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“Ya no puedo más”

En los últimos días arreciaron los ataques y burlas de compañeros hacia la empleada de Iveco víctima de la difusión de vídeos sexuales. Bajo presión, se suicidó. Esta es la historia

Concentración en Madrid por la trabajadora de Iveco, el pasado viernes 31 de mayo. En vídeo, la policía podrían tomar declaración a varios compañeros de la mujer que se suicidó tras la difusión de videos sexuales.Foto: atlas | Vídeo: J. Villanueva | ATLAS
Isabel Valdés

"Me revuelve las tripas pensar cómo se tiene que ver alguien para decidir que ya no quiere vivir más", dice un empleado de Iveco. Y se pregunta: "¿No había nadie que le dijera 'no pasa nada', que le quitara hierro al asunto...? De verdad, ¿tan sola estaba?". Habla de Verónica, la compañera de trabajo que se suicidó el sábado 25 de mayo, en su casa de Alcalá de Henares, en Madrid. Llevaba más de un mes bajo presión: circulaban entre sus compañeros de trabajo unos vídeos sexuales en los que ella aparecía. Primero, entre un grupo de unas 20 personas, después, entre más de 200.

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"Ni todos vimos ni pasamos el vídeo, pero le das vueltas a la responsabilidad de cada uno. ¿En qué mundo de mierda vivimos?", espeta el trabajador antes de marcharse, cabeceando. Él se enteró de la existencia de esos archivos al mismo tiempo que de la muerte de su compañera, el lunes, a través de una circular interna, como muchos empleados de los alrededor de 2.500 que tiene la fábrica al noreste de Madrid. Un microcosmos en el que esta mujer de 32 años y madre de dos hijos, de cuatro años y nueve meses, se vio acorralada. Quién empezó a propagar los vídeos está por determinar, pero desde el principio, la policía colocó como principal sospechoso a un exnovio.

Aquella no era la primera vez. Hace algunos años, esos archivos "ya corrieron". En aquel momento Verónica "logró frenarlo", recuerdan tres compañeros. Esta vez, durante más de 10 días, por los pasillos resonaban risas; los vídeos saltaban de móvil a móvil; y en su puesto de trabajo se arremolinaban compañeros para cerciorarse de que era ella. "Creo que ninguno nos dimos cuenta realmente de lo grave que era lo que estaba pasando, se tomó a broma", dice un operario. Para ella fueron humillación y angustia constantes; días en los que lloró y en los que intentó pasar desapercibida; un "ya no puedo más" que pronunció en voz alta, como recuerda un empleado.

A finales de la pasada semana, la situación empeoró. Se enteró su cuñada, la hermana de su pareja, que también trabajaba en Iveco. Y se enteró él.

El jueves 23 de mayo, en una reunión con la dirección de Recursos Humanos, ella contó lo que ocurría y dio un nombre. La empresa contestó que "era un tema personal y no laboral", como apuntó una abogada de CC OO. Poco después, le propusieron un cambio de sección o una baja. Para Comisiones, algo inadecuado e insuficiente. Cuando el viernes fueron a buscarla, con la queja por escrito para presentarla ante la empresa, ella ya se había marchado. "Se fue a casa con un ataque de ansiedad", dijo la letrada. 24 horas después decidió no vivir más.

La mediatización

A partir de ese momento, esa historia de acoso y hostigamiento que se había mantenido entre la planta y el entorno más cercano de Verónica saltó. La empresa se blindó; los sindicatos (UGT, CC OO y CGT) mandaron notas oficiales pidiendo que la justicia depurara responsabilidades. Comisiones, además, advirtió de que presentaría una denuncia contra Iveco ante la Inspección de Trabajo por "incumplir la ley para la igualdad efectiva de mujeres y hombres y la de Prevención de Riesgos Laborales, porque ni evaluaron el riesgo ni tomaron medidas aún sabiendo lo que ocurría". Algo que ocurrió el viernes por la mañana.

En la planta la semana ha sido "difícil", dicen fuentes cercanas a la empresa. Desde el lunes, dos veces al día, un grupo de empleados se manifiestan en la puerta de entrada en memoria de su compañera y en repulsa de lo ocurrido. Al mismo tiempo, piden que no "se criminalice" a toda la plantilla por lo sucedido. "No todos somos culpables ni todos somos cómplices", escribió un grupo de unos 20 empleados, en su mayoría hombres, en una nota que hicieron llegar a las agencias de noticias.

