El pajar donde paren las linces
La primera hembra que cría en libertad en Ciudad Real volvió al refugio donde su madre la tuvo a ella
La lince Odrina está criando a sus dos cachorros entre las balas de alfalfa de un pajar en desuso pero bien conservado situado en la provincia de Ciudad Real, en Sierra Morena, donde ella vino al mundo hace dos años cuando su madre, esta sí nacida en cautividad, buscaba un refugio. "La elección de un edificio es muy poco habitual, lo normal es que intenten aprovechar troncos huecos como hacen en Doñana o agujeros entre las piedras", explica Ramón Pérez de Ayala, responsable de WWF del proyecto LIFE Iberlince. Es la primera vez que un ejemplar de la especie nacido en libertad tiene una camada en esta región.
Su madre, Mesta, nació en el programa de cría en cautividad y fue liberada en Ciudad Real con el propósito de recolonizar territorios perdidos por la emblemática especie, que salió de la lista de animales en peligro crítico en 2015. Quizá por sus orígenes más civilizados, buscó su peculiar hospital para traer al mundo a sus crías. Encontró el pajar, decidió que era el lugar ideal para parir y allí tuvo dos camadas. "Al principio se nos perdió, no recibíamos ninguna señal del collar emisor, pero un día, pasando cerca del pajar percibimos una débil señal y la volvimos a encontrar", añade Pérez de Ayala.
Ahora Odrina ha vuelto a las paredes que la acogieron durante sus primeros meses de vida para ser madre. Sus dos cachorros, de unos tres meses, juegan entre las balas de paja del almacén por las que ella se deslizó hace dos años. La madre de Odrina dejó el pajar cuando apareció un macho que desplazó al que convivía con ella. Para evitar que el nuevo macho matara a los cachorros, la lince abandonó su refugio.
"Odrina ha criado muy joven, con solo dos años, cuando lo normal es que sean tres. Quizá porque es una zona en la que todavía no están ocupados todos los espacios por hembras territoriales y al no tener que luchar por una zona, pueden procrear antes", argumenta Pérez de Ayala.
WWF advierte de que la supervivencia del lince sigue sin estar asegurada, a pesar de que se haya alejado del peligro de extinción. La especie ha conseguido remontar desde los 92 linces que vivían libres en la naturaleza en 2002 a los 550 que hoy campean en libertad por la península Ibérica. Los linces crían, además de en Andalucía, en Sierra Morena Oriental (Ciudad Real), en los Montes de Toledo, en el valle de Matachel (Badajoz), y en el valle del Guadiana, en Portugal.
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