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Holanda se hunde más deprisa de lo previsto

Un mapa digital muestra el declive del suelo por el cambio climático y la acción humana

Isabel Ferrer
Varios soldados colaboran para reforzar un dique en Holanda.
Varios soldados colaboran para reforzar un dique en Holanda.Vincent JANNINK (afp)

Holanda es un delta desde el punto de vista geográfico, y su suelo se hunde a mayor velocidad de lo esperado debido a la acción humana y al cambio climático. Los veranos muy calurosos de los últimos años han acelerado el hundimiento del terreno, y en zonas donde predomina la turba —el carbón formado por la descomposición de vegetales— el proceso es irreversible. Un nuevo mapa digital ha recogido un proceso de deterioro ambiental que, según la Agencia de Evaluación Medioambiental, costará 22.000 millones de euros para 2050. Tanto el campo como la ciudad están afectados, y su evolución será actualizada a partir de ahora a diario.

El declive del suelo en gran parte de Holanda solía compensarse con la arena y arcilla depositadas durante las inundaciones por los grandes ríos que la atraviesan, en particular el Rin, Mosa y Escalda. Pero la construcción de diques se remonta a la Edad Media, y los ríos ya no se desbordan con periodicidad.

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"Llevamos 400 años bombeando el agua para cultivar y criar animales en tierra seca, y el suelo ha ido cayendo bajo el nivel del mar. Ya se sabía, pero con este nuevo mapa vemos claramente que en el oeste del país, con suelos de arcilla y turba, esta última desaparece una vez expuesta debido a la succión periódica de agua. Se oxida al entrar en contacto con el aire y contribuye a las emisiones de CO2", dice Ramón Hanssen, catedrático de Geodesia y Observación de la Tierra vía Satélite, de la Universidad Técnica de Delft, e investigador principal de los trabajos del mapa. Actualizado con información de satélites, sus mediciones son exactas y servirán para diferenciar las causas naturales, y provocadas, del hundimiento del suelo.

"Es un problema que no solo puede cambiar el típico paisaje holandés, con sus prados, molinos y ciudades monumentales. El daño causado a los cimientos de las casas y calles es visible en algunas ciudades". Gouda, situada al oeste del país y famosa por sus quesos, ya lo nota. Con unos 73.000 habitantes, su casco antiguo baja una media de tres milímetros anuales, y hasta 10 milímetros en algunos puntos, según el Ayuntamiento.

Las fachadas y puertas de algunos edificios se desequilibran, hay grietas en las paredes y el problema llega a las alcantarillas. Las autoridades locales han decidido abordar la situación de forma estructural, ya que muchos inmuebles están construidos sobre pilones de madera, algo que ocurre en el resto de los barrios históricos de Holanda.

"El cambio climático ha agravado el problema, con veranos cada vez más calurosos y sequías que han acelerado la desaparición de la turba", señala Hanssen. También ha influido la extracción de gas natural, del que Holanda tiene uno de los mayores yacimientos del mundo en la provincia de Groningen, al noreste del país. Obtenerlo provoca seísmos (unos 400 desde finales de los años 80) de hasta 4,5 grados, según los sismólogos. "El mapa mostrará si reducir la extracción disminuye el deterioro del suelo", concluye Hanssen. 

Medio metro en los próximos 50 años

El nuevo mapa digital del suelo holandés, presentado por el Centro de Geodesia y Geoinformática del país, puntea en rojo las zonas donde se hunde el pavimento al ritmo de cinco milímetros anuales. El amarillo es para las que caen un milímetro al año, y el azul —excepcional y sobre todo al sur del país— para la tierra que sube porque el agua bombeada por la minería vuelve al fondo.

De no tomarse medidas con prontitud, los investigadores señalan que el hundimiento del suelo de los Países Bajos puede superar los 50 centímetros en los próximos 50 años.

Con 31 millones de puntos de medición, el mapa revela “un problema ineludible, agravado por el cambio climático, otra realidad inevitable”, según Ramón Hanssen, líder del estudio.

En un país acostumbrado a lidiar con el agua, han surgido rápidamente propuestas para elevar las calles de las ciudades afectadas. Algunos municipios evalúan las propiedades de la lava, o incluso el poliestireno extruido, una espuma rígida que puede usarse como aislante térmico. En el campo, la mejor forma de evitar que decaiga el suelo es manteniéndolo mojado, algo poco conveniente para el ganado. Sin embargo, para la tifa o espadaña, una planta acuática, o los arándanos, una superficie húmeda no es un problema.

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