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Néctar, la máquina argentina que produce aceite de cannabis en casa

Un grupo de estudiantes de diseño industrial de la UBA crean un sistema de extracción seguro, confiable y barato

El diseñador Franco Di Paolo muestra el prototipo de Néctar, la máquina para producir aceite de cannabis.
El diseñador Franco Di Paolo muestra el prototipo de Néctar, la máquina para producir aceite de cannabis.Gustavo Bosco
Federico Rivas Molina
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La pipeta se llena de una nieve de dióxido de carbono, pero cuando sube la temperatura se produce el milagro. Eso que era una masa blanca e informe se transforma ahora en pequeñas gotas de aceite. Aceite de cannabis, necesario para tratar enfermedades crónicas de efectos devastadores, como la epilepsia refractaria que arruina la vida de miles de niños. El proceso es muy simple: las hojas se introducen en un grueso cilindro de acero inoxidable, luego se cargan los parámetros de presión y temperatura en una pequeña pantalla y se presiona el play. Todo dura entre cinco minutos y un par de horas, dependiendo de la materia prima. La máquina extractora se llama Néctar y salió de la cabeza de cinco estudiantes de la Facultad de Diseño Industrial de la Universidad de Buenos Aires. Por el momento Néctar es un prototipo único, pero sus creadores esperan pronto dar el salto a la producción industrial.

Lo que fue el trabajo final de una licenciatura es ahora un producto único, con posibilidades enormes de desarrollo. La idea surgió en marzo de 2017, cuando los planes del trabajo final coincidieron con la aprobación en el Congreso de la ley que regula la investigación médica y científica de cannabis para uso medicinal. A dos años de aquella norma, los pacientes deben importar el aceite a razón de 400 dólares por botella, suficiente para un mes de tratamiento, y tienen prohibido cultivar sus propias plantas. Acuden entonces al mercado negro, donde la producción de aceite se realiza con solventes tóxicos, sin control y resultados poco confiables. Néctar, en cambio, es completamente segura y no deja residuos químicos.

“El método que utiliza es el de la extracción mediante fluidos supercríticos, elementos que difunden como un gaseoso y disuelven como un líquido. Se trata de alcanzar un estado híbrido que se obtiene a partir de una presión y una temperatura determinada. Para el dióxido de carbono, que usamos como hielo seco, el punto supercrítico es relativamente bajo: se alcanza a 73 bares (un bar equivale a la presión atmosférica) y a 33 grados centígrados. Cuando se comprime el dióxido de carbono en esas condiciones se convierte en un súper solvente que interactúa con la planta y logra extraer los componentes químicos”, explica Franco Di Paolo, del equipo que ideó Néctar, integrado por jóvenes de no más 25 años.

Néctar reproduce las condiciones de extracción. Alterando la presión y la temperatura se obtendrán entonces diferentes tipos de aceite de cannabis, según la necesidad del paciente. El mes próximo, el prototipo se someterá a pruebas de laboratorio para refinar las coordenadas que debe recibir el ordenador para cada producto. El proceso de Néctar no es nuevo y se utiliza a escala industrial, por ejemplo para extraer la cafeína del café. “La novedad es que hemos cambiado la escala, con un proceso muy sencillo”, dice Di Paolo.

Los esfuerzos del diseño se pusieron en la practicidad. Se inspiraron en las máquinas de café, donde basta apretar un botón. “Hay algunas máquinas de extracción similares, pero son un rejunte de caños que realizan procesos poco controlables”, agrega Di Paolo. El proyecto ha recibido el apoyo de Mamá Cultiva, la asociación de mujeres que luchan por la legalización de la producción hogareña del aceite o una producción estatal que, si bien exige la ley de 2017, aún no existe. “Cuando estuvimos con ellas, sentimos que estábamos solucionando sus problemas para la extracción de aceite”, dice Di Paolo. Sin embargo, aún falta para que la producción en serie de Néctar. 

“El salto es encontrar algún tipo de aliado en la fabricación”, explica Di Paolo, “o formar parte del plan de desarrollo de uso del cannabis que impulsa el Estado”. El grupo se reunió con funcionarios del ministerio de Ciencia a finales del año pasado y se fueron con la promesa de nuevos encuentros en marzo. Mientras tanto, saben que tiene oro entre las manos. Di Paolo sabe a qué se enfrentan: “Siempre te lo pueden copiar, por eso la cuestión es salir en el momento adecuado, no tardar y hacerlo bien para estar un paso delante de los que quieren competir contigo”.

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Sobre la firma

Federico Rivas Molina
Es corresponsal de EL PAÍS en Argentina desde 2016. Fue editor de la edición América. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos Aires y máster en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

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