Donde habita la creatividad
Las escuelas de moda huyen de clichés y potencian su vertiente social
Las llamas se han ido al monte. No parece grave, pero este drama cotidiano en las montañas del Perú, obliga a su dueña, una mujer joven que vive en Puno, a subir una montaña andina en su busca. Tarea que le impide acudir al taller donde trabaja la alpaca justo el día que tiene un visita de la delegación del IED Madrid (Instituto Europeo de Diseño). “Nos plantearon realizar una colaboración con este colectivo de mujeres, que cría los animales, los esquila y obtiene una materia prima inigualable, pero que no explota la lana de una manera comercial eficiente”, cuenta Isabel Berz. “La idea era una colaboración puntual conjunta, pero lo vimos como una oportunidad para provocar un cambio real y que sirviera de enseñanza para nuestros alumnos”, añade la directora de la Escuela de Moda del IED Madrid. Un centro educativo donde, además de patronaje, tendencias y materias relacionadas con el diseño, se enseña creatividad.
“Lo elegí porque es uno de los centros más prestigiosos en diseño”, dice Chema Silva, de 26 años, uno de los 1.200 alumnos del IED. En este instituto se imparten grados de cuatro itinerarios educativos (4 años de formación): interiorismo, diseño gráfico, diseño de producto y moda. Este último, el más demandado, tiene 500 alumnos. “Es muy familiar, efervescente, te dan libertad y los profesores están en contacto con la vida real”, continúa Silva. El viaje a Perú lo demuestra. “La idea era diseñar una colección realizada con la lana de las alpacas que estas mujeres [asociadas en un colectivo llamado Las Manuelas] criaban; una acción en colaboración con Economistas sin Fronteras. Organizamos el viaje y, cuando llegamos, vimos que se podía innovar en el proceso productivo de estas artesanas”, resume Berz.
Impulsados por la creatividad, los alumnos y profesores del IED se propusieron cambiar una dinámica socio-laboral. Tradicionalmente, el diseño se ha asociado al lujo, la frivolidad o a un mero hecho superficial. La moda quizá más. “Siempre ha habido muchos clichés”, opina Riccardo Marzullo, director del centro. “Pero la realidad es que el diseño es una parte muy importante de la industria; un área más en el desarrollo de las empresas”, agrega. Firmas como Apple, Ikea o Zara lo ejemplifican. “Hasta ahora los trabajos relacionados con la creatividad habían estado relegados a un segundo plano. En los últimos años, han sido motor de la innovación y han encontrado un espacio en la sociedad y en la economía”, resume Enrique Barrera, que dirige un grado en ESNE (Escuela Universitaria de Diseño, Innovación y Tecnología), vinculada a la Universidad Rey Juan Carlos. Al igual que la mayoría de este tipo de escuelas, además de moda, ofrece formación en otras áreas relacionadas con el diseño como la realización de videojuegos o el interiorismo.
"El diseño es una parte importante de la industria", dice un estudiante
Las escuelas de moda son instituciones educativas que, en ocasiones, tienen maneras poco académicas. La razón: la creatividad no se enseña, se potencia. “Consiste en establecer conexiones insólitas que se traducen en trabajos altamente innovadores”, continúa Barrera. Aunque algunas escuelas privadas llevan tiempo centradas en esta tarea -el IED celebra este año su 20º aniversario-, su reconocimiento como estudios superiores es relativamente reciente. “Me matriculé en el ESNE porque era el único centro con el título homologado”, cuenta Diego Fernández, de 23 años. “Creo que el reconocimiento como grado al terminar la formación fue clave para que mi familia me apoyara cuando decidí realizar estos estudios”, confiesa el diseñador, que trabaja para Pepe Jeans. Terminó hace menos de un año y pertenece a la primera generación (curso 2008/2009) en poseer el título oficial en diseño de moda. Poco después, el resto de escuelas realizó la homologación. “Aunque algunas personas lo cataloguen como algo meramente estético, se trata de un proceso complejo que requiere un gran esfuerzo y que afecta al entorno y a la sociedad”, insiste Isabel Berz. En la década que lleva al frente del área de moda del IED ha visto como la escuela generaba un impacto económico a su alrededor: “Ha surgido una red de industrias creativas muy interesante, fundadas por antiguos alumnos, en torno al centro”. Además, entre sus titulados cuenta con figuras de la talla de Moisés Nieto, que desfila en el programa oficial de la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid, o María Ke Fisherman, que ha seducido con sus diseños a Lady Gaga.
Profesores y alumnos del IED han querido huir de una imagen elitista
El coste de los estudios de moda va desde los 5.000 euros a los 10.000 euros anuales
La mayoría de los profesores del ramo coincide en que una buena formación creativa no consiste en dar respuestas sino en enseñar a plantearse buenas preguntas. Y eso requiere inversión. El coste del grado que dirige Berz en el IED asciende a 10.700 euros anuales. En la también privada ESNE, el curso no baja de los 10.000 euros. Hay opciones públicas, como el CSDMM (Centro Superior de Diseño de Moda de Madrid), adscrito a la Universidad Politécnica, o la ESD (Escuela Superior de Diseño), donde el año académico cuesta 5.160 euros. Una cuota que puede reducirse hasta un 95% en función de la renta.
¿Qué necesita este proyecto para cambiar radicalmente? Esta fue una de las cuestiones que se formuló la comitiva del IED al llegar a Perú. Tras ver el proceso de cría de los animales, la esquila y la tejeduría, se dieron cuenta de que, aparte de diseño, había que dotar de valor ese trabajo artesano y monetizarlo. Invitaron al diseñador Steve Mono a realizar una colección de accesorios en alpaca e idearon una metodología de trabajo diferente. Ahora quieren desfilar en la Semana de la moda de Lima. “La creatividad es actitud. Enfrentarse a problemas complejos con soluciones creativas”, resume Berz tras explicar el proyecto de Las Manolas. En un par de días tiene que exponerlo en una comisión de la ONU, que ha mostrado su interés por él. “Una prueba de que el diseño es una materia clave en la sociedad y que puede resolver problemáticas sociales y ejercer como herramienta de cambio”.
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