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El peso psicológico tras una reducción de estómago

La cirugía bariátrica es una terapia de éxito contra la obesidad, pero en algunos pacientes falla y vuelven a engordar. Los expertos apuntan a factores emocionales

Jessica Mouzo
Juan José, malagueño de 53 años que llegó a pesar 300 kilos, en Málaga.
Juan José, malagueño de 53 años que llegó a pesar 300 kilos, en Málaga.Álvaro Cabrera

Juan José pesa 140 kilos menos que hace un año. En septiembre de 2018 se sometió a una reducción de estómago y, desde entonces, no ha dejado de bajar de peso. Ahora ya puede salir a la calle pero, para él, “nada ha cambiado”. “Llegué a pesar 300 kilos. Ahora estoy en unos 160. Mi calidad de vida ha mejorado pero estoy igual que antes: salgo porque tengo que andar pero no me apetece, no tengo a dónde ir y no me gusta relacionarme con la gente”, admite. En términos clínicos, Juan José es un paciente de éxito de la cirugía bariátrica porque ha logrado bajar casi la mitad de su peso. Pero la depresión que arrastra desde mucho antes de la intervención, eclipsa ese triunfo. Según la Sociedad Española de Cirugía de la Obesidad (SECO), la tasa de éxito a los dos años es del 90%, pero a largo plazo, baja al 60%. Los expertos apuntan a factores psicológicos detrás del fracaso y defienden reforzar esta disciplina en el abordaje terapéutico.

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La obesidad es una enfermedad compleja, sistémica y multicausal que se caracteriza por la acumulación excesiva de grasa —un índice de masa corporal (IMC) superior a 30 kilos por metro cuadrado—. En su origen influyen elementos genéticos, pero también ambientales, metabólicos y psicológicos. Esta dolencia, que afecta al 17% de los adultos y al 10% de los menores en España, se suele tratar con dietas, ejercicio físico e, incluso, tratamiento farmacológico. Pero si todas las alternativas terapéuticas primarias fallan, se abre la puerta a la cirugía bariátrica, un conjunto de operaciones de reducción de estómago para restringir la entrada o la absorción de los alimentos. Estas intervenciones se indican a los obesos más graves, con un IMC superior a 40; o a aquellos con un grado de obesidad menor (IMC de 35), pero que con otras enfermedades asociadas, como la diabetes. Según el Ministerio de Sanidad, en 2017, último año del que hay datos, se realizaron 6.224 cirugías bariátricas, el 77% en la sanidad pública. La lista de espera ronda los 500 días, según la SECO.

En la mayoría de los casos, los pacientes sometidos a una cirugía bariátrica pierden peso y mejoran su calidad de vida. La operación es segura y eficaz. Pero hay una parte de los casos operados —entre el 10% y el 30%— que fallan y ganan peso. La tasa de fracaso a 10 años es del 40%, según la SECO. “Cuanto más lejos vamos, más enfermos vuelven a ganar peso. Eso es por miedo a engordar, porque no han cambiado sus hábitos, por la ansiedad. Durante el primer año, adelgazas, pero la cirugía tiene un efecto temporal. A partir de ahí, depende del paciente. Las variables conductuales tienen un rol importantísimo”, apunta Ramón Vilallonga, de la unidad de cirugía endocrina, metabólica y bariátrica del hospital Vall d’Hebron de Barcelona.

La situación psicológica del paciente, coinciden los expertos, juega un papel capital para entender el éxito de los tratamientos. De hecho, en la fase preoperatoria, el paciente ya se somete a una entrevista psicológica. Las enfermedades psiquiátricas graves, comportamientos alimentarios de tipo bulímico o la adicción al alcohol u otras drogas contraindican la cirugía. “Nos aseguramos de que entiendan la información recibida, los efectos secundarios, el autocuidado que han de tener. Miramos que no tengan un trastorno psicopatológico severo o que no estén en un momento de gravedad de su trastorno”, explica Rocío Basanta, psicóloga del Grupo Gallego de Tratamiento de la Obesidad Grave. Los profesionales estiman que un 50% de las personas con obesidad sufren algún trastorno de salud mental.

La cirugía bariátrica en cifras

Intervenciones. Según el Ministerio de Sanidad, en 2017, último año del que se tienen cifras, en España se realizaron 6.224 operaciones de cirugía bariátrica, el 77% en la sanidad pública.

Lista de espera. La Sociedad Española de Cirugía de la Obesidad estima que la espera media de los pacientes para ser intervenidos es de unos 500 días desde que son derivados a cirugía.

Coste-eficiencia. La SECO apunta a que una intervención de este tipo ronda los 4.500 euros pero es coste-eficiente, porque mejora la situación del paciente y las comorbilidades asociadas

Éxito. A los dos años de la cirugía, la tasa de éxito se sitúa en el 90%, pero se reduce con el tiempo. A los 10 años de la operación, esta tasa baja al 60%.

