El jabalí, una plaga con riesgos para el ser humano
La gran expansión de la especie está tras el aumento de accidentes de tráfico y de algunas enfermedades del ganado
El jabalí se acerca cada vez más al hombre y campa a sus anchas entre urbanizacionesy restos de basura, donde encuentra alimento y jardines frescos. Las quejas por este motivo y por los daños que provoca en la agricultura y la ganadería debido a problemas sanitarios, van a más. A todo ello hay que sumar los accidentes de tráfico que causa su presencia inesperada en la carretera. En España no existe un censo nacional de jabalíes que permita conocer su densidad real, pero “se calcula que superan el millón de ejemplares”, responde el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. No solo eso, sino que "su crecimiento es ahora exponencial”, con una subida anual entre un 5%y un 15%, añade Christian Gortázar, catedrático de Sanidad Animal de la Universidad de Castilla-La Mancha e investigador del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC). De mantenerse la tendencia, la población se puede multiplicar por dos en 2025.
A falta de censo, los científicos utilizan los datos sobre ejemplares cazados y accidentes de tráfico que causan. Las capturas se han triplicado entre 2001, con 117.305 ejemplares abatidos, y 2016, con 354.648. Y estuvieron involucrados en 10.352 choques con vehículos en 2017 (un 73% más que en 2012), según la Dirección General de Tráfico (DGT).
Para Gortázar no hay duda de que el jabalí se ha convertido en una “especie-plaga o especie problema, que son aquellas que afectan negativamente a la salud de las personas o a su seguridad alimentaria”. Entre las infecciones que comparte el jabalí con el ganado destacan la tuberculosis y la peste porcina africana. “Actualmente”, explica Gortázar, “ambas infecciones emergen en Europa gracias a su capacidad de mantenerse en los jabalíes”. Con el hombre comparte “la triquinosis, la hepatitis E o la fiebre hemorrágica Crimea-Congo”.
El científico considera que la presión cinegética actual no basta para estabilizar las poblaciones, aunque contribuye de forma significativa. “Solo cazando dos tercios de la población se lograría frenar su aumento”, mantiene. Algo complicado, teniendo en cuenta que el número de licencias de caza ha bajado de 1,4 millones en 1990 a unas 800.000 en 2016.
A largo plazo se tendría que actuar sobre el hábitat, para reducirles el alimento y los lugares donde se cobijan, explica Gortázar. Pero España evoluciona al contrario. La superficie forestal, territorio favorable para la especie, ha subido un 33% desde 1990 por el abandono del campo. España se ha convertido así en el segundo país, por detrás de Suecia, con más terreno boscoso de la Unión Europea. “A lo que se une que la extensión de los maizales, refugio del jabalí, que se han quintuplicado”, puntualiza.
Miguel Ángel Hernández, experto en especies de Ecologistas en Acción, no está de acuerdo en considerar a la especie como una plaga. “Primero hay que conocer la situación real porque hay más incertidumbres que certezas”, observa. No cree que los datos sobre capturas en cotos de caza tengan el suficiente rigor. “Los dan los cazadores en función de sus intereses”, advierte.
En su opinión, el esfuerzo cinegético causa el efecto contrario al buscado y redunda en la proliferación de jabalíes, porque se acaba principalmente con adultos y machos, mientras que la población joven y la de hembras fértiles se mantiene. “Además, se siguen soltando jabalíes de granja para que los cazadores tengan más piezas. No sé si eso es luchar contra la supuesta sobrepoblación”, critica. Hernández culpa del conflicto que se está produciendo a la invasión del hábitat del jabalí, tanto por la expansión de los cultivos como de los desarrollos urbanísticos. “Se obliga al jabalí a invadir zonas humanizadas”, sostiene.
Una situación que se reproduce desde hace años en la zona noroeste de la Comunidad de Madrid. Varios pueblos (Las Rozas, Torrelodones o Majadahonda) se han unido para reclamar al Ejecutivo regional que les ayude. Un portavoz de la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio explica que “en terreno urbano la competencia recae en los Ayuntamientos”. Aunque para cazarlos o capturarlos deben pedir permiso a la consejería. Hasta octubre, el Ejecutivo madrileño ha concedido 286 permisos. Javier Gavela, veterinario del Ayuntamiento de Las Rozas, pueblo pionero en comenzar a aplicar medidas en 2004, pide la aplicación de un conjunto de medidas, “porque no es un tema local”.
En Cataluña la situación también es muy compleja. El Departamento de Agricultura ha comprobado la existencia de una población que ha nacido en condiciones urbanas o periurbanas, y que no se asusta de la presencia de personas o coches. Estos se alimentan de residuos que encuentran en la basura o que se les ofrece y descansan en rincones ajardinados o solares abandonados. Los ejemplares capturados en zonas periurbanas, aunque jóvenes, tienen un peso que les permite comportarse como adultos, y por tanto pueden criar antes de tiempo. En cambio, los cazados en el bosque, suelen ser ejemplares con un peso inferior. Mientras se encuentra la solución, los municipios advierten de que no se dejen las basuras a su alcance o se cierren las puertas de las vallas cinegéticas, que les impiden llegar hasta los lugares habitados.
Foco de contagio de la peste porcina africana
“Si la peste porcina africana (PPA) llegara a España sería dramático, porque somos una potencia mundial”, aclara Jaume Bernis responsable del sector porcino de COAG. La enfermedad se ha propagado a siete países de la Unión Europea. “El último foco se produjo en Bélgica y los datos apuntan a que la introducción se debe en un 90% a los jabalíes”, añade. Advierte a los cazadores de que en caso de localizar un ejemplar muerto avisen al Seprona, por si estuviera infectado. La Comisión Europea prohibió el movimiento de jabalíes vivos entre países para prevenir la extensión de la peste.
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