La obesidad es una epidemia que se previene desde la cuna
La OMS hace por primera vez recomendaciones sobre actividad física y sedentarismo para niños de cero a cuatro años
Uno de cada cinco niños sufre obesidad, una enfermedad crónica que empeora notablemente la calidad de vida y aumenta el riesgo de padecer, entre otras, enfermedades cardiovasculares, hipertensión y diabetes. Sin embargo, aún hay poca consciencia en la sociedad de la gravedad de esta epidemia, cuyo tratamiento más eficaz es la prevención. Para ello, la primera infancia constituye, según los expertos, una etapa crucial para la instauración de hábitos saludables y evitar desarrollar una obesidad que en la mayoría de los casos persiste hasta la adolescencia. Tanto que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha publicado este miércoles por primera vez una guía sobre actividad física, sedentarismo y sueño para niños de cero a cuatro años. A partir del año, recomienda realizar al menos tres horas de actividad física al día; nada de tiempo de pantallas hasta los dos años, y a partir de esa edad, lo menos posible, con una hora diaria como máximo.
"La inactividad física se ha identificado como uno de los principales factores de riesgo en la mortalidad global y contribuye al incremento del sobrepeso y la obesidad", afirma el documento. Según los datos del organismo, 124 millones (casi un 20%) de niños y adolescentes de entre 5 y 19 años sufren obesidad en todo el mundo. Entre los menores de cinco, 41 millones tienen sobrepeso o son obesos, un 5,9% del total mundial. Se entiende que hay sobrepeso infantil cuando el índice de masa corporal (se calcula dividiendo el peso del niño en kilos entre la talla en metros al cuadrado) está por encima del percentil 85 de las tablas de la OMS, y que hay obesidad cuando este índice está por encima del percentil 97.
Haciendo ejercicio con el pediatra
La Unidad contra la Obesidad y el Riesgo Cardiovascular del Hospital General de Valencia es una de las más grandes de España, con cerca de 350 nuevos casos de niños con obesidad al año. La mayoría de las veces, vienen derivados de los centros de atención primaria de toda la Comunidad Valenciana. Los pequeños son evaluados con múltiples pruebas, incluidos análisis de sangre o pruebas de esfuerzo medidos con wearebles desarrollados para la unidad, para recibir un tratamiento individualizado, explica Julio Álvarez Pitti, uno de los dos pediatras que forman el grupo, junto con una enfermera y un dietista-nutricionista.
"La intervención ha de ser con toda la familia, sobre todo con los padres", explica Álvarez Pitti. Así, explican los cambios necesarios en la alimentación o ejercicios que se pueden hacer en casa a coste cero. La unidad ha desarrollado un programa, llamado PAIDO, que incluye actividades como Marchando con mi pediatra, en la cual los médicos quedan con las familias los jueves en el río Turia para hacer actividad física. También realizan talleres de alimentación saludable, con una parte teórica, impartida por el dietista, y una práctica, en la que los niños y los padres aprenden a cocinar recetas sanas en el propio hospital.
En España, los datos disponibles más fiables son los del estudio Aladino de 2015, según los cuales un 23,2% de los niños entre 6 y 10 años tenían sobrepeso y un 18,1% obesidad, utilizando las curvas de crecimiento de la OMS. "Es una epidemia que afecta a niños cada vez más jóvenes, por eso es primordial empezar la prevención lo antes posible, tanto en buenos hábitos alimentarios como en actividad física", afirma Juana Willumsen, experta en obesidad infantil de la organización.
El riesgo de desarrollar obesidad a una edad temprana es que en un porcentaje muy alto de los casos esta se mantiene durante la adolescencia y la edad adulta, según un estudio publicado en The New England Journal of Medicine sobre más de 50.000 niños y adolescentes alemanes. Según la investigación, casi un 90% de los niños obesos a los tres años seguían siéndolo durante la adolescencia. Y entre los adolescentes con sobrepeso u obesidad, la mayor ganancia de peso, medida en una aceleración más rápida del Índice de Masa Corporal, se produjo entre los dos y los seis años de edad.
"Estos datos indican que no se puede esperar hasta que el niño tenga 10 años para actuar, porque para entonces, los malos hábitos ya se han instaurado y se ha desarrollado el tejido adiposo, por lo que es mucho más difícil de tratar", explica Julio Álvarez Pitti, pediatra de la Unidad contra la Obesidad y el Riesgo Cardiovascular del Hospital General de Valencia e investigador CIBERObn. Álvarez Pitti, en cuya unidad reciben cerca de 350 nuevos casos de niños obesos al año, valora como "muy pertinentes" las directrices de la OMS para la primera infancia, ya que "la prevención se debe iniciar mucho antes de lo que hasta ahora se pensaba".
