“Voy a África a que me ayuden. De allí vuelvo nueva”
La odontóloga participa en un programa de atención en Senegal
Si tuviese que elegir cuál ha sido el regalo más valioso que ha recibido nunca, sin duda Inmaculada Pimentel (Almería, 1967) citaría un trozo de papel, tosco y excepcional. Contenía su retrato, aunque el motivo era lo de menos. Lo de más es que el niño senegalés le acababa de obsequiar con el último trozo de papel que conservaba. Fue la única ocasión a lo largo de aquel viaje en la que Pimentel traicionó una máxima muy útil que recibió antes de partir —a África se va llorado— y que a la postre ella llevaría más lejos: a África se va a recibir. “Voy a que me ayuden, porque yo vuelvo nueva”.
Pimentel es dentista, un colectivo que —y perdón por la generalización— no ganaría el galardón de los más desinteresados dentro del gremio sanitario.
—Sabrá que tienen fama de materialistas.
—Es un prejuicio ganado a veces a pulso. Antes tenías tu clínica, nadie te cuestionaba el trabajo y ganabas dinero. Ahora está cambiando, pero los prejuicios siempre funcionan en dos direcciones. También hay gente que se compromete pudiendo pasar de ello, para este proyecto solidario me captó una de mis profesoras de Ortodoncia. Es fácil poner etiquetas.
Ella llegó con las suyas a Odontología, con 27 años, una licenciatura en Filología inglesa y un novio dentista que la reubicó profesionalmente. “Venía de una facultad pública donde todos éramos hippies que teníamos que buscarnos la vida y pasar a un centro privado donde la enseñanza es paternalista, casi como una guardería, fue un gran contraste”. De aquella primera elección académica conserva una defensa firme de las humanidades como constructoras de una visión del mundo: “No sería la misma persona si hubiera empezado Odontología con 18 años”.
Ellos no piensan que tienen un problema, el problema lo tienes tú cuando los ves"
Ellos no piensan que tienen un problema, el problema lo tienes tú cuando los ves"
Pimentel está a punto de partir a África para participar en un programa de salud bucodental con niños en una iniciativa organizada por la ONG Campamentos Solidarios, que promueven complejos turísticos gestionados por locales para contribuir a su desarrollo económico. Al día siguiente de la entrevista voló a Dakar y, de allí, el grupo se desplazó hasta Faoye. “Yo les enseñaré mis técnicas de cepillado y espero que ellos me enseñen a usar el sothiou [un palo que utilizan para escarbar los dientes]”.
Los odontólogos llevan cosas —material sanitario, 40 kilos de libros y espíritu voluntario— pero Pimentel está convencida de que se traen más de lo que dejan. “Quienes nos beneficiamos más somos nosotros”. En realidad pocas lecciones hay para dar: “No siento que nuestra forma de vida sea exportable, a lo mejor es al revés. Ellos no piensan que tienen un problema, el problema lo tienes tú cuando los ves”.
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