_
_
_
_

El ciberacoso perpetrado por periodistas sacude a la prensa francesa

Las denuncias sobre los ataques a colegas en Internet abren un debate sobre el sexismo en los medios

Marc Bassets
Dos personas trabajan con sus ordenadores y teléfonos móviles, en una imagen de archivo.
Dos personas trabajan con sus ordenadores y teléfonos móviles, en una imagen de archivo.CARLOS ROSILLO
Más información
Movimiento MeToo
Una de cada cinco mujeres en España sufre abusos en las redes sociales
Reino Unido castigará con hasta dos años de cárcel tomar fotos bajo las faldas de una mujer

La mecánica era similar. Ellos apuntaban en Twitter a alguna persona —en general, mujeres— cuyas opiniones merecían su desaprobación. Se burlaban de ellas. Detrás, como suele ocurrir en esta red social, llegaba la jauría de trolls: usuarios, algunos de ellos anónimos, que inundaban a la víctima de descalificaciones. En ocasiones, el hostigamiento saltaba del mundo virtual al mundo real. A una mujer la visitaron a su lugar de trabajo y un día le gastaron una broma pesada por teléfono que acabó colgada en la red.

La particularidad de este caso de ciberacoso es que los acosadores eran periodistas y sus víctimas, también. Ocurrió entre finales de la pasada década y principios de la actual. Su descubrimiento ha propiciado un inicio de autoexamen en algunos medios de comunicación. “Por fin los medios abordan su introspección”, tituló el martes Libération, que sitúa el escándalo en el contexto de revelaciones de acoso y sexismo del movimiento MeToo y como ejemplo de las relaciones de poder en el periodismo.

Más allá de círculos reducidos, se desconocía la existencia del grupo hasta la semana pasada, cuando, a raíz de algunos mensajes de denuncia en Twitter, Libération explicó qué era la Liga del LOL. Este es el nombre que recibía un grupo privado de Facebook compuesto por una treintena de personas, mayoritariamente hombres blancos, profesionales en el mundo de la comunicación.

La Liga del LOL (LOL, en inglés, son las siglas de laughing out loud, reírse a carcajadas), empezó en 2009, con el simple fin de “divertirse”, como ha contado ahora su fundador, el periodista Vincent Glad, colaborador de Libération. Se trataba de hacer chistes y gastar bromas, algunas pesadas, o de burlarse de otros colegas en las redes sociales.

“Rápidamente”, añade Glad en un mensaje difundido en Twitter, “nuestra manera de divertirnos se volvió muy problemática, y no nos dábamos cuenta”. “La palabra feminista que [en los años 2011-2012] se liberaba nos parecía ridícula. Al principio yo no entendía estas palabras que aparecían: ‘patriarcado’, ‘cultura de la violación’, ‘mansplaining’… Me burlaba, como me burlaba de todo. Hoy me horrorizo al ver circular mis tuits de 2013 donde me burlaba de la cultura de la violación. Me avergüenzo”.

La periodista Florence Porcel empezó a recibir ataques en 2010. “Me encontraron ellos, yo ignoraba su existencia. Yo estaba en Twitter. Había hecho vídeos que habían sido virales y se habían mediatizado. Imagino que así conocieron mi existencia”, explica Porcel por teléfono. “Ignoro por qué se encarnizaron conmigo”.

Otras personas que fueron objetivo de la Liga del LOL tenían un perfil similar. “Eran jóvenes que estudiaban periodismo, o periodistas, del mundo de la comunicación, o jóvenes blogueros, pero no sólo”.

De ella difundieron fotomontajes pornográficos. Una vez acudieron a un plató de televisión donde participaba en un programa en directo. Fue en 2013 cuando recibió la llamada de un supuesto productor de televisión, llamada que siguió disponible online hasta este fin de semana, cuando, después de que estallase el escándalo, desapareció. “Fueron cuatro años de tensión permanente”, resume.

Otro exmiembro de la Liga del LOL admite en un mensaje en Twitter: “Durante este periodo, realicé dos bromas telefónicas, entre ellas la que, con valentía, ha contado Florence Porcel, en la que yo me hacía pasar por un contratador de televisión. Ahora me doy cuenta de lo asquerosos que son estos actos, y no hay excusa”, escribe David Doucet, suspendido de su cargo de redactor jefe de Les Inrockuptibles.

Y otro periodista de Libération que pertencía a la Liga del LOL, Alexandre Hervaud, ha explicado en un mensaje: "La vocación inicial y única de este grupo privado, como tantos otros, era intercambiar links cool, cotilleos y planes para salir de marcha entre periodistas, comunicadores, grafistas, fotógrafos, autores, etc."

“El ciberacoso se acerca mucho al acoso escolar”, declara al medio Brut otra periodista, Léa Lejeune. “Son los mismos mecanismos: la gente cool del patio de colegio que se fija en la persona que consideran más débil”.

"Los miembros de la Liga del LOL se construyeron colectivamente una imagen de 'tíos guay', personas divertidas, brillantes. Gracias a este espíritu colectivo masculino hoy ostentan los puestos de poder", declaró a la emisora France Info Aude Lorriaux, portavoz del colectivo de mujeres periodistas Prenons la une (Tomemos la portada).

El director del diario, Laurent Joffrin, anunció en un editorial la suspensión provisional de dos de sus periodistas, a la espera de una investigación más detallada. También prometió abrir un debate interno para regular el uso de las redes sociales por parte de sus empleados.

“Todo eso", añade, "no exonera de una reflexión sobre esta ‘cultura’ del choque, de la invectiva, del insulto permanente, de la parodia cruel, del ataque por debajo de la cintura, de encarnizamiento obsesivo que infesta las redes y en particular Twitter, con frecuencia enmascarado detrás de seudónimos de humor dudoso”.

La ley francesa condena el ciberacoso con penas de 45.000 euros de multa y hasta tres años de prisión. Los casos vinculados a la Liga del LOL habrían prescrito. “Nada impide estudiar la prolongación de los plazos de prescripción, acabamos de alargarlo 10 años para la violación de menores”, ha declarado la secretaria de Estado de Igualdad, Marlène Schiappa.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Marc Bassets
Es corresponsal de EL PAÍS en París y antes lo fue en Washington. Se incorporó a este diario en 2014 después de haber trabajado para 'La Vanguardia' en Bruselas, Berlín, Nueva York y Washington. Es autor del libro 'Otoño americano' (editorial Elba, 2017).

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_