“Debes pasarlo para ser parte del equipo”
La mayoría de los Estados americanos sancionan estas prácticas
Recién llegado a la Universidad de Tiffin, en Ohio, Adam Sand padeció, a los 19 años, una de las caras más duras y crueles de las novatadas. Este joven, que deseaba ser jugador de fútbol en el centro, padece Asperger, enfermedad que se trata dentro del trastorno autista. Las personas que lo sufren presentan problemas de interacción social y de comunicación, y muchas veces desarrollan conductas repetitivas y comportamientos estereotipados. Él afirma que sus compañeros lo sabían y abusaron de su enfermedad.
Ohio es uno de los 44 Estados del país que cuenta con una ley contra las novatadas. “Pero se aprobó en 2012, y lo mío sucedió en 2003”, explica Sand. En esos Estados, las novatadas, que se definen como hacer un determinado acto o coaccionar a alguien para que lo haga, en cualquier proceso de iniciación que cause o tenga un riesgo sustancial de causar daño físico o mental, son ilegales. Los actos vejatorios van desde el insulto hasta pruebas degradantes que pueden conllevar violaciones o incluso la muerte. “Recuerdo que no llevaba ni una semana de clases cuando mis padres me llamaron para decirme que mi abuelo había muerto y no pude hacer el proceso de iniciación para entrar en el equipo”, explica por teléfono Sand, que ahora tiene 29 años. “Cuando volví, los jugadores veteranos me amenazaron con que si quería jugar al fútbol tendría que enfrentarme a pruebas mucho peores que los demás”, continúa. Y así fue.
El peor día fue cuando me obligaron a ducharme con otro entrenador"
“Además de lo normal, como afeitarme las cejas, me pegaban de forma continuada en la espalda, antes y después de los partidos, y entraban a mi habitación por la noche mientras dormía. Incluso hicieron prácticas de tiro conmigo. Todavía recuerdo el sonido de las balas”, dice Sand. Cuenta que en más de una ocasión pensó en acabar con su vida. “Todavía padezco estrés postraumático”, asegura. Las personas con el trastorno que él tiene experimentan ansiedad, depresión y reviven con intensidad las experiencias traumáticas. Sufrir la cara más cruel de las novatadas puede también causar inestabilidad física, emocional y mental; pérdida de control; malas notas; malas relaciones sociales y familiares y la pérdida de interés en formar parte de un grupo.
“Lo que más me afectó fue que no solo abusaban de mí mis compañeros, sino también uno de mis entrenadores. El peor día fue cuando me obligó a ducharme con otro entrenador mientras él miraba. Me dijo: ‘Tienes que pasar por esto si quieres formar parte del equipo”.
La primera vez que denunció los abusos a las autoridades universitarias fue con su padre. “Me dijeron que no podían hacer nada, que tenía que denunciar por mi cuenta y pagar a un abogado. Me costaría hasta 18.000 dólares y no tenía ese dinero. Fue frustrante”, se lamenta. “El segundo semestre, compartí habitación con un alumno veterano y cesó el hostigamiento, pero no el sufrimiento”.
Sand ha plasmado sus experiencias en un libro: Las novatadas, a través de los ojos de una víctima, una obra autobiográfica que se publicó en Amazon en abril.
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