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Columna
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¿Hay británicas en Wimbledon?

Los medios ningunean sistemáticamente el deporte femenino y los triunfos de las mujeres

Gabriela Cañas

l deporte español ha sufrido un pequeño cataclismo. Ha desaparecido el Balonmano Atlético por falta de ayudas, lo que ha ocupado espacios destacados en los medios y análisis sobre la influencia de la crisis en los clubes de alta competición. Es, sin duda, preocupante. Es una pésima noticia que los presupuestos estén ahogando a las organizaciones que sustentan a los atletas, pero la cuestión que hoy quiero exponer aquí es por qué los gravísimos problemas de los clubes femeninos y de las deportistas en general no merecen el mismo trato en los medios.

En el deporte femenino, la desaparición de clubes es un mal endémico como lo es la penuria que rodea a las mujeres que pretenden competir. El ejemplo de la selección española de baloncesto es sangrante. Siete de las integrantes del equipo que acaba de ganar la copa europea juegan fuera de España porque en casa no les ofrecen ofertas a su altura. Es algo que no es tan habitual en el deporte masculino y muy especialmente en el fútbol, que en esta época del año nos ofrece la imagen de un febril mercadeo de fichajes con primas millonarias.

El dinero y la fama persiguen a los hombres y huyen de las mujeres en este territorio, el del deporte, en el que las sociedades modernas ofrecen una preocupante imagen de arbitraria discriminación. Dado que juegan en ligas distintas, la solución es drástica: a ellas se las ignora. Así que los medios han convertido los espacios deportivos y todo lo que ello conlleva en canchas exclusivamente masculinas. Y lo peor es que ello se asimila ya sin asomo de crítica y leemos la prensa o seguimos los apartados televisivos hipnotizados por las gestas de atletas verdaderamente encomiables sin preguntarnos dónde están las mujeres.

Se desanda el camino y ahora se constituyen comités asesores formados solo por hombres

Hace unos días, el tenista Andy Murray “hizo historia” porque un británico ganaba el campeonato de tenis de Wimbledon después de 77 años. Por supuesto, nadie ha contado si alguna británica se ha alzado con el trofeo durante todo este tiempo. Este año, la triunfadora en esa misma pista fue la francesa Marion Bartoli. ¿Les suena? Quizá sí, pero puede que no por su victoria, sino por un comentario que un locutor de la BBC realizó sobre su aspecto físico. Vino a decir que a Bartoli ya le advirtieron en casa que nunca destacaría por su belleza. Hubo un pequeño revuelo y la BBC pidió excusas públicas por el supuesto comentario sexista. Fue una tormenta en un vaso de agua, una verdadera exageración en una sociedad que ensalza lo políticamente correcto, pero se olvida de mencionar que las deportistas como Bartoli —que ya advirtió que nunca quiso ser modelo, sino una buena tenista— solo piden un trato más igualitario, que se les reconozca su esfuerzo y sus triunfos en vez de ser relegadas sistemáticamente a la no existencia, a un ninguneo frustrante.

Algunos alegan en el gremio mediático que el público demuestra poco interés por el deporte femenino, lo que probablemente es cierto, si bien entre poco y nada hay un trecho. En cualquier caso, esos mismos medios tan expertos en generar expectación contando hasta el aburrimiento los previos de un solo partido de fútbol jamás emplean las mismas artes en las mujeres. Dudo sinceramente de que el deporte femenino atraiga tan poco como dicen. No hay más que ver el interés que despiertan cuando se llevan medallas en los Juegos Olímpicos en los que, por cierto, las españolas juegan un papel destacado. En los de Londres del pasado año 11 de las 17 medallas ganadas por España las lograron las atletas.

Trece años después de iniciado el tercer milenio seguimos mirando el mundo con los prejuicios del primero. Y esta imagen tan testosterónica del deporte se extiende a otros ámbitos arrasando con las conquistas anteriores sin que a nadie le sorprenda. ¿Acaso no es escandaloso que este Gobierno formara un grupo de sabios sobre la reforma de las pensiones en el que había una sola mujer frente a 11 hombres? Esta semana también se ha constituido otro importante comité asesor para la reforma fiscal y en este camino inverso que hemos emprendido lo forman solo hombres; ninguno, por cierto, eminencias incuestionables que justifiquen tanta desproporción de género.

Es alarmante que todavía hoy este intolerable apartheid les siga pareciendo a tantos un asunto secundario.

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Sobre la firma

Gabriela Cañas
Llegó a EL PAIS en 1981 y ha sido jefa de Madrid y Sociedad y corresponsal en Bruselas y París. Ha presidido la Agencia EFE entre 2020 y 2023. El periodismo y la igualdad son sus prioridades.

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