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Las eutanasias bajan en Holanda por primera vez en una década

El año pasado, 6.126 personas eligieron morir así, un 7% menos que en 2017

Isabel Ferrer
Una doctora, junto a una paciente en un centro sanitario.
Una doctora, junto a una paciente en un centro sanitario.afp

En 2018 se practicaron en Holanda 6.126 eutanasias, un 7% menos que en 2017 (con 6.585 casos), y es la primera vez en una década que la cifra baja con respecto al año anterior. En 2010, 3.316 personas eligieron poner fin a sus días de esta manera. Los datos aparecen en el informe anual elaborado en conjunto por las cinco Comisiones Regionales que revisan la práctica en el país, y el Ministerio de Sanidad quiere averiguar las razones del cambio. Si es porque los enfermos lo piden menos, por reticencias de los médicos a ser juzgados en caso de mala praxis, o tal vez por la mejora de los cuidados paliativos. El informe encargado al respecto estará listo a finales de 2019. La Ley de Eutanasia entró en vigor en 2002, pero sigue penalizada hasta con 12 años de cárcel si se vulneran sus requisitos.

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“Para los facultativos, la revisión de sus actos que efectúan las Comisiones es un momento tenso. Todavía más si acaban en manos de los fiscales. Pero no tienen por qué dudar de su labor. Observamos una aplicación cuidadosa de la eutanasia y nuestras comprobaciones contribuyen a ello”, ha dicho Jacob Kohnstamm, presidente del organismo que las reúne. De los 6.126 casos de eutanasia constatados en 2018, seis fueron considerados “problemáticos” por los expertos, pero no creyeron necesario remitirlos a los tribunales. Otros cinco llegaron a la fiscalía, que investiga tres. El año pasado, el equipo de Kohnstamm publicó un Código de la Eutanasia, para ayudar a los facultativos e informar al enfermo. Por su parte, la Asociación holandesa de Psiquiatría elaboró una directiva para manejarse cuando el paciente tiene un problema psíquico. El Colegio de Médicos rechaza esta última modalidad. Por eso prepara una guía para sus socios, en especial los de cabecera, que suelen aplicarla y dudan cuando el enfermo ya no es consciente de sus actos (por ejemplo en casos de Alzheimer), pero dejó escrito su deseo de recibir ayuda para morir.

 Aunque las Comisiones recuerdan que “la demencia o los problemas psiquiátricos suponen el 1% de las peticiones de eutanasia, y un 90,6% son enfermos es fase terminal”, ha habido casos que han dejado huella. Entre ellos, destaca el de la geriatra llevada a juicio en 2018 por haberla aplicado supuestamente mal en 2016 a una anciana con demencia: la afectada lo pidió estando lúcida, pero había perdido la noción de la realidad cuando ocurrió. O la de Aurelia Brouwers, una chica de 29 años, con un trastorno límite de la personalidad y estrés postraumático. Los médicos concluyeron en 2018 que no tenía cura ni mejora y su sufrimiento era insoportable. O bien la condena simbólica de seis meses de cárcel provisional impuesta ese mismo año a Albert Heringa, de 75 años, que ayudó a morir a su madre, de 99 años, aquejada de terribles dolores de espalda.

En 2002, con la ley ya en marcha, hubo 1.882 casos. El médico debe agotar todas las posibilidades de mejora de la enfermedad de su paciente. Este, a su vez, tiene que pedirla de forma reiterada, con lucidez y seguridad, y porque padece un sufrimiento insoportable. El facultativo está obligado a consultar antes con otro colega. La ley contempla tanto la practicada por ellos, como la ayuda al suicidio (el paciente toma una sustancia preparada por el médico) y la combinación de ambas.

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