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Cerco a la cría de visones y zorros para peletería

La decisión de varios países europeos de prohibir las granjas de animales de producción de pieles no ha afectado a la demanda, que continúa al alza

Esther Sánchez
Un visón encerrado en una jaula en una granja rusa.
Un visón encerrado en una jaula en una granja rusa. KIRILL KUKHMAR / TASS

Los Ángeles (3,8 millones de habitantes) reavivó la polémica en torno a la utilización de pieles naturales al anunciar la semana pasada el inicio del procedimiento para prohibir en un futuro la venta de artículos de piel (salvo cuero de animales domésticos). La presión contra las pieles se acentúa con el goteo de modistos de alta costura que renuncian al tejido peludo en sus colecciones y con las restricciones a las granjas de cría de visones, zorros, chinchillas o marmotas en varios países europeos.

El escenario, visto desde ese ángulo, se asemeja a una debacle para la industria peletera, pero la piel continúa de moda. Son miles los compradores que tiran del carro de una industria que mueve al año 30.000 millones de dólares (25.700 millones de euros), más del doble que hace 10 años. China copa el 70% de la producción mundial, seguida por Corea, Rusia, Estados Unidos y Europa, indica la Spanish Fur Association (SFA). Entre las ciudades destacan Nueva York y Londres, “a pesar de la presión de los grupos animalistas”, añade la patronal.

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El viejo continente desempeña un papel fundamental en la cría de animales: sus casi 5.000 granjas producen el 52% de la materia prima mundial con 42 millones de pieles anuales. La de visón es la más popular, como demuestran los 39 millones de ejemplares que se criaron en las explotaciones europeas, según los últimos datos de SFA de 2016. Le sigue la de zorro, con 2,6 millones y, a mucha distancia, la chinchilla, con 210.000 ejemplares y la marmota con 160.000. España cuenta con 54 granjas peleteras (el 80% en Galicia) donde solo se crían visones: 750.000 en 2016.

Una potente industria muy complicada de desmontar como piden los animalistas. Algunos gobiernos, empujados por el debate ético y la presión social, ponen coto a las granjas de cría, prohibiéndolas o endureciendo de tal manera los requisitos para su funcionamiento, que aboca a las explotaciones a su desaparición debido al incremento de los costes. Alemania, por ejemplo, exige desde 2009 más espacio, agua para que los visones puedan nadar y un área que permita a zorros y marmotas escarbar.

La opción de acorralar a las granjas ocasiona menos conflictos con la industria peletera que cortar el comercio de artículos de piel como ya sucede en San Francisco o West Hollywood (Estados Unidos) y en São Paulo (Brasil). La India cerró sus fronteras en 2017 a las importaciones de visón, zorro y chinchilla y Nueva Zelanda, al visón.

Reino Unido, Austria y Holanda han prohibido la apertura de nuevas explotaciones y en Dinamarca, paraíso de las pieles europeas con 1.533 factorías, las de zorro dejarán de existir a partir de 2023. Los peleteros sufrieron a principios de año un importante varapalo en Noruega, criador destacado de zorro y visón. El gobierno de la conservadora Erna Solberg presentó un plan para eliminar las granjas de peletería en 2025. Las 200 explotaciones que existen emplean a unas 400 personas. “Estamos conmocionados, sacudidos hasta la médula”, expresó el estado de ánimo de los empresarios Guri Wormdahl de la Asociación Noruega de Criadores de Pieles.

El presidente de la Asociación de Peletería de la Comunidad de Madrid, Luis Guichot, considera una “hipocresía” las cortapisas impuestas a las granjas, porque desplazan la producción a otros países. “Lo que no quieren para su casa lo hacen en la del vecino”, critica.

El Partido Animalista Contra el Maltrato Animal en España (PACMA), sin representación parlamentaria, plantea en su programa electoral el cierre de las granjas peleteras. El grupo critica las condiciones de cría de animales como los visones, “hacinados en jaulas diminutas hasta que a los siete meses se les gasea, desnuca o electrocuta”. El estado de ansiedad en el que viven les lleva a autolesionarse: “Se muerden la piel, la cola y las patas, además de agredirse entre ellos”.

El presidente de la SFA, Emilio Álvarez, rechaza las acusaciones de PACMA y explica que “la polémica creada por asociaciones animalistas se debe a que piensan que se utilizan las mismas técnicas de hace 30 años, y así lo divulgan a los consumidores finales, confundiendo su opinión”. Álvarez aclara se aprovecha todo, no solo la piel, “ya sea para cosmética, abono o pienso para alimentar a otros animales e incluso como biocombustible”. Sin olvidar que la industria europea se rige por estándares de bienestar animal muy rígidos, dice.

En cuanto a los problemas medioambientales, Álvarez replica que “habría que decirle a las marcas de moda que se están dejando llevar por esta tendencia de free fur (libre de piel) que si realmente se preocupan por la sostenibilidad, deberían entender que la piel sintética permanecerá en un vertedero durante siglos porque es plástico puro”.

Diseñadores como Calvin Klein, Stella MacCartney, Ralph Lauren, Hugo Boss, Gucci, Armani o el español Adolfo Domínguez han desterrado el uso de pieles. No todo es unanimidad, Karl Lagerfeld enfureció a los defensores de los derechos de los animales con un desfile en la temporada 2015/2016 con la piel en primer plano. Y mantiene su protagonismo en las principales pasarelas del mundo, con Milán a la cabeza, seguida de París, Nueva York y Londres.

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Sobre la firma

Esther Sánchez
Forma parte del equipo de Clima y Medio Ambiente y con anterioridad del suplemento Tierra. Está especializada en biodiversidad con especial preocupación por los conflictos que afectan a la naturaleza y al desarrollo sostenible. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y ha ejercido gran parte de su carrera profesional en EL PAÍS.

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