general, los expertos dan algunos consejos válidos para mascarillas homologadas o caseras. Lo primero es lavarse las manos. También se puede usar un gel hidroalcohólico, pero con el lavado de manos es suficiente. “Las mascarillas quirúrgicas o de tela que hagamos en casa son para evitar contagiar, no para evitar el contagio”, recuerda Del Caño. Es importante fijarlas a la nariz, para lo que algunas tienen un alambre dentro. Una vez colocada tras las orejas ya no debemos manipularla más hasta que nos la vayamos a quitar. Se retira desde la parte más alejada de la cara, es decir, desde las gomas. Y es importante, dice la experta, llevar el pelo recogido para evitar tocarlo y tocar después la mascarilla.

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

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