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En los días siguientes, la policía continuó con sus pesquisas, la Fiscalía abrió diligencias, el Juzgado de Instrucción número 5 de Alcalá de Henares comenzó a investigar tras una denuncia del padre de la fallecida y la Agencia de Protección de Datos comenzó actuaciones de oficio.

Las conjeturas y los rumores, mientras, siguieron creciendo, en los 374.000 metros cuadrados del terreno que ocupa Iveco al noreste de Madrid y fuera de ellos: en la calle, en algunos medios de comunicación y en las redes sociales. Se abrió un debate sobre la intimidad y la culpabilización sexual de las mujeres y, de forma mayoritaria, la sociedad se manifestó contra ese correveidile que punzó y asfixió a la mujer durante días.

En el cuartel de la Guardia Civil de la localidad madrileña de Mejorada del Campo se presentó voluntariamente un exnovio de Verónica el jueves a las cuatro de la tarde. Las presiones de su entorno, que sabían que había salido hace tiempo con la mujer, hicieron que este hombre entregara su teléfono móvil y prestara testimonio. Lo hizo poco después, en la Jefatura Superior de Policía de Madrid, que lleva la investigación.

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Negó ser quien había difundido los vídeos y los agentes no encontraron en su testimonio elementos suficientes para ponerle a disposición judicial. Salió a las pocas horas en libertad sin cargos, y el acta de su declaración fue enviada a la juez para que valorara su contenido y decidiese si citarlo.

Pero el hombre que Verónica había señalado una semana antes en el despacho de Recursos Humanos no era el que acababa de declarar. El nombre que ella pronunció fichó aquella misma noche del jueves en la planta de Iveco, donde trabaja.

El viernes por la mañana, una circular por parte de la dirección de Iveco llegó hasta los sindicatos. En ella se explicaba que iban a abrir una investigación interna con "alguien de fuera" en la que querían contar con la colaboración de las organizaciones sindicales y los empleados; aseguraban que estaban "colaborando" plenamente con los cuerpos policiales y que, citan fuentes cercanas a la empresa, "lo habían hecho todo muy bien".

Concentración el viernes 31 de mayo en la plaza de los Cubos, en Madrid, en memoria de Verónica, la empleada de Iveco que se suicidó el sábado 25 de mayo.
Concentración el viernes 31 de mayo en la plaza de los Cubos, en Madrid, en memoria de Verónica, la empleada de Iveco que se suicidó el sábado 25 de mayo.Daniel González (GTRES)

Por la tarde, en la concentración que varias organizaciones feministas de Madrid convocaron en la plaza de los Cubos, los carteles y los gritos de protesta iban en dirección contraria. "Complicidad", se leyó en varios carteles. "Cómplices", clamaron varias participantes.

¿Quiénes? "Quien lo envió, quienes lo compartieron, quienes lo vieron y no hicieron nada, y quienes lo sabían y tampoco hicieron nada", señalaba una de las manifestantes.

La investigación

Sábado 25 de mayo. Verónica se suicida en su casa, en Alcalá de Henares. El Juzgado de Instrucción 5 del municipio, que estaba de guardia, procede al levantamiento del cadáver.

Domingo 26 de mayo. La Policía Nacional inicia una investigación tras conocer la difusión entre un grupo de empleados de Iveco de cinco vídeos sexuales en los que aparecía la mujer. Empiezan a tomar declaraciones y a analizar dispositivos móviles.

Miércoles 29 de mayo. La fiscal de sala de Criminalidad Informática, Elvira Tejada, pide un informe a la Policía Nacional para determinar si hay hechos que pudieran ser constitutivos de delito. Ese mismo día, la Agencia Española de Protección de Datos inicia actuaciones de oficio por la distribución sin consentimiento del material audiovisual.

Jueves 30 de mayo. El Juzgado de Instrucción 5 de Alcalá de Henares abre diligencias previas para investigar si la propagación de los archivos incurre en un posible delito de descubrimiento y revelación de secretos después de recibir el atestado policial con las diligencias hechas hasta entonces y tras la denuncia del padre de la fallecida. Se decreta el secreto de las actuaciones.

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Sobre la firma

Isabel Valdés
Corresponsal de género de EL PAÍS, antes pasó por Sanidad en Madrid, donde cubrió la pandemia. Está especializada en feminismo y violencia sexual y escribió 'Violadas o muertas', sobre el caso de La Manada y el movimiento feminista. Es licenciada en Periodismo por la Complutense y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Su segundo apellido es Aragonés.

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