“En la Dominicana no se vive de la poesía”
El banquero recibe el Premio Casa de América por sus poemas sobre el mar
José Mármol (Santo Domingo, 1960) tiene un singular perfil profesional, forjado a medias por sus 20 años de trayectoria en el sector bancario —lo que define como “su trabajo civil”— y una vocación que descubrió cuando tenía solo cinco años: la poesía. “Yo hago todos los días un trabajo muy distinto a la literatura”, explica con una sonrisa en los jardines del Palacio de Linares. “Pero es que en nuestros países no se suele vivir de la poesía”.
Mármol ha recalado en Madrid para recibir el XII Premio Casa de América de Poesía Americana -el primer dominicano en ser premiado-, que obtuvo por su libro Lenguaje del mar. “El mismísimo, eso sí / El inmenso e irrepetible / El mar lanzado en vuelo”, reza el poema que da título a la obra. “El mar ha sido objeto de la poesía desde tiempos de Homero”, apunta.
Uno de los primeros sitios a los que acudió nada más pisar España fue una librería. “En una de ellas descubrí la poesía”, cuenta mientras unta en su tostada un poco de mantequilla. Aunque Mármol nació en la capital dominicana, Santo Domingo, de muy pequeño su familia se mudó al interior del país, a Ciudad de la Vega. Y allí, entre juegos infantiles, fue donde comenzó a descubrir la sensibilidad artística. Enumera, orgulloso, los tres primeros libros que compró en su vida: Las eglógas, de Garcilaso de la Vega; Don Juan Tenorio, de José Zorrilla, y Cantos de vida y esperanza, de Rubén Darío.
El banquero recibe el Premio Casa América por un libro de poemas sobre el mar
Entre la rutina de la oficina, Mármol ha conseguido mantener con disciplina su afición artística. Ha publicado una veintena de libros. Es curioso mirar su cuenta de Twitter, donde intercambia mensajes con otros artistas y al mismo tiempo comparte noticias financieras. Antes de entrar a trabajar en un banco, Mármol desempeñaba labores académicas —“era profundamente feliz”, dice—. Ahora es el vicepresidente de Relaciones Públicas y Comunicaciones en el Banco Popular Dominicano. Pero no pierde entusiasmo cuando describe su trabajo “civil”. Reconoce que los bancos no gozan de mucha popularidad en los tiempos que corren. “Lo que hemos atestiguado es una profunda falta de ética”, menciona.
Recuerda que la mañana que recibió la noticia de que había ganado el premio, lo primero que pensó es que era una llamada de su secretaria. “Estábamos desayunando [está casado y tiene dos hijos de 25 y 26 años] y tomé el teléfono sin esperar la noticia. Fue una sorpresa muy grata”, comenta con una sonrisa.
Mármol sonríe, mucho, durante toda la charla. El único momento en que asoma algo de nostalgia es cuando habla del mar. “Fuente de vida y de riqueza, pero también de muerte y pobreza”. Recuerda los cientos de dominicanos que mueren en pateras intentando llegar a Puerto Rico para buscar una vida mejor. “Lo que hago en este libro es recoger esas impresiones que tienen que ver con esas distintas facetas de mar. Y yo soy isleño”, recuerda. “Bueno, medio isleño, pues La Española es compartida por las naciones dominicana y haitiana. La insularidad te imprime una forma de ver el mundo”. Espera que se conozca que en su isla, su “media isla” hay más que ron, azúcar, cacao y turismo. También hay poesía. “Y la poesía siempre sobrevive”, concluye.
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