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La energía nuclear asoma la cabeza

El Gobierno británico anuncia la construcción de dos nuevos reactores Bruselas tiene que validar las condiciones pactadas con la empresa

Los dos reactores de Reino Unido se pondrán en marcha en 2023.
Los dos reactores de Reino Unido se pondrán en marcha en 2023.getty

La industria nuclear empieza a asomar la cabeza tras el duro golpe de la catástrofe de Fukushima, ocurrida en marzo de 2011. El Gobierno británico y la eléctrica pública francesa EDF anunciaron ayer en Londres un acuerdo para construir dos reactores nucleares en Hinkley Point (Somerset), sudoeste de Inglaterra, capaces de suministrar electricidad a cinco millones de hogares. El anuncio es muy significativo por varias razones. Primero, porque se trata del primer proyecto de construcción de una nuclear en Europa después de Fukushima. Segundo, porque pone fin a la moratoria nuclear que Reino Unido aprobó en 1986 y que convirtió la central de Sizewell B, que empezó a construirse en 1988 y se inauguró en 1995, en la última erigida en territorio británico.

Por encima de todo, el proyecto de Hinkley Point tiene el potencial de dar un vuelco a la industria nuclear porque propone un nuevo modelo. Se acabó el viejo sistema por el que las costosas centrales se construían con dinero público. En el programa británico se construirán los reactores con dinero privado y a cambio el Estado le garantiza su rentabilidad. ¿Cómo? Asegurando a los inversores un precio mínimo por la energía que produzcan.

Hinkley Point confirma las tendencias marcadas por el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), que hablaba en 2012 de un crecimiento nuclear a un ritmo más lento que el previsto antes de Fukushima. El trasfondo económico subyace en todos los proyectos, primero por el descenso de la demanda energética que ha derivado de la crisis; segundo, por la escasez financiera que compromete la viabilidad económica de centrales nucleares.

Los 132 reactores de la UE produjeron en 2012 un tercio de la energía

En la Unión Europea hay 132 reactores que en 2012 produjeron aproximadamente un tercio de la energía eléctrica consumida en ese año. Además, hay otros cuatro reactores en construcción: dos en Eslovaquia, uno en Finlandia, en el que el retraso en los plazos han generado un sustancial incremento de costes, y otro en Francia.

“Todas las empresas que quieran construir una central pueden hacerlo, pero no lo hacen, y entonces comienzan a pedir garantías al Gobierno. Están acostumbradas a que sean los Gobiernos quienes paguen las indemnizaciones en caso de accidente nuclear. Es lo de siempre (...) las eléctricas solo las quieren producir si el Gobierno lo garantiza todo”, contempla el economista Martín Gallego Málaga, que fue secretario general de la Energía con el PSOE.

En este caso, Londres se ha comprometido a pagar 92,5 libras (109,35 euros) por cada megavatio/hora de electricidad que produzca Hinkley Point C desde que se ponga en marcha en 2023 (si se cumple el calendario previsto) y durante los siguientes 35 años. Es el doble del precio de mercado en estos momentos y se actualizará con la inflación. Ese precio garantizado caerá a 89,5 libras si EDF decide finalmente construir otros dos reactores en una segunda planta, Sizewell C, en Suffolk, costa Este de Inglaterra, debido a las economías de escala de construir cuatro reactores.

Otra gran novedad del plan británico es que ha necesitado la entrada de dos compañías chinas en el proyecto. Se trata de China General Nuclear Power y de Group and China National Nuclear Power, que mantendrán entre el 30% y el 35% de la compañía que construya y explote los reactores. El resto del capital estará en manos de dos grupos públicos franceses, Areva (10%) y EDF. Se dará así la paradoja de que lo que el Gobierno británico describe como capital privado es en realidad capital público extranjero.

En el proyecto británico participan firmas de China y Francia

A juicio de Antony Froggatt, especialista en Energía y Medio Ambiente del centro de estudios Chatham House, el acuerdo tiene “consecuencias económicas y geopolíticas”. Económicas porque el precio garantizado finalmente pactado está muy por encima de las 23,5 libras por megavatio/hora que en 2006 el Gobierno estimaba que costaría la energía producida por un reactor de ese tipo, equivalente a 28,8 en valores de 2013. “Ese incremento de más de tres veces en ocho años sitúa el coste de la energía nuclear al doble de los actuales precios de mercado y por encima del precio de producción, tanto en plantas que funcionan con gas, como con carbón y es también más costoso que muchas opciones de renovables”.

