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La angustia de no tener noticias de un familiar enfermo

Los parientes de los hospitalizados afrontan una dura espera sin visitas y con información a cuentagotas

Personal médico, ambulancias y pacientes en el Hospital de la Fe de Valencia
Personal médico, ambulancias y pacientes en el Hospital de la Fe de ValenciaMònica Torres
Sonia Vizoso

Sin visitas, sin escuchar en persona a los médicos y sin información asegurada. Más de 35.000 familias españolas viven la crisis del coronavirus con la angustia multiplicada porque a veces les es difícil saber a ciencia cierta cómo están sus parientes hospitalizados. “Se intenta que la información llegue a la ciudadanía, pero estamos en una situación especial. Pedimos a los familiares que se vean en esa situación, que piensen en que si no reciben más información es porque los profesionales están a pie de cama”, señala Francisco Cárceles, de la Sociedad Española de Atención al Usuario de la Sanidad (Seaus).

La avalancha de enfermos que la pandemia ha provocado en la mayor parte de España ha desbordado de tal forma los hospitales que no siempre es posible mantener la frecuencia habitual de la información, sobre todo en las zonas donde el coronavirus ha golpeado a más población. En las comunidades con más casos, según cuentan afectados, los parientes del enfermo reciben una llamada al día a una hora incierta. Si por alguna razón no la pueden coger o están comunicando en ese momento, deberán esperar al día siguiente.

Patricia tiene a su padre de 78 años en un centro hospitalario de Madrid. Ingresó grave el día 18. El pasado martes le comunicaron que se planteaban trasladarlo debido a la “reorganización” que estaba impulsando la Comunidad de Madrid tras la apertura del hospital de campaña en el recinto ferial de Ifema y de hoteles medicalizados. Al día siguiente no pudo coger la llamada del hospital y pasó 36 horas sin conocer la situación de su padre, ni siquiera dónde estaba: “Pasé unas horas de desinformación y preocupación. Fue además justo cuando mi padre entraba en el octavo día [de la infección], el mayor pico de vulnerabilidad”.

Desde la Seaus, que agrupa a profesionales de toda España que trabajan en unidades de atención al paciente, destacan el esfuerzo de los sanitarios por idear métodos para acercar a las familias a los enfermos en plena pandemia. “Se están favoreciendo las videollamadas y hay psicólogos que están dando apoyo a las familias y a los sanitarios en los hospitales. Esto ha sido un tsunami y van surgiendo iniciativas”, señala Cárceles.

Begoña Arbulo es psicóloga clínica en el hospital Gregorio Marañón de Madrid, que ha movilizado a los miembros del Instituto de Psiquiatría y Salud Mental para ayudar a las familias de los pacientes y a los profesionales a lidiar con el sufrimiento añadido que provoca la Covid-19 por culpa del aislamiento. “Comparada con otras catástrofes, [la de esta pandemia] es una angustia sostenida en el tiempo y especialmente terrible. Falta ver, tocar, volcar nuestro sentir con los que queremos y están en riesgo. La expresión del querer es la medicina natural que tenemos los seres humanos y el coronavirus nos priva de ella”, explica.

Se están favoreciendo las videollamadas y hay psicólogos que están dando apoyo a las familias y a los sanitarios en los hospitales. Esto ha sido un tsunami y van surgiendo iniciativas”

La preocupación por la falta de contacto entre los enfermos y sus seres queridos también pesa “muchísimo” a los sanitarios. Arbulo señala que la frustración por no poder informar en condiciones a las familias se une al desbordamiento, al “estrés continuo” y a la “angustia” por la evolución de la salud de los pacientes que a veces cambia “de forma abrupta”. El servicio de asistencia psicológica del Gregorio Marañón pretende abrir espacios para que los trabajadores de la sanidad puedan “ventilar” esos sentimientos “sin interferir” en su frenética tarea.

En el Defensor del Paciente aseguran que han recibido muchas quejas por el hecho de que la información sobre la situación de los afectados fluya a cuentagotas. “Las familias lo viven con mucha angustia”, afirma la portavoz de la organización, Carmen Flores, quien pide que se haga todo lo posible para que sean siempre sanitarios quienes comuniquen el estado de salud de los hospitalizados a los parientes. “Deben ser médicos o enfermeras quienes transmitan el estado clínico de los enfermos”, coincide Cárceles desde la Sociedad Española de Atención al Usuario de la Sanidad.

Es especialmente duro cuando se producen cambios bruscos en su evolución. Flores relata el caso de una mujer a la que le dijeron durante días que su pariente estaba “muy bien” hasta que de repente le comunicaron su fallecimiento. El Defensor del Paciente pide al Ministerio de Sanidad que facilite medios a los hospitales para aumentar el contacto con las familias y aliviar el dolor añadido por el aislamiento. El departamento que dirige Salvador Illa anunció la semana pasada que espera movilizar a 50.000 sanitarios más para reforzar la lucha contra la pandemia —residentes MIR, médicos y enfermeras licenciados sin plaza y jubilados, y estudiantes de último año—, pero ha eludido contestar a las preguntas de este periódico sobre las tareas que realizarán. El reclutamiento ya está en marcha a través de las comunidades autónomas. En la Comunidad Valenciana se han anotado 2.000 profesionales y está previsto que se incorporen en los próximos días. En Andalucía los voluntarios superan el millar, y los inscritos en Madrid en el Colegio de Médicos rondan los 1.800.

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Sobre la firma

Sonia Vizoso
Redactora de EL PAÍS en Galicia. Es licenciada en Periodismo por la Universidad de Santiago. Lleva 25 años ejerciendo el oficio en la prensa escrita y ha formado parte de las redacciones de los periódicos Faro de Vigo, La Voz de Galicia y La Opinión de A Coruña, entre otros. En 2006 se incorporó a El País Galicia.

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