Brasil suspende en innovación por la falta de conocimientos
El 64% de la población no logra aplicar conceptos científicos en tareas cotidianas
La falta de innovación es una de las grandes carencias de la economía brasileña. El país se encuentra en el puesto 64 de las 142 naciones analizadas en el Índice Mundial de Innovación de 2013. El resultado se debe, entre otros factores, a la falta de familiaridad con términos científicos, según revela el Indicador de Conocimientos Científicos (ILC, siglas en portugués), un estudio que calcula la habilidad de aplicar conocimientos científicos básicos en actividades cotidianas. La investigación, realizada por el Instituto Paulo Montenegro (brazo social del Ibope), la ONG Acción Educativa y el Instituto Abramundo, se ha basado en 2.002 entrevistas con brasileños de entre 15 y 40 años que completaron al menos cuatro años de la enseñanza básica, y concluye que la aptitud científica del 64% de la población es elemental o ausente.
Eso significa que las personas de esa franja de edad, que comprende más de 90 millones de brasileños, son incapaces de interpretar términos y conceptos científicos básicos, como por ejemplo, la fricción y la adherencia que ofrece un neumático gastado en asfalto mojado. Y, entre estos, se encuentran los responsables de la innovación en una empresa: solo el 12% de los entrevistados con cargos gerenciales tienen los conocimientos idóneos. En el grupo de los profesionales autónomos, empresarios, comerciantes y propietarios rurales, la cifra ascendía al 15%. “Ellos representan un gran obstáculo al desarrollo”, afirma Ricardo Garcia, presidente de Abramundo, una empresa que produce materiales de educación en ciencias. La mayoría de esos profesionales, que toman decisiones y suelen ocupar puestos con mayor autonomía en una empresa, no es capaz de decidir donde es mejor invertir, qué tecnologías comprar y cómo provocar menos impacto ambiental con las actividades de su compañía. Los realizadores del estudio infieren que “existe un proceso de replicación, de copiar lo que ya existe, en vez de innovar”, explica Garcia.
Los expertos recomiendan estudiar más, independientemente de la edad, aunque no necesariamente a través de la enseñanza formal. “Hay varios desafíos: la precariedad de la educación pública, el abandono escolar, una gran distorsión en la relación entre la edad y el ciclo… Teniendo ese escenario en cuenta, tenemos que pensar en oportunidades para jóvenes y adultos en la escuela y también en el ambiente de trabajo”, explica Roberto Catelli, coordinador de la unidad de Educación de Jóvenes y Adultos de la ONG Acción Educativa.
Aunque el nivel de educación está relacionado con la capacidad de comprender, interpretar y abstraer fenómenos científicos, el estudio revela que hay poca diferencia entre los que han concluido la educación secundaria y los que solo tienen la educación básica. Tareas cotidianas, como buscar información en el prospecto de un medicamento, interpretar una factura de electricidad o comparar el resultado de un examen de sangre con los valores de referencia, son costosas para la mayoría de la población brasileña. “Esa descubierta fue alarmante. Se agregan tres años de estudio con libros didácticos específicos y profesores especializados en física, química y biología, y no hay una ganancia significativa en la competencia del alumno”, subraya Ana Lúcia Lima, directora del Instituto Paulo Montenegro.
Entre los que han llegado a la educación superior, cerca de trece millones de personas, los resultados también sorprenden: el 37% tienen un nivel elemental, el 48% alcanzan el nivel básico y solo el 11% logran resolver problemas como instalar un aparato doméstico o seguir los pasos para combatir a un incendio con total autonomía y capacidad de abstracción de las instrucciones leídas.
El Plan Nacional de Educación, aprobado recientemente por el Gobierno, que prevé el 10% del PIB para la educación, establece metas y nuevos recursos para la enseñanza. No concreta, sin embargo, acciones sobre el contenido y la forma de presentación de las asignaturas, ya que esto es competencia de los gobiernos estatales y municipales. La forma de transmitir el conocimiento por el profesor, según los expertos, es lo que más influye en la falta de interés del alumno y en la absorción del contenido. “En la educación secundaria las ciencias pierden la forma lúdica que asumían en la educación básica y pasan a presentarse como fórmulas alejadas de la vida real, que basta con memorizar y aplicar”, explica Mário Domingos, responsable por la elaboración del estudio. Y eso tiene consecuencias a lo largo plazo, más allá de superar la selectividad o encontrar un trabajo. “El tema es el posicionamiento frente a grandes cuestiones. Si uno no comprende el escenario, ¿cómo puede posicionarse, por ejemplo, frente al calentamiento global?”, reflexiona Renata Bove, directora de Abramundo.
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