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Tribuna
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Proteger el capital humano

Por primera vez hay paro en la especialidad de cirugía cardiovascular

La cirugía cardiovascular española ha evolucionado enormemente en la última década. Gracias a la continua incorporación de nuevas tecnologías, a la formación constante de los profesionales en ellas, y a la experiencia acumulada en las cerca de 300.000 intervenciones quirúrgicas practicadas en nuestro país en estos diez años, algunas operaciones que en el pasado presentaban un riesgo muy elevado, hoy se desarrollan con índices de supervivencia muy satisfactorios. Tal es el caso por ejemplo de la cirugía de cardiopatías congénitas en niños, cuyo éxito desde los 80 nos ha generado uno de los nuevos retos que tenemos por delante: el abordaje quirúrgico de adultos con patologías congénitas del corazón que fueron intervenidos cuando eran pequeños.

Ese sólo es uno de los múltiples desafíos sobre los que estamos hablando en el XXI Congreso de la Sociedad Española de Cirugía Torácica-Cardiovascular. Hay, lógicamente, muchos más retos sobre los que vamos a hablar, como el crecimiento constante de las patologías de la válvula aórtica, directamente vinculadas al envejecimiento de la población; los resultados de la aplicación de las nuevas técnicas de implante percutáneo a los pacientes con alto riesgo para la cirugía convencional; la forma de combatir los viejos problemas asociados a la circulación extracorpórea (necesaria en la mayor parte de las intervenciones), y en general las claves para lograr una cirugía menos invasiva y con menores tasas de mortalidad y morbilidad, que, pese a la creciente complejidad de los problemas a los que se enfrenta, entre ellos el incremento de la edad de los pacientes, aumente la esperanza de vida y también la calidad de vida de éstos

Estos son algunos los retos que en la actualidad nos ocupan a los cirujanos cardiovasculares, los consustanciales a la actividad de una sociedad científica como la nuestra, orientada al avance de la especialidad y a la mejora continua de la capacitación de sus profesionales. Sin embargo, en los dos últimos años, ha aparecido sobre nuestro horizonte otra cuestión que empieza también a preocuparnos, y sobre la que nuestra sociedad científica no puede permanecer indiferente.

Las 300.000 operaciones en 10 años han dado calidad a intervenciones antes arriesgadas

Esa cuestión no es otra que el paro profesional que están provocando las erróneas políticas admisión en los programas MIR y sobre las cuales llevamos años alertando hasta ahora sin demasiado predicamento. Por primera vez en la historia de nuestra especialidad hay desempleo y es predecible que éste vaya en aumento durante los próximos años por los efectos de los recortes que se están llevando a cabo en la Sanidad. Esta situación, unida al empeoramiento de las condiciones laborales, con significativos ajustes sobre los salarios, se traduce en un deterioro general del mercado laboral, que puede llevar a muchos cirujanos válidos, sobre todo a los más jóvenes, a buscar trabajo en otros países tras su costosa formación en España.

Esa pérdida de potencial humano y profesional, además de dolorosa, sería muy difícil de reparar. En cualquier campo profesional, el capital humano es el más irremplazable, pero en el de la cirugía cardiovascular, lo resulta especialmente, y por eso desde la Sociedad Española de Cirugía Torácica-Cardiovascular debemos advertirlo y ponerlo en conocimiento de la opinión pública. No se trata de hacer reivindicaciones corporativas, se trata de avisar del deterioro que supondría para la especialidad que los cirujanos cardiovasculares españoles empezaran a irse fuera de España, atraídos por condiciones profesionales más favorables o simplemente en pos de un empleo que no encuentran tras su largo proceso de formación.

La cirugía cardiaca en España se encuentra hoy al nivel de los países con los sistemas sanitarios más avanzados del mundo, y sus profesionales gozan de un gran prestigio internacional. Además, uno de los grandes logros que la especialidad ha alcanzado en esta última década, junto al avance reseñado anteriormente en tecnologías y resultados, es conseguir un nivel de homogeneidad de los servicios públicos de cirugía cardiaca en nuestro país, que nos sitúa al nivel de los países más avanzados, en Europa y América. Hoy los pacientes pueden esperar un nivel muy similar de calidad sea quien sea su cirujano y sea cuál sea su hospital, con independencia de que, por razones de costo-eficiencia, algunas técnicas sólo se practiquen en los hospitales de referencia.

Las erróneas políticas en los programas MIR están provocando para profesional

Por eso, y para preservar el nivel de la especialidad en España, es fundamental proteger a su capital humano, evitando o reduciendo los riesgos que hoy se atisban en el horizonte. Otros de esos riesgos es la aplicación del proyecto de troncalidad en la formación sanitaria especializada, que, siendo positivo como concepto general, consideramos que puede perjudicar a nuestra especialidad, pues crea unas limitaciones muy importantes en la formación específica, que en el caso de Cirugía Cardiovascular se reduciría de los cinco años preceptivos en el programa oficial a poco más de tres. Esto se traduciría en una formación incompleta de los docentes y en un deterioro de la calidad de los profesionales. La única solución posible, en caso de aprobación del texto actual del proyecto, sería aumentar el periodo de formación un año o más. Aún sin considerar la importancia de la imposición sobre los docentes, se encarecería mucho el proceso formativo. Nuestra capacidad de atraer los mejores alumnos de MIR puede deteriorase si, a una especialidad dura y exigente y a un mercado de trabajo en situación de crisis, se añade una prolongación del periodo formativo. Finalmente, la homologación de la titulación de la especialidad española en Europa exige un periodo de dedicación docente específica mucho más largo del que actualmente se realiza. Por tanto, será muy difícil la homologación de nuestros profesionales en Europa si el texto del proyecto no se modifica.

Por último, como no podía ser de otra forma, nos preocupan también las consecuencias de la crisis sobre la inversión en tecnología y equipos y en la investigación. Hay que decir con rotundidad que hasta ahora no hemos notado limitaciones preocupantes en la inversión y uso de tecnología para la cirugía cardiaca. Pero con la misma rotundidad debemos advertir del error que supondría sería desinvertir en tecnología en una especialidad sometida a cambio constante, en la que las intervenciones que hoy se realizan resultaban impensables hace unas décadas. Porque, en nuestro campo, esa máxima de que, todo lo que no sea avanzar, es retroceder, es de absoluta aplicación. Evitemos que la situación económica que atraviesa nuestro país menoscabe una especialidad con reconocimiento internacional, que, hoy por hoy, nos sitúa al lado de los países con la sanidad más avanzada del mundo.

Miguel Josa, es presidente de la Sociedad Española de Cirugía Torácica-Cardiovascular

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