La víctima de La Manada: “Gracias por no haberme dejado sola”
La joven que sufrió una violación en grupo agradece en una carta enviada a un programa de televisión el apoyo recibido y llama a seguir denunciando las agresiones
Casi tres años después de aquel 7 de julio de 2016, el pasado 21 de junio, el Tribunal Supremo falló de forma definitiva en el caso de La Manada: una condena para cada uno de los cinco hombres a 15 años por una violación múltiple continuada. Este viernes, en una carta enviada al programa de Ana Rosa Quintana, de Telecinco, la joven agradece "el calor" y "el apoyo" que ha sentido en este camino, "largo, intenso, y sobre todo agotador". Aquí, la misiva que la joven ha enviado al programa televisivo.
La carta
"Buenos días. Tras casi tres años este proceso por fin se ha terminado. Ha sido largo, intenso, y sobre todo agotador. Lo peor no fue la situación vivida, sino todo lo que vino después. Pero llegado este momento, puedo asegurar que valió la pena y poco a poco voy recuperando el timón de mi vida.
Gracias a todas las personas que desde el primer momento se involucraron para ayudarme. No puedo haber sido más afortunada con la calidad de las personas que me han ayudado. Desde aquel juez de instrucción que nunca dudó de mí, hasta el abogado que me tocó aquel 7 de julio de 2016, pasando, sin duda alguna, por la fiscal, médicos, policías, psicólogos y la pareja que me encontró. Son momentos en los que nadie sabe cómo actuar, pero vosotros lo hicisteis fácil.
Gracias también a Pamplona y a Navarra, que con todo su empeño han hecho más fácil que alguna vez pueda volver. Gracias de nuevo a aquellas primeras asociaciones y personas por llevar esto a la calle, formando un eco por todos los rincones de España. Gracias por no haberme dejado sola.
Os estaré eternamente agradecida, pero yo no soy ninguna heroína, la fuerza para continuar, muchas veces, me la ha dado todo el calor y el apoyo que he sentido en este camino.
No podemos olvidarnos que la lucha debe seguir y debemos ser el cambio que queremos en la sociedad, ya que esto le ha supuesto la vida a muchas compañeras. Recordad, contadlo, no les dejéis ganar a ellos".
Durante el proceso y con cada decisión judicial, el movimiento feminista y la sociedad en general se movilizaron en repulsa a una perspectiva "patriarcal y machista" que, aseguraban, tenía la justicia: en carteles en las manifestaciones, en declaraciones por parte de representantes políticos, jurídicos y del mundo de la abogacía.
Se produjeron decenas manifestaciones y concentraciones a lo largo de todo el proceso. Cuando se conoció la noticia de la violación, aquel mismo 7 de julio de 2016, por la tarde en Pamplona. Durante el juicio, por el tratamiento a la víctima. En la primera condena que impuso la Audiencia Provincial por abuso sexual con prevalimiento. Por la ratificación por parte del Tribunal Superior de Justicia de Navarra al fallo de la Audiencia Provincial. Y, más tarde, por la puesta en libertad de los cinco hombres.
Las movilizaciones empujaron al Gobierno a sondear un cambio en el Código Penal. Con Mariano Rajoy aún como presidente, el Ejecutivo puso a trabajar a un grupo de expertos para revisar el capítulo sobre delitos sexuales. Una reforma que todavía no ha fructificado, pero cuyo borrador ya fue enviado el pasado diciembre al Gobierno.
El consentimiento y la declaración de las víctimas
En todo ese movimiento social, político, legislativo e informativo, el debate en torno al consentimiento y el tratamiento por parte de la justicia y los medios de comunicación de las víctimas han sido dos de los aspectos más relevantes. Elena Ocejo, portavoz de Abogadas por la Igualdad, asegura que donde más detectan estos cambios es en las instancias superiores: "Con mayor frecuencia y contundencia en Audiencias Provinciales y Tribunales Superiores de Justicia. Ha sido el TS el que ha abierto el camino y es lógico que haya sido así, pues es el órgano encargado de sentar las bases de los criterios jurisprudenciales a seguir. Los juzgados unipersonales y las primeras instancias son más reacios al cambio". Ocejo lo relaciona de forma directa con la falta de formación en género.
Además, "y sin duda", el concepto de consentimiento ha mutado: "Ahora podemos colocarnos en el 'solo sí es sí', es decir, que es preciso un consentimiento expreso, manifiesto, inequívoco y mantenido en el tiempo. Así mismo, quien entiende que ha habido ese consentimiento debe poder probarlo. Esto no significa ni mucho menos que se esté pidiendo un consentimiento firmado ante notario, como se nos critica desde algunos sectores, sino que el consentimiento se expresa de variadas formas, máxime en una relación placentera como es la relación sexual donde las personas básicamente disfrutan".
Arguye que en el momento en el que el disfrute no es compartido y se decide no empezar, aunque haya propuesto; no seguir, aunque haya iniciado; o simplemente finalizar, se está manifestando una voluntad inequívoca que debe ser respetada. "Este criterio ha entrado en los juzgados e incluso la Fiscalía lo mantiene de forma unánime, solo hay que leer las últimas sentencias para ver este cambio de tendencia que, por otra parte, es acorde con la sociedad actual".
Según la letrada, es quizás en el tratamiento de la declaración de la víctima donde ha habido un cambio drástico que ha supuesto un avance tanto en violencia de género como en agresiones sexuales. "Se ha pasado de dudar de las declaraciones de las víctimas (siempre de forma gratuita obedeciendo a estereotipos de malas mujeres que denuncian por despecho o venganza) a tomar en consideración el entorno, las circunstancias, los antecedentes...", explica.
Recuerda Ocejo la sentencia de la Sala Segunda del Tribunal Supremo del pasado 2 de abril, que redactó que cuando han existido episodios previos de maltrato no puede dudarse de la veracidad de la declaración de la víctima. Y lo mismo cuando esta se retrasa en denunciar por las particularidades de este tipo de delitos en pareja: "Este mismo argumentario podría aplicarse a los delitos sexuales pues son conocidas las difíciles circunstancias que estas víctimas deben pasar a la hora de formular denuncias por estos hechos, por lo que no desvirtúa o desnaturaliza la veracidad de sus declaraciones".
A pesar de todo ello, puntualiza que cuando dice que se ha pasado de la duda y la sospecha a la valoración y ponderación de los testimonios, tratando de empatizar y comprender a la víctimas, más bien quiere decir que "estamos en proceso de…". "Que desde los tribunales de justicia se trabaja y se avanza en ese sentido y ello gracias a la formación en género, a la entrada en el Supremo de magistradas y magistrados que han estudiado y comprendido la importancia de superar los estereotipos de género y han comenzado a aplicar esa perspectiva de género en sus sentencias, lo que sin duda alguna está sirviendo para cambiar los criterios jurisprudenciales y lograr así una justicia más igualitaria".
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