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El sistema que puede cambiar nuestra forma de ser ecológicos

Los ciudadanos de varios municipios catalanes obtienen puntos canjeables por incentivos sostenibles y sociales al reciclar sus residuos en el contenedor amarillo

Cada vez que tiran un envase al contenedor amarillo, unos 170.000 vecinos de varias localidades catalanas obtienen reciclos, puntos intercambiables por recompensas de carácter ecológico y social. Premiar a aquellos que reciclen es la premisa de un proyecto piloto desarrollado en TheCircularLab, el centro de innovación de Ecoembes. El sistema, activo desde mediados de 2019 en la comarca de Pla de l’Estany (Girona) y los municipios de Sant Boi de Llobregat, Igualada y Granollers, se sirve de la conectividad con el contenedor, la tecnología móvil y la obtención de incentivos ecológicos y sociales para que el ciudadano recicle más, mejor y de forma más sencilla.

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Basta con que el usuario se registre en una página web y cree un perfil. Después, tendrá que fotografiar cada envase, con el código de barras bien visible, que vaya a depositar en el contenedor amarillo. Estos contenedores tienen códigos QR que el usuario, una vez frente a ellos, tendrá que escanear con su móvil, quedando así su depósito registrado en el sistema. El ciudadano recibirá entonces en su perfil los reciclos correspondientes a su acción.

Los desarrolladores del piloto hicieron varias encuestas entre la población objetivo para conocer qué incentivos les motivarían más. "Al principio, parecía obvio que iban a elegir beneficios individuales como la reducción del pago", explica Denisa Gibovic, responsable de Blue Room Innovation, la startup coparticipante del proyecto. "Pero hemos observando un cambio en el comportamiento. Cuando las personas ven que con sus reciclos pueden financiar proyectos sociales locales se animan en invertir en ello".

Vista de la webapp de Reciclaje 5.0.
Vista de la webapp de Reciclaje 5.0.ECOEMBES

Por el momento, los incentivos canjeables por estos puntos son de dos tipos: materiales, como mochilas y bicicletas solares, a las que se opta por sorteo (a más reciclos, más probabilidades), y de carácter social, como donaciones a Médicos sin Fronteras o la financiación de recogidas solidarias de juguetes, como ha sucedido en Sant Boi de Llobregat.

Además de en el ámbito municipal, Reciclaje 5.0 también se está probando en dos universidades y un hospital catalanes, en los que los reciclos obtenidos se destinan a la financiación de proyectos de investigación. En la Universidad Rovira i Virigili las papeleras muestran en pantalla un ranking ficticio de los estudiantes y las universidades que mejor reciclan, una vía para fomentar la competencia sana que se puede aplicar a cualquier centro de trabajo. Los beneficios obtenidos aquí se destinan a la mentoría social de niños, al del bienestar animal y a la lucha contra el acoso laboral.

Los proyectos de TheCircularLab

En dos años de existencia, TheCircularLab, un centro de investigación abierto situado en Logroño, ha auspiciado el desarrollo de más de 150 proyectos con cerca de 200 colaboradores externos. Estos son los más destacados:

  • Smart Waste es una plataforma de datos abierta, destinada al uso municipal, para optimizar la gestión de los residuos. El software se alimenta del uso de sensores en contenedores, camiones y plantas y utiliza esa información para, por ejemplo, establecer puntos calientes de recogida o estimar el operativo de recogida necesario para cubrir unas fiestas regionales.
  • Desde hace un año se trabaja en un bioplástico biodegradable, compostable y reciclable hecho a partir de residuos vegetales. El último avance es el cambio de fuente de abastecimiento: ante la posibilidad de que esos restos vegetales escaseen, los desarrolladores han optado por trabajar con los residuos orgánicos del contenedor marrón, una partida que asciende a ocho millones de toneladas al año.
  • Que las empresas conozcan el impacto ambiental de sus envases y trabajen por mejorarlo es el objetivo de Packaging Circular Design, un nuevo sistema de etiquetado que evalúa los recipientes en función de cuatro características: impacto ambiental, funcionabilidad, reciclabilidad y calidad de su segunda vida.
  • Hasta el ahora, el reciclaje de plástico film, el de las bolsas comunes, aportaba poco valor añadido. Por primera vez, investigadores del centro han logrado transformar estos residuos en fibras textiles. Se buscan, además, aplicaciones  en sectores como el de la automoción, la construcción y el envasado.

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