La única autoridad de La Gran Familia era Mamá Rosa
Las escuelas que funcionaban en el albergue mexicano operaban sin supervisión oficial. Quedan 221 personas en el hospicio
La Gran Familia, el albergue mexicano situado en Zamora (oeste de México) donde la Policía halló a cerca de seiscientas personas -438 menores- en condiciones de hacinamiento y semiesclavitud, no pasaba por ningún tipo de control pese a los donativos oficiales que recibía hasta este mismo año y los permisos que contaba para operar en su interior. Las escuelas primaria y secundaria que funcionaban en el hospicio, por ejemplo, no se sometían a ningún tipo de supervisión escolar, según han denunciado exprofesores. "El control que ejercía la fundadora y dueña del hospicio, Rosa del Carmen Verduzco Verduzco Mamá Rosa, era tal que nadie entraba al sitio sin su autorización expresa, no concedía entrevistas desde hacía por lo menos cinco años, no mostraba a medios las condiciones del albergue y aun los invitados especiales no accedían al patio principal, donde se hallaban la mayoría de los internos", relata una fuente del ayuntamiento local.
La oficina de Unicef en México ha pedido al Gobierno mexicano que elabore un registro de los albergues y casas de cuidado que operan en el país al quedar en evidencia, por este caso, el vacío legal que enfrentan miles de menores en condiciones vulnerables, según indica un comunicado difundido el jueves.
Las cuentas de La Gran Familia, desmantelado tras un operativo en el que intervino la policía y el Ejército el martes 15 pasado, también son confusas. Los donativos privados recaudados entre 2009 y 2013, acumulados en por lo menos una cuenta del banco Banamex, suman cerca de nueve millones de pesos (700.000 dólares). A ello se añaden los subsidios oficiales declarados a Hacienda, que se elevan a 10 millones de pesos (772.000 dólares), y que según la institución se gastaron en el mantenimiento del albergue, que se hallaba en terribles condiciones. El monto total de los donativos recibidos por el hospicio, fundado en 1947 por Verduzco es desconocido. Mamá Rosa ha sido declarada senil por la Justicia mexicana y por tanto no se le procesará por ningún delito. Seis de sus colaboradores están encarcelados y enfrentan un juicio por delitos de privación de la libertad y abuso sexual y físico en contra de los internos. Había más de 50 denuncias en contra del albergue, las primeras desde 1989.
En sus más de sesenta años de historia, La Gran Familia recibió donativos privados y subsidios gubernamentales para mantener una escuela (que contaba con el reconocimiento oficial de la Secretaría de Educación Pública de México), un gimnasio donado por la Reina de Inglaterra (que, al menos cuando se permitió el acceso a los medios de comunicación dos días después de la operación policial, no estaba en su interior) y hasta un equipo de purificación de agua donado hace por lo menos 20 años que permanecía intacto en una de las bodegas de la propiedad, de 2.500 metros cuadrados. Pero los resultados de las verificaciones oficiales realizadas en ese tiempo, si es que existieron, no han sido difundidos.
La propia Mamá Rosa, que concedió una entrevista a León Krauze para la cadena norteamericana Univisión y publicada en México en el periódico El Universal, calcula que al menos 4.000 niños pasaron por las aulas de La Gran Familia. Entre las actividades que se enseñaban a los niños, la mayoría provenientes de la calle y de familias de bajísimos recursos, se incluían clases de música que les permitía aspirar a un mejor futuro al que tenían en la calle.
Los instrumentos de música, de hecho, eran de los pocos objetos que todavía permanecían en buen estado (y en poder de los niños) al interior de la propiedad, que el jueves 16 pasado tenía los baños inservibles, el almacén de alimentos impregnado de un penetrante olor a comida podrida y las habitaciones de los niños, a todas luces rebasadas en su capacidad, rebosantes de chinches, pulgas y piojos. Y lo más duro: el testimonio de decenas de internos que repetían los abusos que les sometían los cuidadores del albergue, aunque muchos disculpaban los golpes (una práctica común en el hospicio, contaban) como un castigo “necesario” para su comportamiento. Varios de ellos habían sido internados por sus propios padres al no poderlos controlar, no poderlos atender, o por problemas de alcoholismo o drogadicción pese a su corta edad.
Mamá Rosa declaró en la entrevista a Univisión que había dado a los niños “todo lo que tenía”, aunque una investigación del portal mexicano Animal Político encontró que, al menos en Zamora, había por lo menos 15 propiedades a su nombre. Verduzco, proveniente de una familia acaudalada, había renunciado desde temprana edad a una vida cómoda para dedicarse a los niños y muchos de ellos, a lo largo de sus décadas de historia, sí consiguieron estudiar carreras universitarias. Juan Sebastián Stamatio Martínez, de 38 años, vivió en la casa entre 1988 y 1991 y defendió la labor de Verduzco: "Yo fui muy feliz en la casa de Mamá Rosita", declaró a la BBC. Otros testimonios aseguran que Mamá Rosa había reemplazado lo que en realidad debían haber hecho albergues oficiales. Tan así que en Zamora no existe un hospicio gestionado por el propio Gobierno: el lugar lo ocupaba el suyo.
La división administrativa en México permitió que los albergues gestionados por el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) de muchos municipios fueron los mismos que llevaran a decenas de niños huérfanos a Zamora con Mamá Rosa. Un documento al que tuvo acceso este periódico muestra que por lo menos 46 de los 438 menores hallados en su interior fueron llevados por los DIF de una decena de municipios, la mayoría del Estado de México.
Pero en las seiscientas historias halladas el martes 15 caben muchos relatos. Hay casos de niños que nacieron al interior del albergue, e incluso el caso de una mujer de más de cincuenta años que ingresó de pequeña y que fue liberada hasta esta semana.
El Gobierno ha comenzado a llevar a los menores a sus lugares de origen desde el desmantelamiento del albergue, pese a que 221 personas permanecen en su interior por no tener otro lugar a dónde ir o por sufrir algún tipo de padecimiento mental (hay por lo menos 15 enfermos). En el interior del hospicio permanecen también seis mujeres con bebés que nacieron ahí, en La Gran Familia.
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