Y al décimo día, se acabó el ja, ja, ja
Al Gore admitió en una entrevista que es ‘very difficult todo esto’ de las negociaciones


Ruido de cazuelas, cánticos y pancartas. Gritos de ¡vergüenza! Los hollywoodienses agentes de la ONU desalojaron ayer del pabellón 10 de Ifema a cientos (según ellos) de activistas (indígenas, mujeres, jóvenes, sindicatos). Dentro, encerrados en el plenario, estaban los mandatarios discutiendo sobre sus cosas —que son las de todos— . El décimo día de cumbre, se acabó el ja, ja, ja.
La sociedad civil protestaba porque en la cumbre ha habido “pequeños o ningún avance”. Y no eran los únicos preocupados. El exvicepresidente estadounidense Al Gore admitió en una entrevista que es ‘very difficult todo esto’ de las negociaciones (en puridad, dijo solo que están “difíciles”). Y el secretario general de la ONU, António Guterres, afirmó que “aún estamos a tiempo de hacer que esta cumbre sea muy relevante”, que es lo mismo que decir que podría quedar en nada. Ambos señalaron —no cunda el pánico— que en los jolgorios diplomáticos es normal apurar el último minuto. Como en los bares, como en las timbas. Como si no hubiese mañana.
Los pies.
Greta salió ayer por pies, pero en coche eléctrico, de Madrid, donde la presión mediática ha sido abrumadora. Antes dio su discurso ante los altos mandatarios subida en un escalón para llegar al micrófono.
Los ojos.
Decenas de jóvenes activistas se subieron después al escenario. Llevaban ojos pintados en las manos. Es una amenaza para los Gobiernos y las empresas irresponsables que no hacen suficiente por su futuro: "Os estaremos vigilando".
Las cabezas.
Mientras tanto, en una galaxia muy muy lejana, Donald Trump repetía un mitin, por enésima vez, el mismo chiste sobre la energía eólica: “¿Y si no hay viento, cómo veremos la tele?”. Miles de asistentes se lo rieron. Nadie fue desalojado.
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