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Medio Ambiente apuntilla Garoña al exigir nuevas obras para proteger el Ebro

La Confederación Hidrográfica ve necesaria una torre de refrigeración o bajar la potencia La nueva autorización de vertido endurece los requisitos en caso de una prórroga de la central

El Ministerio de Medio Ambiente ha endurecido las condiciones de vertido al Ebro de la nuclear de Garoña si finalmente sigue funcionando. La Confederación Hidrográfica del Ebro ha concedido una nueva autorización, pero con límites de temperatura más estrictos, de forma que “no implantar” un nuevo sistema de refrigeración “conlleva ineludiblemente una bajada en la potencia o producción de la central”, según el texto, al que ha tenido acceso este diario. El documento, del 29 de julio, tiene en cuenta el informe de Greenpeace sobre el aumento de temperatura del agua en el embalse junto a la nuclear.

La nueva exigencia dificulta aún más la prórroga de la actividad de la central, porque se suma a las obras necesarias derivadas de Fukushima y a las mejoras ya impuestas por el Consejo de Seguridad Nuclear y que sumaban más de 100 millones de euros.

Las nucleares necesitan agua para refrigerar el reactor. Por eso están junto al mar o a los ríos. Toman un caudal constante y lo devuelven a mayor temperatura. Eso ha generado problemas en muchas de ellas. Almaraz acaba de invertir 30 millones en un nuevo sistema de refrigeración para no devolver el agua a más de 30 grados centígrados. Ascó y Zorita hicieron antes obras similares. En EE UU, una nuclear gemela a Garoña adelantó su cierre a 2019 porque calienta demasiado un estuario y no le era rentable construir torres de refrigeración.

Garoña, conectada a la red en 1971, se había salvado de esta exigencia. Pese a que el último Gobierno socialista no veía normal que el agua en el embalse de Sobrón alcanzara los 30 grados, como demostró un análisis contratado por Greenpeace, la Confederación del Ebro y la fiscalía no vieron entonces problemas y archivaron la denuncia.

En octubre de 2012 caducó la autorización de vertido y pese a que la central está parada desde diciembre solicitó una renovación. La Confederación ha aplicado ahora criterios más duros y mayores controles. Señala que el plan de cuenca aumenta el caudal de aguas abajo de Garoña por lo que habrá menos agua disponible para la central. Aunque no impone nuevas obras, sí señala que serán necesarias para cumplir los requisitos. Afirma que el embalse actual “no podría evacuar la cantidad de calor generada ante una operación normal y continuada de la central”. O Garoña invierte o baja la potencia en momentos con bajo caudal, lo que reduce la rentabilidad de la planta.

La nueva autorización recoge varias de las exigencias de Greenpeace. Raquel Montón, responsable de la campaña nuclear de Greenpeace, se muestra satisfecha: “La autorización es restrictiva. Creo que supondrá el punto y final de Garoña, porque esa inversión se suma a otras que tiene pendientes, todas sobre mejoras de seguridad”. Montón interpreta que difícilmente las eléctricas se van a embarcar en estas inversiones millonarias con el sector eléctrico con exceso de oferta.

La autorización de vertido llega cuando Industria ultima un decreto que permite a Endesa e Iberdrola pedir una prórroga pese a que agotaron los plazos legales. La confederación del Ebro depende del Ministerio de Medio Ambiente, cuyo titular, Miguel Arias Cañete, defendió en la oposición la prórroga de la central. Cañete se abstuvo en el Consejo de Ministros en el que se trató el asunto porque su hermano había sido director de la división nuclear de Endesa.

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