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“Los hombres me dicen que no vienen obligados”

La cómica chilena Natalia Valdebenito practica un humor turbador sobre la violencia sexual o el aborto

Pilar Álvarez
La humorista Natalia Valdebenito, el pasado martes en Madrid.
La humorista Natalia Valdebenito, el pasado martes en Madrid. © Carlos Rosillo (EL PAÍS)

Hay cosas de las que cuesta reírse. Y otras, también dolorosas, en las que solo se repara si entran con una carcajada. Por ejemplo, lea esto en frío: “Se necesitan anticonceptivos en todo momento. Úselos, porque el violador puede ser un tío o el curita”. Como mínimo es una puñalada en el estómago. Pero envuelto en un monólogo irreverente que intenta darle la vuelta a algunas realidades, puede resultar hilarante. Aunque duela.

La dureza con humor entra. Eso no es nuevo. Algo más novedoso es que los temas que suban al escenario y sean ovacionados desde el patio de butacas sean el aborto, la violencia sexual, la libertad de elección de las mujeres que no quieren ser madres o el mito del machito semental. Y eso es justo lo que hace la actriz y cómica chilena Natalia Valdebenito (Santiago de Chile, 1979).

“Necesitas esa voz que te diga lo que no quieres escuchar”, comenta esta mujer gesticulante y enérgica que acaba de empezar su primera gira por Europa (Gira sin miedo, la llama) que la llevará este noviembre por distintos escenarios de Madrid, Barcelona, Palma de Mallorca, Londres, Bremen o Berlín.

Valdebenito se ha convertido en rostro destacado de la nueva ola feminista chilena. Fue hace dos años cuando empezó su andadura hasta convertirse en un fenómeno global. Debutó en el Festival Viña del Mar, la cita más importante de su país. Era la primera mujer en más de una década después de que dos predecesoras fracasaran ante el duro público, como por otra parte había ocurrido también a decenas de comediantes masculinos.

“Entraba con todo el miedo, los periodistas me preguntaban: ‘¿Qué vas a hacer con tu fracaso?”, recuerda ahora sentada en Madrid. “Había tan poca expectativa que pensé: ‘Lo que salga resultará bien”. Y así fue. Tras esa actuación, las mujeres volvieron de forma más regular al Viña del Mar. Y hay ya dos espectáculos suyos en la plataforma digital global Netflix, Gritona y El especial, en los que la cómica reivindica vaginas “sonrientes” en contraposición con penes “sin sentido del humor”. Tiene más de 260.000 seguidores en la red Twitter, desde donde capitanea una plataforma de lucha feminista y donde se defiende de los ataques vehementes que recibe de los trolls. Las amenazas han llegado incluso al mundo real, algo que aún le sorprende: “Solo hago chistes, son ideas nada más. No tengo un lugar en el Parlamento ni lo quiero”.

Más temas difíciles con los que hacer reír. Violador y padre. En Chile, donde el aborto solo está permitido en caso de peligro para la vida de la mujer, inviabilidad fetal o violación, se cuestionó esta última causa. “Decían: ¿y si un violador quiere asumir a su hijo como propio?”. Hace pausa y abre mucho la boca para gritar: “¿Qué?”. “Está tan pervertida la forma en como nos ven a las mujeres, tan manoseada, que nuestra libertad no se entiende”.

En sus espectáculos, las carcajadas se suceden con los silencios incómodos que ella nota y asegura que disfruta. ¿Qué le comenta el público al terminar cada show? “Los hombres me dicen: no vine obligado. Y las mujeres: ahora me atrevo a decir que soy feminista”.

Su voz se suma a un creciente humor de mujeres, que en el escenario español tiene voces como Lucía Lijtmaer e Isa Calderón, autoras de Deforme Semanal, o Nerea Pérez y su Feminismo para torpes. Un fenómeno en el que la australiana Hannah Gadsby, lesbiana y feminista, pulverizó todos los límites con su último espectáculo, Nanette, en el que anunció que abandona el humor. Natalia Valdebenito promete por su parte que le queda para rato: “Mientras en mi país sea más grave robar un celular que pegar a una mujer, yo no me voy a callar”. 

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Sobre la firma

Pilar Álvarez
Es jefa de Última Hora de EL PAÍS. Ha sido la primera corresponsal de género del periódico. Está especializada en temas sociales y ha desarrollado la mayor parte de su carrera en este diario. Antes trabajó en Efe, Cadena Ser, Onda Cero y el diario La Opinión. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Sevilla y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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