Los pacientes de cirugía bariátrica están atendidos por un equipo multidisciplinar de cirujanos, endocrinólogos, psiquiatras, psicólogos y nutricionistas. Antes de la intervención, han de perder peso y empezar a adquirir hábitos saludables de alimentación y ejercicio. Los profesionales los preparan, además, para el postoperatorio. “Tienen tendencia a pensar que la cirugía te cambiará la vida cuando lo que cambia es el aspecto. No es un proceso fácil e instantáneo. Y bajar de peso de una forma tan rápida hace que el cuerpo sufra (estrías, pieles sobrantes) pero la gente tiene una expectativa muy alta”, apunta Basanta.

Pese a todo el control previo, a veces el éxito terapéutico es efímero y, tras la reducción inicial por la intervención, vuelven a ganar peso. “Los médicos nos centramos en lo que tiene por dentro, pero el paciente no vive aislado y, si vive en un ambiente obesogénico, todo es más complejo”, señala Albert Goday, endocrinólogo del hospital del Mar de Barcelona. El especialista ha participado en una investigación científica que calculó que, en 2030, el 80% de los hombres y el 55% de las mujeres tendrán exceso de peso.

Las expectativas creadas también juegan en contra. “Nos encontramos con gente con una insatisfacción vital global que calma comiendo. Ellos creen que ese malestar viene por el peso pero, les quitas la obesidad y siguen igual. Seguramente tienen un problema de personalidad de base, dificultades de control de la impulsividad…”, explica Marina Díaz, vicepresidenta de la Sociedad Española de Psiquiatría.

Según un estudio de la SECO, el riesgo de suicidio tras la intervención es más elevado que en la población general. La tasa de divorcios también es más alta. “Hay una alteración de la imagen corporal y cuesta mirarse a los espejos. También pueden aparecer dificultades en la sexualidad porque el cambio integral es más difícil integrarlo en la pareja”, apunta Basanta. Otras investigaciones publicadas en la revista científica JAMA señalan que la prevalencia de abuso de alcohol dos años después de la operación es mayor y el riesgo de atención hospitalaria por consumo excesivo de esta droga se duplica. “Cuando se sinceran, algunos pacientes te dicen que les han operado la barriga pero el problema lo tenían en el cerebro”, concluye Goday.

"Nadie nos dice que nunca nos vamos a curar”

Los expertos reclaman reforzar el abordaje psicológico de los pacientes de cirugía bariátrica con más especialistas y un seguimiento intensivo tras el postoperatorio. “Las horas que tenemos de psicólogos son a cuentagotas. Las terapias grupales funcionan pero hace falta más atención individual”, avisa Goday. En su hospital, un 15% de los pacientes abandonan el seguimiento dos años después de la operación. A los 10 años, lo hace el 40%. “Porque están muy bien o porque han ganado peso y les avergüenza”, apunta. Vilallonga también defiende “un seguimiento y apoyo psicológico de por vida” a los casos más complejos.

También los pacientes lo exigen. Teo Rodríguez está en lista de espera para una intervención. Llegó a pesar 385 kilos (ahora está en 250). “La obesidad es un problema psicológico ante todo. Los obesos solemos aislarnos en nuestro mundo. Te quedas en casa por el qué dirán, te aburres y ¿qué haces? Pues comes”, sintetiza. El joven, de 32 años, exige más atención psicológica. “A mí se me negó un psicólogo. Solo me vio un psiquiatra cuatro veces y nada más porque dicen que estoy bien. Pero yo sé cómo tengo mi cabeza y lo necesito”, apunta.

El presidente de la Asociación Nacional de Personas Obesas, Jesús Javier Díaz, reclama más psicólogos también en atención primaria. "El paciente obeso está vinculado a un shock postraumático, al rechazo social y al aislamiento. Muchas personas sufrimos un cuadro de trastorno psicológico pero no hay nadie que lo evalúe", lamenta. Y critica la desinformación en torno a la obesidad y a la cirugía. "Nadie nos dice que nunca nos vamos a curar. Somos pacientes crónicos".

Con todo, la SEPO defiende que la cirugía es coste-eficiente, incluso en los casos que fracasan. “Aún en ese 40% que vuelve a engordar, la obesidad es menor y tiene menos comorbilidades. Una cirugía de la obesidad cuesta 4.500 euros y un tratamiento farmacológico para la diabetes tipo II son 1.300 euros mensuales por paciente”, apunta el vocal de SECO, José Vicente Ferrer.

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Jessica Mouzo
Jessica Mouzo es redactora de sanidad en EL PAÍS. Es licenciada en Periodismo por la Universidade de Santiago de Compostela y Máster de Periodismo BCN-NY de la Universitat de Barcelona.

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