Japón retrasa la retirada del combustible contaminado del interior de Fukushima
El Gobierno aplaza la operación al ser imposible garantizar la seguridad del proceso pero mantiene su propósito de desmantelar la central nuclear entre 2041 y 2051
Las autoridades japonesas han decidido retrasar hasta cinco años la retirada del combustible almacenado en dos de los reactores de la planta nuclear de Daiichi ante la imposibilidad de garantizar la seguridad del proceso. La medida, anunciada hoy, subraya las dificultades para lidiar con las consecuencias de la catástrofe vivida en Fukushima en 2011 por el terremoto y posterior tsunami que asoló la costa noroeste del país.
El procedimiento de extracción del combustible, propuesto inicialmente para 2023, comenzará entre 2024 y 2026 para el rector número 2 y entre 2027 y 2028 para número 1. El aplazamiento es necesario, tal y como explicaron las autoridades, para implementar medidas de seguridad adecuadas, como la construcción de un muro de hormigón que selle el perímetro de la zona para así impedir la dispersión de polvo radioactivo y otros materiales contaminantes. Al mismo tiempo, los dispositivos mecánicos y robóticos empleados hasta la fecha han sufrido serios daños al verse expuestos a la radicación extrema del lugar, lo que desaconseja continuar con el programa.
“Es un proceso muy difícil y es complicado saber qué esperar”, apuntaba hoy en rueda de prensa Hiroshi Kajiyama, ministro de Industria, “lo más importante es garantizar la seguridad de los trabajadores y de las áreas circundantes”. Por su parte, Yoshihide Suga, secretario del Gabinete y ministro portavoz del Gobierno, añadió: “Hemos hablado sobre el plan de desmantelamiento de Fukushima de acuerdo con los planes a medio y largo plazo”. A pesar del retraso, el Gobierno mantiene su propósito de terminar las operaciones de descontaminación y desmantelamiento de la planta entre 2041 y 2051, de 30 a 40 años después de la catástrofe.
Al riesgo que representa el combustible almacenado se suma el problema del agua procedente del sistema de refrigeración y las filtraciones del subsuelo, que añade unas 120 toneladas de líquido a diario. Para 2022, TEPCO, empresa constructora y operadora de la central nuclear, se habrá quedado sin espacio donde almacenar el agua contaminada. El ministro de Medio Ambiente nipón, Yoshiaki Harada, sostuvo en septiembre que no hay otra opción que “tirar [el agua] al mar y diluirla”, lo que causó la furia de los pescadores y la preocupación de los países vecinos. Este lunes, el Ministerio de Economía e Industria propuso una segunda solución alternativa a un comité de expertos: recurrir a la evaporación masiva; aunque todavía no ha tomado una decisión al respecto.
Lo sucedido en Fukushima en 2011 constituye el mayor desastre nuclear desde Chernóbil en 1986. El terremoto provocó un tsunami cuyas olas golpearon la central nuclear Daiichi, y según datos oficiales, causaron unos 18.000 muertos y desaparecidos. A causa de la inundación, el sistema de refrigeración dejó de funcionar, lo que desembocó en la fusión de tres de sus seis reactores nucleares. Un cuarto sufrió daños a causa de las explosiones de hidrógeno. Más de 160.000 personas tuvieron que ser evacuadas. El Gobierno de Japón calculó en 2016 que el coste de desmantelar la central, descontaminar las áreas colindantes y el pago de compensaciones superaría los 180.000 millones de euros. A pesar de la magnitud del desastre, los tres máximos responsables de TEPCO fueron absueltos en septiembre de toda responsabilidad.
Esta misma semana se ha hecho público que los supervivientes del siniestro serán homenajeados durante los Juegos Olímpicos que Tokio albergará el año que viene. Algunos de ellos cargarán con la antorcha durante el primer tramo de su recorrido alrededor del mundo, el cual dará comienzo el próximo 26 de marzo y acabará con el encendido del pebetero el día de la ceremonia inaugural.
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