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Portugal mira con terror el tsunami de España

Aumentan los casos, aunque a un ritmo estable, a la espera del pico en quince días

Un parque infantil clausurado en Lisboa por el coronavirus, el día 19.
Un parque infantil clausurado en Lisboa por el coronavirus, el día 19.PATRICIA DE MELO MOREIRA (AFP)

Portugal se enfrenta a “una batalla”, según el presidente del país, Marcelo Rebelo de Sousa. “Estamos ante un tsunami y en un tsunami no hay boyas que ayuden”, ha alertado el primer ministro, António Costa. Cuando pasan 22 días del primer contagio, el país lucha para que la curva de expansión sea lo más plana posible. Hoy ya son 2.362 infectados, solo un 14,6% más que el lunes, y 33 muertes, un 44% más. El estado de emergencia vigente totalmente desde el sábado aún tardará en dar sus frutos, pero Portugal mira con terror lo que sucede en Italia y en España.

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“Estamos remando todos unidos”, ha dicho el presidente del país tras una reunión con las máximas autoridades del país en la mañana del martes. Con la excepción de Madeira, no ha habido disensiones entre los gobernantes. todo está centralizado en el Gobierno, que cada día publica las cifras de contagiados y muertos. Ya no hay más goteo de cifras hasta el día siguiente a las 12. No hay más conferencias de prensa, no sale el alcalde de turno a anunciar las cifras de su pueblo, ni el de Lisboa ni el de Oporto, focos de la epidemia.

El presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, en la reunión virtual del Consejo de Estado el pasado miércoles. En vídeo, el estado de emergencia en el país. Vídeo: EPV

Veintidós días después del primer positivo del país, la propagación apenas ha variado geográficamente. Si una semana después del primer contagio (2 de marzo) la concentración de casos en la región Norte y la región Centro era del 88% y hoy es del 84%. No ha habido una democratización de la epidemia.

Los capítulos de terror de esta pandemia llegan con, una fatídica puntualidad, una semana después que en España. Si el primer caso continental en España fue el 25 de febrero, en Portugal fue el 2 de marzo. Así ha ocurrido con los díscolos que quiebran el confinamiento y así también con las residencias de ancianos. Circunstancias semejantes, pero una semana después. Hasta hace dos días no había saltado la alarma en Portugal en estos centros de cuidados de los mayores, ahora son la principal preocupación del Servicio Nacional de Salud. Ya son nueve asilos con contagios entre internos y empleados. La directora general de Salud, Graça Freitas, les ha acusado de no haber preparado planes de contingencia y les pide que acudan a la bolsa de voluntarios para poder cubrir las plantillas del personal necesario.

Ambos países, sin embargo, declararon el mismo día el estado de alerta-alarma, el 13 de marzo. Mientras España -con una población cuatro veces mayor- llevaba 6.000 casos y 132 muertos, en Portugal apenas había 112 casos.

“Todos los países decidieron las mismas medidas, la diferencia es el tiempo en que se tomaron y la disciplina de cumplimiento”, afirma el economista de salud pública Pedro Pita Barros. Los portugueses han adoptado precauciones voluntariamente antes de que el Gobierno aplicase el estado de emergencia, que solo entró enteramente en vigor el sábado. Desde entonces, apenas 16 personas han sido detenidas por la policía, una por abrir su restaurante al público y al resto por insultar a la autoridad. No hay multas, el estado de emergencia no las prevé. “Si fuera necesario imponer un cuadro de sanciones, lo impondremos", anunció anoche Costa, aunque espera que no sea necesario “colocar un policía en la puerta de cada casa”.

También ha habido una mudanza de familias de la ciudad al campo o a la playa. El caso más emblemático es Pedrogão, el infierno del verano de 2017, donde murieron decenas de personas por las llamas, ahora es refugio de salvación del tsunami. Este pueblo y los colindantes han aumento repentinamente su población, para alarma de los vecinos. Em Pampilhosa los residentes se han multiplicado por seis, casi como en los veranos. La psicóloga de la zona dice que son bienvenidos siempre que guarden las reglas, que se queden en su casa y no vayan a saludar a los abuelos hasta 14 días después de su llegada.

Mientras los contagios aumentan a un ritmo pausado (por debajo del 30% desde hace una semana), el Gobierno ha decretado aumentar el subsidio por el cuidado de los hijos en casa y ha llegado a un acuerdo con el sector bancario para que apliquen una moratoria a las obligaciones de empresas y particulares. El objetivo es no parar la economía y frenar los despidos. "Si conseguimos mantener el empleo, la siguientes consecuencias van a ser menores”, ha dicho el primer ministro António Costa.

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