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“No somos conscientes de la contaminación que nos tragamos”

Vecinos de L'Hospitalet y de Cornellà reciben con sorpresa la advertencia de la Comisión Europea de los altos niveles de polución en los municipios del Baix Llobregat

Cristian Segura
La B-23 a su paso por Esplugues y Sant Joan Despi.
La B-23 a su paso por Esplugues y Sant Joan Despi.Albert Garcia

Antonio Coria, encofrador jubilado, de 48 años y residente en L'Hospitalet de Llobregat, ya no queda con los amigos en el parque de Can Buxeres. “Antes era más agradable”, asegura Coria, “antes había muchos nidos y más pájaros: tordos, tórtolas, urracas apilás de tantas que había. Ahora hay pocos. Y si ibas de noche, antes veías las estrellas, ahora ya no”. Hay voces de todos los colores en los municipios del Baix Llobregat señalados por la Comisión Europea, junto al resto del área metropolitana de Barcelona, por su elevada contaminación atmosférica: hay vecinos como Coria que creen que la polución se los come y otros que opinan que el problema es poca cosa comparado con lo que sufre el centro de Barcelona.

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María Carmen Villamor y Agustina Olmos son amigas y tienen por costumbre tomar el fresco en la Rambla Just Oliveras de L'Hospitalet antes del almuerzo. “Por fuerza ha de estar más contaminado el aire, ahora hay muchos más coches que hace 40 años, y además están los aires acondicionados. Hay calles estrechas en las que te achicharras con las salidas de los aires”, dice Olmos. El Baix Llobregat, comarca de gran peso industrial, ha visto cómo iban cerrando las fábricas más contaminantes, y Villamor admite que en la década de los setenta “la ropa, cuando la tendías, te quedaba negra de lo que llegaba de la metalúrgica de La Farga, o de la fábrica de la Norit”.

Eusebio López y Petra Batalla, residentes en L'Hospitalet desde hace más de medio siglo, se asombran cuando reciben la noticia de que el Baix Llobregat es una zona que sufre un peligroso nivel de contaminación atmosférica: “Quizás es por los coches y los aires acondicionados, pero nosotros no respiramos peor. Si lo comparamos con la nube de contaminación sobre Madrid que vemos por televisión, nos consideramos afortunados”. Lo mismo comenta otra vecina, María Toledo: “Quizás la gente mayor lo nota más, pero yo no veo tanta contaminación, y más si lo comparas con el centro de Barcelona”.

En Cornellà de Llobregat, Lucía Martínez, 31 años y empleada de la peluquería Alarcón, sí advierte que la situación es de riesgo: “Hace poco me asusté porque desde Sant Joan Despí [en la falda de la sierra de Collserola] vi cómo los pueblos del Llobregat estaban cubiertos por una nube gris”. Xenia Fernández y Jasmín Carrascosa son empleadas de una oficina en el centro de Cornellà. Carrascosa vive en El Prat y dice que cada día es testimonio de lo que la Comisión Europea señala como uno de los principales causantes de las emisiones tóxicas: el tráfico de vehículos.

El tráfico no solo en las dos rondas que circunvalan Barcelona y que coinciden en la zona del Llobregat, dice Carrascosa, sino sobre todo el del transporte de mercancías de la zona franca, en el puerto. Carrascosa se desplaza a diario desde su casa al trabajo en coche, entre dos municipios vecinos, en un recorrido de escasos cuatro kilómetros. Dice ser consciente de las emisiones que genera, por lo que pide mejores conexiones de transporte público, y ayudas para comprar un vehículo menos contaminante. “Creo que estamos tan acostumbradas que ni nos damos cuenta de lo que tragamos”, añade Fernández.

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Sobre la firma

Cristian Segura
Escribe en EL PAÍS desde 2014. Licenciado en Periodismo y diplomado en Filosofía, ha ejercido su profesión desde 1998. Fue corresponsal del diario 'Avui' en Berlín y en Pekín. Desde 2022 cubre la guerra en Ucrania como enviado especial. Es autor de tres libros de no ficción y de dos novelas. En 2011 recibió el premio Josep Pla de narrativa.

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