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El ‘efecto Merkel’ sacude la enseñanza de idiomas

La demanda de clases de alemán se dispara, aunque el ‘boom’ podría ser efímero Algunos centros revisan cursos y temarios porque el alumno no acude por razones culturales, sino para poder emigrar

Raquel Vidales
Colas para matricularse en un curso de alemán en Valencia
Colas para matricularse en un curso de alemán en ValenciaTANIA CASTRO

El año pasado, la canciller Angela Merkel anunció que Alemania necesitaría 100.000 ingenieros en la próxima década y sugirió que muchos de ellos podrían ser españoles. Palabras mágicas en un momento de paro desbocado en España, que llevaron a muchos a plantearse la posibilidad de emigrar inmediatamente a ese país. El principal problema para hacerlo, en la mayoría de los casos: no saber ni una palabra de alemán. Según un reciente Eurobarómetro, solo el 2% de los españoles es capaz de comunicarse en este idioma, frente a una media del 11% en la Unión Europea.

Aquellas palabras de Merkel han quedado en los anales de la historia reciente como el pistoletazo de salida de una especie de fiebre por aprender alemán inédita en España. Una moda que ha convertido en habituales las colas para conseguir plaza en las escuelas oficiales de idiomas, más económicas que las academias privadas, y en alguno de los selectos cursos del Instituto Goethe. El fenómeno sigue en aumento, pero los profesionales consultados tienen dudas sobre si asistimos a una época dorada para el alemán en España o un mero impulso efímero que ya ha sido bautizado como el efecto Merkel.

Solo el 2% de los españoles es capaz de comunicarse en alemán

Todavía no hay cifras que permitan conocer el crecimiento total de alumnos en los dos últimos años, aunque algunos datos parciales confirman una importante tendencia al alza. El Instituto Goethe, por ejemplo, estima que sus matriculaciones pueden haber subido en torno a un 30%, mientras que la Federación Española de Centros de Enseñanza de Idiomas (FECEI) calcula que en las academias privadas se están duplicando anualmente. Pese a ello, el porcentaje respecto al inglés sigue siendo mínimo. “En torno al 90% de nuestros estudiantes son de inglés y el 10% restantes se lo reparten el resto de los idiomas, con alrededor de un 2% para el alemán”, asegura el presidente de FECEI, Richard Johnson.

María Jesús Gil, directora del departamento de alemán de la Facultad de Filología de la Universidad Complutense, asegura que el número de estudiantes de la rama germana ha aumentado en los dos últimos cursos y que se está acercando al de la inglesa. “Es evidente que aunque las estadísticas no lo reflejen todavía, el interés por el alemán se disparó tras el anuncio de la canciller. Pero no podemos esperar que el efecto Merkel dure toda la vida. Tenemos que trabajar para que no se quede en algo pasajero y sacarle partido a largo plazo”, opina Michael Höfig, responsable del Servicio Pedagógico del Instituto Goethe de Madrid. Al ritmo actual, Höfig cree que en poco tiempo el número de hablantes en España podría pasar del 2% actual al 4% que alcanza Francia, según el Eurobarómetro. “Un nivel muy aceptable teniendo en cuenta las cifras tan bajas de las que partimos”, apunta.

Las matriculaciones se están duplicando anualmente en los centros privados

Aunque no están claras las dimensiones del fenómeno, sí lo está el perfil predominante del nuevo alumno: estudiante o recién licenciado que maneja la posibilidad de emigrar a Alemania en un futuro si no encuentra trabajo en España. “Es un perfil muy diferente del que teníamos antes, que venía más bien por razones culturales que profesionales”, afirma Matilde Cerrolaza, directora de la academia Tandem de Madrid, una de las pioneras en la enseñanza del alemán en la capital, que este curso ha aumentado un 60% sus matriculaciones.

El mismo perfil se está imponiendo también en las aulas del Instituto Goethe, hasta el punto de que sus responsables se han visto obligados a adaptar algunos programas formativos a la nueva realidad. “Ya no basta con un conocimiento general del idioma, nos piden además nociones para desenvolverse en el mundo laboral. Hemos tenido que renovar algunos métodos y crear cursos especiales, como el destinado a superar una entrevista de trabajo en alemán, para responder a las demandas de los nuevos alumnos”, revela Manfred Ewel, director académico de la institución en Madrid.

