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Un informe del Gobierno de EE UU avala un polémico megaoleoducto

El Keystone XL, que unirá Canadá y el golfo de México, tiene poco impacto ambiental, según el Departamento de Estado

Eva Saiz
Activistas ecologistas protestan frente a la Casa Blanca en contra del oleoducto Keystone XL.
Activistas ecologistas protestan frente a la Casa Blanca en contra del oleoducto Keystone XL.

El Departamento de Estado ha publicado este viernes la revisión del informe sobre el impacto medioambiental del oleoducto Keystone XL -un megaproyecto que unirá las arenas bituminosas de Alberta, en Canadá, con las refinerías estadounidenses en el golfo de México- cuyo resultado, que minimiza los efectos negativos para el entorno, ha resucitado la esperanza del sector petrolero de que la Administración estadounidense apruebe finalmente el proyecto. La autorización del trazado del Keystone, que lleva en el limbo desde 2008 y a la que se oponen de manera enconada los ecologistas, se ha convertido tanto en el símbolo de la autosuficiencia energética de EE UU, que preconiza el presidente Barack Obama, como en la prueba de fuego de su verdadero compromiso con la lucha contra el cambio climático, de la que también presume, poniendo al mandatario en una difícil encrucijada.

La autorización del trazado se ha convertido tanto en el símbolo de la autosuficiencia energética de EE UU, que preconiza Obama, como en la prueba de fuego de su verdadero compromiso con la lucha contra el cambio climático, de la que también presume, poniendo al mandatario en una difícil encrucijada

El proyecto, acariciado por el Gobierno canadiense desde 2008, tiene un costo de 5.300 millones de dólares y contempla un trazado de casi 2.000 kilómetros que recorrerían cada día 830.000 barriles de crudo al día. Desde que solicitó su construcción por la empresa TransCanada Corp’s, el Keystone Pipeline ha contado con la oposición de los grupos ecologistas que sostienen que el transporte del petróleo bituminoso desde el Oeste de Canadá hasta el golfo de México produciría emisiones mucho más perjudiciales para el medio ambiente que el drenaje convencional, contribuyendo seriamente al calentamiento global. El informe que este viernes ha publicado el Departamento de Estado establece que la construcción del oleoducto tendría un “impacto insignificante en los actuales índices de extracción de esquisto y arenas bituminosas o del crudo que se refina en la costa del Golfo”.

Con todo, este informe del Departamento de Estado no supone que la decisión definitiva esté tomada. “El documento no implica una resolución final, es solo un paso más en el proceso”, ha advertido el portavoz de la Casa Blanca en la rueda de prensa diaria. Ahora le corresponde al propio Departamento de Estado determinar si la construcción del oleoducto es de interés nacional, para lo que tendrá que sopesar el impacto económico y medioambiental del proyecto, así como los efectos de esa determinación para la relación bilateral con Canadá, la primera fuente de petróleo extranjero de EE UU y su principal socio comercial. En última instancia, será el presidente Obama quien dé el espaldarazo final o la espalda al Keystone XL.

El documento no implica una resolución final, es solo un paso más en el proceso" Jay Carney

Aunque el presidente nunca se ha pronunciado abiertamente ni a favor ni en contra de la construcción del oleoducto, el verano pasado, con ocasión de la presentación de su estrategia medioambiental en la universidad de Georgetown, aseguró que “el interés nacional de EE UU estaría satisfecho si el proyecto no exacerbaba de manera significativa el problema de la contaminación atmosférica”. El último informe del Departamento de Estado ratifica esa tendencia.

Los ecologistas han hecho de la oposición al Keystone XL su principal caballo de batalla hasta el punto de promover el año pasado en Washington una de las marchas más multitudinarias a favor del medio ambiente y en contra de la construcción del oleoducto, o protagonizar numerosas protestas a las afueras de los lugares donde Obama ha ofrecido discursos.

Presiones por ambos bandos

Pero el presidente no sólo se enfrenta a la presión de los grupos medioambientales, que ven en el oleoducto un ejemplo de la dependencia de EE UU de los combustibles fósiles y de la falta de compromiso del país hacia la lucha contra el cambio climático. Por el otro lado, los sindicatos consideran el proyecto un motor importantísimo para la creación de puestos de trabajo. Tanto los ecologistas como las organizaciones de trabajadores son dos de los pilares del Partido Demócrata, lo que acentúa todavía más el dilema en el que se encuentra la Administración.

El Keystone XL ha dividido a la propia formación progresista. Varios senadores demócratas que se juegan la reelección en noviembre han pedido al presidente que no posponga su decisión hasta que pasen los comicios, como tiene la facultad de hacer. La impaciencia también se ha extendido entre las filas republicanas. El partido ha estado acuciando a la Administración para que se pronuncie sobre el oleoducto y han instado a Obama a que haga uso del poder ejecutivo al que apeló durante su último discurso sobre el estado de la Unión para que apruebe su trazado y demuestre su interés por impulsar la economía.

El Departamento de Estado debe determinar si la construcción del oleoducto es de interés nacional, para lo que tendrá que sopesar el impacto económico y medioambiental del proyecto, así como los efectos de esa decisión para la relación bilateral con Canadá

Otro de los frentes abiertos del presidente en torno al oleoducto es el Gobierno de Canadá, cada vez más exasperado ante la dilación de la autorización. TransCanada solicitó el permiso para construir el Keystone XL en 2008. En enero de 2012, la Administración Obama rechazó la petición alegando que la fecha límite que había establecido el Congreso no otorgaba tiempo suficiente para realizar los estudios sobre impacto ecológico. En mayo de ese año, la empresa canadiense volvió a presentar su solicitud cambiando el trazado para evitar una zona medioambiental protegida en Nebraska. “Este ha sido el proyecto sobre recursos naturales sometido a más revisiones de la historia”, señaló el ministro de Recursos Naturales canadiense, Joe Oliver, en una entrevista hace pocos meses.

Los grupos ecologistas, aunque se han mostrado decepcionados por este documento, puntualizan, no obstante, que la revisión es un poco más favorable que el informe inicial de la primavera pasada en el que la alarma por el impacto medioambiental se minimizaba mucho más. El hecho de que las exportaciones de crudo de Canadá a EE UU se incrementaran en un 6% el año pasado, respecto de 2012, sin ña construcción del oleoducto, o que petroleras como Exxon hayan optado por construir una red ferroviaria para transportar el crudo ante la incertidumbre que rodea el proyecto del Keystone XL, son factores que otorgan una brizna de esperanza a quienes se oponen al proyecto.

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Sobre la firma

Eva Saiz
Redactora jefa en Andalucía. Ha desarrollado su carrera profesional en el diario como responsable de la edición impresa y de contenidos y producción digital. Formó parte de la corresponsalía en Washington y ha estado en las secciones de España y Deportes. Licenciada en Derecho por Universidad Pontificia Comillas ICAI- ICADE y Máster de EL PAÍS.

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