Descubierto un marcador de la eficacia de los tratamientos del cáncer colorrectal
Cada año se diagnostican unos 15.000 casos en España Una proteína predice si los fármacos van a funcionar
Saber si un tratamiento anticáncer va a funcionar es clave antes de someter a los pacientes a estos agresivos fármacos. Y si el conocimiento llega a la vez que los medicamentos al mercado, se conseguirá de ellos el mayor beneficio al menor daño. Ese es el objetivo de un trabajo dirigido por Héctor García Palmer, del Vall d’Hebron Instituto de Oncología (VHIO), que publica Nature Medicine, y destinado a un tumor especialmente agresivo, el colorrectal. Con él han trabajado Alberto Muñoz, del Instituto de Investigaciones Biomédicas Alberto Sols, Consejo Superior de Investigaciones Científicas-Universidad Autónoma de Madrid (IIB-CSIC-UAM) y otros investigadores españoles.
Cada año se diagnostican en España unos 15.000 casos de este cáncer, y muere aproximadamente la misma cantidad de personas (14.883 en 2010, según los datos del Instituto Nacional de Estadística). Esto indica la mortalidad de esta patología. “Hay claramente dos grupos, si se diagnostica precozmente, una operación y una quimioterapia general cura al 60%. Lo malo es que este tumor, como es asintomático, suele detectarse tarde. Y entonces hay poco que hacer: la supervivencia media a cinco años [el parámetro que indica si puede hablarse de curación o no] es del 5%”, añade el experto.
Palmer y su equipo están trabajando con los últimos tratamientos que se están ensayando, y ha descubierto, a la vez, por qué funcionan en unos pacientes y otros no. Los nuevos medicamentos, que serán “los primeros específicos en años”, según el médico, actúan sobre dos vías del tumor, caracterizadas por dos proteínas, llamadas PI3K y AKT. Estas mutaciones son muy frecuentes. “Aproximadamente un cuarto de las personas con cáncer colorrectal las tiene directamente alteradas, y la proporción aumenta a uno de cada dos” si se incluyen los casos en que influyen pero no son tan determinantes, dice el experto. Los medicamentos que se están ensayando con fármacos inhibidores de estas vías, con lo que se frena la reproducción del tumor. Pero en el proceso hay una interferencia, otra proteína que actúa como el malo de la película, y cuya presencia hace que los esfuerzos para combatir el cáncer con estos medicamentos no funcionen. Se llama beta-catenina.
Al identificar y medir los niveles de esta proteína se consiguen dos cosas: “Primero, evitar al paciente un tratamiento que, como todos, tiene efectos adversos”, dice Palmer. Así no solo se le evitan esos trastornos, sino que se gana tiempo para tratar con las alternativas que haya disponibles. Este papel de identificador del éxito terapéutico es lo que hace de la beta-catenina un biomarcador, una señal biológica.
Pero una vez identificada la causa del fracaso, el siguiente paso es evitarlo. Y el grupo de Palmer ya está trabajando en productos para conseguirlo. De momento, aclara el investigador, se trata de ensayos en cultivos “y en ratones a los que hemos inyectado células de personas con cáncer”. Esto quiere decir que se está en una fase muy temprana para poder neutralizar el efecto de la beta-catenina.
El futuro será un cóctel de fármacos que haga más efectivos los tratamientos
Los tiempos en estas investigaciones son cruciales para los pacientes. Palmer calcula que, si todo va bien, los medicamentos tardarán unos cinco años en estar en el mercado. E insiste en lo de que hay que esperar hasta el final de las pruebas, porque no sería la primera vez que un tratamiento se retira en el último momento porque las esperanzas puestas en él se frustran o aparecen efectos adversos que sobrepasan sus posibles ventajas.
Lógicamente, el inhibidor de la beta-catenina, que habría que dar a los pacientes en combinación con los otros para los casos en que la persona no responde a los anticancerígenos, tardará más. Hasta 8 o 10 años, según calcula el médico. Claro que él mismo indica que eso puede acelerarse si los resultados en los ensayos, que aún no han empezado en humanos, son tan buenos que así lo aconsejan. “Todo eso está por ver”, concluye.
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