Los padres piden cada vez más alemán y chino para sus hijos

El objetivo laboral es, pues, evidente entre los nuevos perfiles. Pero ¿se puede aprender “de urgencia”, en unos pocos meses, el suficiente alemán para conseguir un trabajo? ¿Cuál es el nivel de exigencia de las empresas? ¿Se puede aspirar a algún puesto sin comprender palabra? “Depende del tipo de compañía. Algunas multinacionales contratan trabajadores que únicamente sepan inglés, pero en general las compañías medianas alemanas o las clínicas que buscan médicos, por ejemplo, requieren al menos un nivel medio”, explica Walter von Plettenberg, director gerente de la Cámara de Comercio de Alemania en España. En todo caso, Von Plettenberg recomienda tener unos conocimientos básicos antes de lanzarse a cualquier aventura. Y pone el ejemplo de algún caso de “candidatos que fueron rechazados porque no supieron transmitir adecuadamente lo que sabían hacer durante la entrevista de trabajo”, asegura.

Manfred Ewel advierte de que a la hora de ponerse a estudiar alemán no hay que tener en cuenta solo el factor “estoy en paro”. Hay que analizar también otros aspectos, como qué tipo de trabajo se pretende conseguir, el tiempo del que se dispone y la facilidad que uno tenga para los idiomas. Si no, lo que empieza como una iniciativa esperanzadora puede convertirse en una pesadilla. El director académico del Goethe de Madrid pone un ejemplo: en un curso intensivo que organizó hace poco para 15 médicos preseleccionados por una clínica alemana, financiado por la propia empresa, resultó que tres no superaron el primer examen porque tenían más dificultades que el resto para aprender. “Y se quedaron sin trabajo después de darlo casi por seguro”, recuerda Ewel. Y avisa: “Un 20% de los alumnos se quedan rezagados en cada grupo”.

Faltan profesores bien formados para dar respuesta a la creciente demanda

El presidente de FECEI señala además que el alemán es mucho más difícil para los españoles que el inglés. “No porque en sí sea mucho más complicado, sino porque resulta menos familiar. El inglés nos rodea por todas partes, en la publicidad, la televisión, el cine, la música, mientras que para escuchar alemán y practicarlo hay que tener voluntad”, razona Johnson. “Por eso muchos alumnos acaban dejándolo a mitad de curso, en mayor proporción a medida que aumenta la edad. La tasa de abandono en alemán no está calculada, pero es seguro que supera al 30% que alcanza el inglés”, añade.

Con esta dificultad añadida, los expertos aseguran que se necesitan unos dos años —o la mitad de tiempo en programas intensivos— para alcanzar el nivel medio que requieren las empresas. Si solo se exige un conocimiento básico, basta con seis meses intensivos. Y advierten de que no hay que dejarse cegar por esas ofertas que prometen enseñarnos a hablar alemán en tres meses. Ni pensar que un curso de 100 horas, como el que la Comunidad de Madrid ha anunciado que ofrecerá a partir de enero de forma gratuita a 20.000 parados, puede servir para aprender poco más que herramientas de comunicación básica. “Sirven para tener una primera toma de contacto con el idioma, pero no para adquirir ni siquiera un nivel básico”, considera Ewel.

5.000 españoles han emigrado a Alemania en los dos últimos años

Hay que tener cuidado también con la calidad de esos cursos organizados a toda prisa para atender la creciente demanda. “Al aumentar las solicitudes de forma tan rápida, hemos tenido que contratar nuevos profesores en muy poco tiempo. Y no nos ha resultado fácil encontrarlos con la preparación que exigen nuestros estándares de calidad”, reconoce Manfred Ewel. “Suponemos que algunos que nosotros hemos rechazado han encontrado trabajo en academias privadas necesitadas de nativos. Pero no basta con ser nativo para enseñar una lengua, hay que tener una formación pedagógica adecuada”, recuerda.