En su guía, el organismo aconseja que los niños no estén sentados o atados en carritos, tronas o mochilas más de una hora seguida cada vez. Para los bebés, lo ideal es que estén "físicamente activos varias veces al día" a través de juegos en el suelo con interacción de otras personas. Los que aún no deambulen deberían pasar al menos media hora a lo largo del día tumbados boca abajo despiertos. A partir del año, recomienda que los niños realicen al menos 180 minutos de actividad física al día, que, a partir de los tres años, deberían incluir al menos una hora con intensidad "de moderada a vigorosa", por ejemplo, juegos que impliquen correr o saltar, describe Willumsen. "Lo que se recomienda a esta edad como actividad física no es tanto ejercicio y deporte, sino jugar de forma activa para desarrollar la musculatura y el conocimiento del mundo", explica.
El documento de la OMS también incluye recomendaciones de tiempo mínimo de "sueño de calidad", un factor muy importante, según Álvarez Pitti, para prevenir la obesidad. "No dormir lo suficiente provoca que el cuerpo se sienta falto de energía, a lo que reacciona desarrollando un mecanismo de más apetito, y además pidiendo alimentos hipercalóricos", afirma.
En su consulta, el pediatra ha tratado a niños de tres años con 25 kilos, de nueve años con 75 kilos o de 11 años con 90 kilos. El médico, que pertenece al Comité Promoción de la Salud de la Asociación Española de Pediatría, asocia el aumento exponencial de la obesidad en las últimas décadas a una combinación de mala alimentación con el aumento del ocio sedentario y la limitación de la actividad infantil al aire libre debido a la inseguridad y al trabajo de los padres.
Las recomendaciones de la OMS
NIÑOS MENORES DE 1 AÑO:
- Actividad física: estar físicamente activo varias veces al día, sobre todo a través de juego en el suelo con interacción con otras personas. Para los bebés que aún no deambulan, al menos 30 minutos diarios boca abajo despiertos.
- Sedentarismo: no más de una hora cada vez atados en carros, tronas o mochilas. Nada de tiempo de pantallas. Se anima a los cuidadores a leer y contar cuentos.
- Sueño de calidad: de 0 a 3 meses, de 14 a 17 horas, incluidas siestas. De 4 a 11 meses, de 12 a 16 horas.
NIÑOS DE 1 A 2 AÑOS
- Actividad física: al menos tres horas al día en actividades físicas de distinto tipo e intensidad.
- Sedentarismo: no más de una hora cada vez sentados o atados en carros, tronas o mochilas. Hasta los dos años, nada de tiempo de pantallas pasivo. A partir de esa edad, cuanto menos mejor, con un máximo de una hora. Se anima a los cuidadores a leer y contar cuentos.
- Sueño de calidad: de 11 a 14 horas, incluyendo siestas, a horas regulares.
NIÑOS DE 3 A 4 AÑOS
- Actividad física: al menos tres horas al día en actividades físicas de distinto tipo e intensidad. De ellas, al menos una hora de intensidad moderada a vigorosa (correr, saltar, etcétera).
- Sedentarismo: no más de una hora cada vez sentados o atados en carros o tronas. Cuanto menos tiempo de pantallas pasivo mejor, con un máximo de una hora. Se anima a los cuidadores a leer y contar cuentos.
- Sueño de calidad: de 10 a 13 horas, que puede incluir una siesta, a horas regulares.
Álvarez Pitti detalla las enfermedades que se asocian a la obesidad, y que pueden aparecer incluso en niños: "Hay riesgo de que desarrollen resistencia a la insulina, que es un paso previo a la prediabetes y a la diabetes tipo 2. También pueden tener alto el colesterol malo y los triglicéridos, lo que favorece la artereoesclerosis y los infartos precoces (hacia los 40 años); o tener hipertensión, o hígado graso, que es la segunda causa de trasplante hepático en Europa; apneas de sueño, problemas osteoarticulares que generan dolor de espalda o en las piernas; problemas dermatológicos, crecimiento del pecho, incluso glandular, infección en los pliegues...".
Una serie de dolencias que disminuye mucho la calidad de vida de estos niños y que se traduce en trastornos psicosociales y una baja autoestima al no poder hacer todo lo que quieren por su baja condición física, dice Álvarez Pitti. "Hay que poner medios, recursos, las instituciones no lo tienen claro", critica el pediatra.
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