Las bajas y la falta de material ponen en jaque la atención primaria
Los médicos de familia acusan los recortes de la última década en la gestión de la crisis y auguran que los ambulatorios seguirán tensionados tras la pandemia
La atención primaria, puerta de entrada al sistema sanitario empieza a tambalearse. Los centros de salud atienden los casos más leves, que son la mayoría, y de su capacidad de resolución depende que estos no terminen en las urgencias de los hospitales, saturados ya con los enfermos más graves. Pero el muro de contención está al límite: la falta de material de protección y las bajas de profesionales por contagios están poniendo contra las cuerdas a los centros de salud. Los médicos de familia denuncian la falta de recursos y advierten de que la tensión del sector se trasladará más allá de la epidemia, cuando retornen a la normalidad y tengan que asumir todas esas agendas desbordadas por consultas atrasadas.
Casi todos los centros de salud se han reorganizado para ayudar a contener el coronavirus: cancelación de visitas presenciales no urgentes, consultas telefónicas y circuitos diferenciados para separar sintomatología respiratoria —ahora todos sospechosos de Covid-19— del resto y evitar transmisiones del virus. La Comunidad de Madrid ha cerrado los Servicios de Urgencias de Atención Primaria que abren por la noche y los fines de semana y han destinado el personal de esos servicios a reforzar el dispositivo sanitario del coronavirus. En Asturias, por ejemplo, con población muy dispersa, el Gobierno regional ha concentrado la atención en los centros de salud y los puntos de atención continuada (PAC).
“En atención primaria vemos lo leve, pero estamos vendidos. Totalmente desprotegidos”, lamenta una doctora
Como en los hospitales, la falta de material de protección expone a los profesionales. “Conforme entran se les pone una mascarilla, les pedimos que no toquen nada, aun así desinfecto las manivelas, las sillas, la mesa, el fonendoscopio para auscultar lo ponemos dentro de un guante que luego tiramos; derivamos a los más susceptibles a Preventiva para que se hagan la prueba, el test no depende de nosotros”, explica Rosa González, del centro de salud Salvador Pau de Valencia.
En España hay 35.000 sanitarios en atención primaria, pero se desconoce cuántos están infectados. Según el Ministerio de Sanidad, hay unos 4.000 profesionales sanitarios infectados, pero no concretan cuántos pertenecen al ámbito hospitalario y cuántos a la atención primaria. “El material llega a cuentagotas y se trabaja con bastante estrés. Lo de ser vector de transmisión lo llevamos fatal”, apunta Sònia Miravet, vicesecretaria del Colegio de Médicos de Barcelona.
Marta Carrillo es médica en el centro de atención primaria Río de Janeiro de Barcelona. Llevan una semana con la misma mascarilla. “Las mascarillas que más protegen están bajo llave. En atención primaria vemos lo leve, pero estamos vendidos. Totalmente desprotegidos”, lamenta. Su compañera Sheyla Cera está confinada en casa desde el miércoles tras entrar en contacto con un caso positivo. Está esperando a que le hagan la prueba para saber si está infectada. “Si tuviéramos los equipos de protección podríamos seguir ayudando. ¿Cómo vas a proteger a los demás si no tienes cómo protegerte tú mismo? Faltan mascarillas, batas, geles, de todo”, critica.
El Ministerio de Sanidad ha confirmado el envío a las comunidades de 1,5 millones de equipos de protección individual. La atención primaria sigue esperando. “Tenemos actividad en el centro pero también tenemos que ir a domicilios y no hay material suficiente. Así aumenta el riesgo de transmisión y perdemos profesionales que se contagian”, lamenta José María Molero, del grupo de infecciosas de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (Semfyc). Coinciden los sindicatos: “Ya tenemos asumido que caeremos todos y será muy difícil mantener el circuito”, alerta Cristina Sánchez, responsable de atención primaria de la Confederación Española de Sindicatos Médicos (CESM). “Los compañeros tienen miedo porque no tienen mascarillas y no saben lo que entra por la puerta. No podemos permitir que haya compañeros que sean vectores de contagio, porque además luego no se les hacen test para saber si están contagiados y deben seguir trabajando”, concluye Victorino Girela, delegado de Sanidad en Andalucía para el sindicato CSIF.