Si el idioma alemán resulta difícil para los españoles, tampoco el estilo de vida germano parece haberles atraído demasiado hasta ahora. Por eso, en el Instituto Goethe esperan que otra de las consecuencias del efecto Merkel, aparte del aumento del interés por la lengua, sea un cambio en la visión general que tiene de Alemania la población española. “A un alemán le resulta mucho más atractivo vivir en España que a un español en Alemania. Es un hecho que a los alemanes les encanta venir a España, no solo a las zonas costeras, sino también a trabajar, mientras que a los españoles les cuesta lanzarse a emigrar a este país”, sostiene Manfred Ewel.

Un dato que corrobora esta afirmación: mientras que en España hay un millón de alemanes y más colegios alemanes que en todo el mundo, en Alemania solo hay 130.000 españoles, de los cuales únicamente cotizan 46.026. Y otro apunte: a pesar del efecto Merkel, desde que la canciller lanzó su invitación a los ingenieros, el censo de trabajadores españoles en ese país ha aumentado en solo 5.000 personas, según un informe publicado en agosto por la Oficina Federal de Empleo alemana.

Un 20% de los alumnos suele quedar rezagado en cada grupo

“Es cierto que la intención de emigrar ha aumentado en este tiempo, pero no podemos afirmar que eso se esté reflejando en un éxodo masivo como a veces han dejado entrever los medios de comunicación”, subraya Walter von Plettenberg. “Por otra parte, aunque no se esté dispuesto a emigrar, aprender alemán puede ser muy útil en la actual coyuntura también en España”, continúa el director gerente de la Cámara de Comercio alemana. “Aquí hay unas 1.100 empresas alemanas, con cerca de 300.000 empleados. Al ser grupos internacionales, la mayoría no dan tanta importancia al alemán como al inglés, pero el alemán puede ser un elemento diferenciador a la hora de conseguir un trabajo en alguna de estas compañías”, explica.

Una manera de medir si el alemán aumentará de verdad su presencia en España en el futuro, más allá del aumento coyuntural de estudiantes, es analizar su relevancia en las enseñanzas primaria y secundaria. Las últimas estadísticas del Ministerio de Educación, que recogen los datos del curso 2009-2010, señalan que solo el 1,6% de los alumnos estudia este idioma en alguna de las etapas de la educación no universitaria, mientras que el 86,3% aprende inglés y el 14,8% se inclina por el francés. Michael Höfig cree que posiblemente las cifras hayan aumentado un poco este año, fundamentalmente en la enseñanza privada, pero aun así considera que es un proceso lento que puede llevar años. “En la escuela pública es muy complicado implantar cualquier programa nuevo, y más ahora con los recortes”, lamenta.

Más flexible parece la escuela privada. “Muchos colegios nos están llamando para que les aconsejemos sobre métodos formativos. Se nota que los padres lo piden cada vez más”, explica Höfig. La Asociación de Centros Autónomos de Enseñanza Privada aún no tiene datos concretos sobre la respuesta que está dando el conjunto de sus asociados a esta creciente demanda, pero su vicepresidente, Juan de Santiago, asegura que el alemán está ganando terreno al francés. “La proporción tradicional es que dos tercios de los alumnos estudian francés como segundo idioma y un tercio solicita alemán, pero en un par de años vemos que esta distribución ha variado”, afirma.

Juan de Santiago cree también que los padres se preocupan cada vez más por los idiomas que estudian sus hijos. “Es una decisión que ya no se toma a la ligera, lo meditan mucho y piden asesoramiento. Antes la mayoría dejaba que fuera el alumno el que eligiera el segundo idioma, en función de sus gustos o inclinaciones, pero ahora se mira más el aspecto práctico. Tanto el alemán como el chino están entre estas nuevas opciones prácticas para el futuro”, concluye.

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Sobre la firma

Raquel Vidales
Jefa de sección de Cultura de EL PAÍS. Redactora especializada en artes escénicas y crítica de teatro, empezó a trabajar en este periódico en 2007 y pasó por varias secciones del diario hasta incorporarse al área de Cultura. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.

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