Marta Yanci: “Los clientes limpian el plato, eso es lo bueno”
La donostiarra ha abierto al público de Dubái su local de cocina donde ella y su equipo elaboran, desde hace tres años, comidas de encargo para celebraciones
¿Dónde mejor para quedar a comer con una chef que en su propia cocina? Es la propuesta de Marta Yanci para esta corresponsal y para cualquiera que desee probar sus platos. La española acaba de abrir las puertas del local donde ella y su equipo elaboran, desde hace tres años, comidas de encargo para celebraciones... en Dubái. Porque Marta (San Sebastián, 1980) cambió las leyes por las cacerolas en esta ciudad imán para los negocios y el glamour.
“No lo busqué; me llegó”, cuenta aún sorprendida por la aventura en la que está embarcada. Recaló en Dubái hace nueve años con su marido, Jorge, y un título de Derecho Comunitario bajo el brazo. Tras dar clases en una universidad, su primer embarazo la alejó de la enseñanza y le dio más tiempo para su pasión: cocinar. Lo que empezó como una afición —preparar unos canapés o una cena para unos amigos que tenían un compromiso— se convirtió pronto en un trabajo en toda regla gracias al boca a boca y al triunfo en un concurso de la televisión del emirato.
Antes de pasar a la terraza, una pizarra canta el menú: tres primeros, tres segundos y dos postres. “Cambiamos cada día”, señala. Me pongo en sus manos. “Nunca como mi comida sentada, qué gusto”, exclama mientras uno de los cocineros sirve la sopa de brotes de espinacas sobre los wonton (empanadillas chinas) de patata y jengibre. Aquí no hay camareros, los chefs atienden las cinco mesas con las que se han estrenado y que pronto pueden quedarse escasas debido a las buenas críticas que está recibiendo.
En una ciudad donde se aspira a epatar y predomina la suntuosidad y la ostentación, Marta ha elegido justo lo contrario, la sencillez, para presentar una comida de autor, autora en este caso, muy pegada al mercado.
“Todo es fresco y ofrecemos una elaboración del más alto nivel a unos precios muy competitivos”, explica. Los menús no llegan a 100 dirhams (20 euros). Y no cobran el agua, algo inusitado en Dubái.
“No hace falta servir caviar y langosta; lo importante es que los ingredientes sean de buena calidad”, defiende. Y eso es algo que ha demostrado en su programa de Canal Cocina donde, durante dos temporadas, ha elaborado menús por menos de cinco euros.
Llega el segundo, pero Marta se abstiene. Ha comido a las once con su equipo. Mientras voy probando todo me cuenta su elaboración. Ahí pesa su origen vasco, la educación culinaria que recibió en su familia y la experiencia adquirida visitando con su marido algunos de los mejores restaurantes de Europa.
“Ahora estamos experimentando con los encurtidos, he encontrado unas zanahorias amarillas en el mercado de los viernes y estoy obsesionada con ellas”.
“Pensábamos que nuestros clientes iban a ser los oficinistas y residentes del edificio”, asegura en referencia a la torre de 50 plantas que tenemos encima. Para su sorpresa, acuden viajeros que están de paso. “Y limpian el plato; eso es lo bueno”, asegura. Llegan el pastel de vainilla y los primeros clientes. Marta se levanta para atenderles. El trato personalizado es la marca de la casa.
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