Los casos positivos y aislamientos preventivos entre los profesionales diezman las plantillas. “En Madrid ya esperan que vamos a caer el 30%. Yo si sé que soy negativo, me tomo un paracetamol y me voy a trabajar. Pero como no lo sé, tengo que esperarme en casa”, lamenta una pediatra de Madrid que prefiere mantener el anonimato. Lleva 12 días en casa esperando los resultados del test. “Es sangrante tener que esperar tantos días por una PCR cuando a algún político se la hacen en unas horas”, protesta. El lunes, le llegaron los resultados: negativo para coronavirus. En el centro de Aida Oveja, en Barcelona, casi la mitad de los 30 médicos y seis de las 25 enfermeras están en su casa. “La angustia es terrible, tanto de contagiarnos por falta de protección como de contagiar a pacientes y a nuestros familiares”, lamenta.
Los trabajadores coinciden en que los recortes sanitarios están pasando factura ahora
Los trabajadores coinciden en que los recortes de hace 10 años pasan hoy factura. “Hace tiempo que existe la falta de profesionales y cuando llega la necesidad de contar con todos, la oferta es insuficiente”, admite Molero, que propone incorporar al circuito asistencial personal que ahora hace formación e investigación. Según un informe de la Organización Médica Colegial, entre 2009 y 2014 se recortaron 1.742 millones de euros.
Los recursos necesarios trascienden los materiales y la atención primaria también reclama más margen de maniobra en sus actuaciones. “Deberíamos poder derivar desde atención primaria a centros sociosanitarios o de descarga de hospitales cuando un paciente no se puede abordar desde la consulta o la atención domiciliaria”, pide Molero. El contacto con los hospitales, muchos desbordados, también se ha perdido. Cuesta consultar y derivar pacientes. “Hay que agilizar las demandas de traslado de primaria al hospital. No pueden estar seis horas esperando una ambulancia”, critica el médico de Semfyc. Pilar García, médica en el centro Covaresa de Valladolid, insiste: “Si la atención primaria está resuelta, al hospital llegarán la mitad”.
Con el coronavirus, los centros de salud se han vaciado. Algunos, demasiado, temen los médicos. En Valencia, por ejemplo, crece la impresión en los hospitales de que en Urgencias apenas están entrando infartos, pacientes con dolor torácico o con sintomatología, por el miedo a contagiarse de Covid-19, lo que aumenta la gravedad de la situación. Los centros temen también a la postpandemia. “Tememos el día después porque hemos desatendido y dejado de hacer cosas. Y esto va a generar que haya pacientes que estén en situación de inseguridad en su salud”, valora Molero. La demanda contenida ahora también se desbordará después, con agendas repletas y dolencias que se diagnosticarán y tratarán tarde, aseguran. “Cuando se resuelva la pandemia, todo aflorará. Tendremos que recuperar la agenda y habrá consultas que hemos demorado que, a lo mejor, no tendríamos que haber retrasado”, asume Miravet.
Disputas en la consulta por las bajas
Lidiar con los pacientes tampoco es fácil, sobre todo por la gestión de las bajas laborales. “Nos encontramos con empresas que tienen que cerrar y les dicen a sus trabajadores que pidan la baja. También por necesidad de conciliación. Pero nosotros no podemos dar la baja por eso”, indica Miravet, del COMB. La Semfyc reclama que intervengan los equipos de prevención de riesgos laborales de las empresas para decidir si una persona es de riesgo y necesita la baja. Molero reclama cambios normativos también para no colapsar la atención primaria con burocracia. “Si lo que necesito es que el paciente infectado no se mueva para no contagiar, no tiene sentido que la entrega de la baja sea presencial”, critica.
Los criterios y retrasos para hacer la PCR también crispan a los pacientes. “Es una lucha diaria explicar a un paciente que probablemente esté infectado, que se vaya a casa, que lo llamarán y no poder asegurarselo. Esto crea un ambiente de tensión continuo para el profesional. Siguen habiendo enfrentamientos y agresiones a sanitarios dentro de toda esta situación que estamos viviendo”, lamenta Cristina Sánchez, de CESM. Coincide Susana Aldecoa, médica en el centro Beiramar de Vigo. En Galicia solo hay casos importados, pero piden no bajar la alerta. “Nosotros insistimos en que se hagan tests masivos para que no se nos escapen pacientes que diseminen la infección, pero no los hay”, lamenta Aldecoa.
Con información de Ferran Bono, Juan Navarro, Sonia Vizoso, Marcos Lema y Javier Martín-Arroyo.
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