El aire de Los Angeles, entre lo peor y lo mejor
La ciudad dio a conocer la palabra smog antes de que se empezara a hablar de contaminación Entre 2002 y 2010, la polución disminuyó a la mitad siendo la mayor caída
Que el aire de Los Angeles es uno de los peores del mundo, en numerosas ocasiones incluso el peor de Estados Unidos, no es nada nuevo. La ciudad californiana conocida por el sol, las palmeras, la magia de Hollywood y la cultura del automóvil también dio a conocer la palabra smog antes incluso de que se empezara a hablar de la contaminación ambiental.
Su lucha contra esa capa gris que recubre su extensa amplitud, ciudad llana abierta al mar y salpicada por montañas desde las que es todavía más fácil ver esa tapadera de contaminantes atmosféricos, es igual de conocida en este Los Ángeles pionero en lo bueno y en lo malo que puso en marcha sus primeros planes contra la polución en la década de los 50, cuando todavía ni existía una regulación en este sentido en Estados Unidos. De ahí que la misma localidad conocida por su contaminación es puntera también en su lucha contra el smog, reconocida por la Agencia estadounidense de Protección del Medio Ambiente como la que ha hecho mayores esfuerzos contra la contaminación en los últimos 13 años. Incluso la Asociación Pulmonar estadounidense, en lucha por un aire mejor que elimine lo que consideran muertes prematuras por culpa de la calidad del aire, reconoció el pasado abril en su último informe anual que las mejoras puestas en marcha en estos años son las que han obtenidos más logros del país.
En el caso de Los Ángeles su mayor fuente de contaminación son los vehículos, un área donde la producción de partículas contaminantes ha disminuido en un 98 por ciento desde 1960 gracias a nuevas generaciones de vehículos más limpios. La mayor caída de los componentes contaminantes volátiles (de menor tamaño) se dio entre 2002 y 2010, cuando la polución disminuyó a la mitad a pesar de que el consumo de la gasolina se había triplicado, gracias a un mejor parque móvil. Otras medidas como las que afectan al puerto de Los Angeles, entre los de más tráfico del mundo, esperan eliminar para el 2014 el tráfico diario de 2.000 camiones con su consecuente efecto atmosférico.
Aún así la batalla está muy lejos de ser ganada. Beneficios como el que se registró durante el popular “Carmagedon”, un fin de semana de 2011 en el que debido a una construcción en una de las principales autopistas de la ciudad el tráfico quedó cortado y la concentración de partículas ultrafinas disminuyó en un 83 por ciento en cuestión de minutos, se perdieron en cuanto las carreteras se volvieron a abrir. Los mismos estudios a nivel nacional señalan que Los Ángeles supera los estándar de emisiones nacionales una media de 137 días al año y que el 90 por ciento de los californianos respiran un aire insano por culpa del tráfico, de las refinerías, de las compañías manufactureras y, también, de las chimeneas que calientan sus hogares, factores todos ellos que causan una media de 9.200 muertes prematuras al año además de otras enfermedades que según la Universidad del Sur de California incluyen un significativo aumento del autismo.
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