Froggatt subraya también que el acuerdo revela “el carácter global del sector nuclear” porque la construcción depende de dos compañías públicas francesas y de la financiación china. “Eso demuestra que los costes de construcción de las nucleares son ahora tan altos que están por encima de la capacidad financiera de una de las mayores compañías de servicios públicos de Europa. Los futuros proyectos en Reino Unido y en muchos países seguramente exigirán grandes acuerdos a nivel internacional para la construcción, explotación o financiación. Aún más, el compromiso internacional de esos proyectos requerirá apoyo financiero y político de varios Gobiernos”, sostiene el experto de Chatham House.

Foro Nuclear, la asociación de las empresas de energía nuclear en España, incide en la necesidad de contar con mecanismos normativos y regulatorios que favorezcan las inversiones nucleares. “Ofrecen estabilidad y seguridad a los inversores, a la vez que proporcionan un horizonte dilatado en el tiempo para desarrollar su actividad”, asegura un portavoz. España, con seis centrales, ocupa el puesto 10º en producción nuclear de la Unión Europea.

Hinkley Point C costará 16.000 millones de libras (casi 19.000 millones de euros), 2.000 millones más de lo estimado inicialmente. El encarecimiento se debe a las medidas adicionales de seguridad impuestas por el Gobierno tras estudiar el impacto que podía tener la catástrofe de Fukushima en el programa nuclear británico.

Las nuevas medidas de seguridad han encarecido los proyectos

EDF, sin embargo, no se comprometerá en firme a realizar la inversión hasta saber si la Comisión Europea da su visto bueno al precio garantizado pactado con el Gobierno británico, que podría ser considerado una ayuda de Estado incompatible con la legislación europea. Bruselas paralizó hace unos días un proyecto de equiparar las nuevas nucleares con las renovables, que están exentas de la legislación que restringe las ayudas de Estado.

“Proyectos con inversiones tan importantes no merecen la pena porque las energías renovables van a terminar por cubrir estas necesidades con menos recursos”, opina Jorge Fabra, de Economistas Frente a la Crisis. “Desde una perspectiva económica y regulatoria me parece muy difícil que se hagan nuevas centrales en Europa y España”, añade.

Otro experto en energía, que pide que no se publique su nombre, cree que Fukushima ha reforzado las opiniones de los contrarios a la nuclear. “El caso de Alemania es muy claro. Ya habían decidido dejar la energía nuclear, y les sirvió para poner fecha firme”, comenta. Los más proclives han descubierto que la energía nuclear sale ahora más cara y en esos casos la toma de decisiones se ralentiza, o se abandona. “La empresa que se lance tiene que tener buenas garantías, si el Gobierno no da apoyos claros, como hace Reino Unido o China, es difícil que prospere”, añade.

Reino Unido tiene en estos momentos 16 reactores en funcionamiento en nueve centrales, ocho de ellas controladas por EDF que generan el 19% de la electricidad que consumen los británicos, lejos del pico del 26% alcanzado en 1997. Todas menos una tendrán que haberse cerrado en 2023 o antes. Una, en 2014; dos en 2018; dos en 2019; cuatro en 2023 y una en 2035.

El fin de la moratoria empezó a plantearlo el Gobierno del laborista Tony Blair en 2003 debido al cierre cada vez más próximo de las plantas actuales y el objetivo político de reducir las emisiones. Su sucesor, Gordon Brown, lanzó en 2008 un libro blanco proponiendo el fin de la moratoria al tiempo que impulsando las energías renovables. La coalición de conservadores y liberal-demócratas que lidera David Cameron aprobó en 2010 un programa para construir ocho nuevas centrales antes de 2025.

En estos momentos hay unos 200 reactores planificados en el mundo

“Los países que renuncien a la energía nuclear lo que harán será entrar en una nueva dependencia, sobre todo de conocimiento. Perder físicos, ingenieros y técnicos nucleares hará que tengan que comprar energía a terceros o a centrales nucleares llave en mano controladas por técnicos foráneos”, describe Manuel Lozano, catedrático de Física Atómica de la Universidad de Sevilla.

El Organismo Internacional de la Energía Atómica concentra el crecimiento de la energía nuclear en los planes de los países del este asiático (China, Corea del Sur y Japón, si finalmente reactivan sus centrales), Oriente Próximo, Asia del Sur, Rusia y países del este europeo. En la actualidad hay unos 200 reactores planificados en el mundo, según datos de Foro Nuclear.

“Tras Fukushima, el panorama se ha estabilizado en casi todos los países y la opinión pública vuelve a confiar en la energía nuclear”, subrayan desde el lobby nuclear español. Las pruebas de estrés realizadas a los reactores de la UE confirmaron que podían continuar operando con todas las garantías. La Comisión Europea hizo una serie de recomendaciones para incrementar aún más la seguridad. En junio de 2014 debe informar sobre estas mejoras. Si no son suficientes, el sector puede encontrar un nuevo escollo.

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