El dispositivo para buscar a Marta en el río se desactiva el martes
La policía cree que aunque no se halle el cuerpo hay pruebas contra todos
Hoy se cumple un mes desde que Miguel Carcaño y Samuel Benítez confesaron a la policía haber arrojado el cuerpo de Marta del Castillo al Guadalquivir, pero sigue sin haber rastro de la joven. Durante cuatro semanas, más de 200 agentes de todas las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado se han entregado sin éxito a la búsqueda del cuerpo de la adolescente sevillana y sus responsables consideran que ya no se puede hacer más. Fuentes de la investigación aseguraron ayer que el dispositivo se desactivará el próximo martes.
A partir de la semana que viene, sólo permanecerá activo un grupo de agentes del Seprona (la unidad medioambiental de la Guardia Civil), que vigilará las márgenes del río por si el cuerpo saliera a flote. Además, la policía estará pendiente de las mareas y, cuando las circunstancias sean favorables, volverá a tirar señuelos con idéntico peso y tamaño que la joven para seguir su trayectoria por el río.
Se hará, no obstante, un último intento de búsqueda con un rastrillo de grandes dimensiones fabricado específicamente para este caso. Con él se rastreará el fondo del río en la zona más próxima al puente de Camas desde el que Miguel y Samuel, de 19 años, y el mejor Javi G., Cuco, de 15, supuestamente arrojaron el cuerpo. La policía tiene la esperanza de que esta batida permita hallar el cenicero con que el que Miguel asegura que golpeó mortalmente a Marta.
El hallazgo del cenicero es importante en la investigación porque supondría tener un arma del delito y, sobre todo, una confirmación casi irrebatible de que la versión de Miguel es cierta y la chica fue tirada al río.
No obstante, la policía no descarta que Miguel se inventara el dato del cenicero para evitar reconocer una agresión más directa. En cualquier caso, los agentes creen que el cenicero pudo ser sólo un instrumento más en el crimen. En la casa de León XIII se han encontrado muchos restos de sangre de Marta, lo que lleva a la policía a sospechar que la muerte no se produjo por un sólo golpe en la cabeza como ha contado el joven.
Si la investigación tuviera que cerrarse sin el cuerpo quedarían en el aire para siempre lagunas sobre el caso. Ante todo, porque el análisis forense permitiría saber cómo y cuándo se produjo la muerte. El cadáver repercutiría también sobre la situación procesal de los cuatro detenidos. No obstante, fuentes de la investigación aseguran que hay pruebas suficientes contra todos. En el suelo de la habitación de Miguel había trazas de fluidos corporales suyos y de Cuco.
Además, hay ADN de los jóvenes y de la víctima en una chaqueta de Miguel. Estas fuentes señalan que del que no han hallado restos es de Samuel, contra el que sólo tienen el testimonio de Miguel y Cuco y el suyo propio, aunque, al igual que el menor, se desdijo ante el juez.
Contra el hermano mayor del asesino confeso, también detenido, hay "detalles técnicos", como varias llamadas que hizo desde la casa de León XIII a una hora a la que, según todos los indicios, el cuerpo de Marta estaba en el lugar del crimen.
La novia de Miguel ratifica su versión
Por el Juzgado de Instrucción 4 de Sevilla, que investiga el crimen de Marta del Castillo, siguen pasando implicados y testigos con cuyas declaraciones se pretende arrojar luz sobre lo ocurrido el 24 de enero. Ayer le tocó a Rocío, una adolescente de 14 años que por entonces era novia de Miguel, que incluso se había mudado a la casa de la joven en Camas.
La chica había asegurado hasta ahora que se enteró de la implicación de Miguel cuando fue detenido. Pero ayer ratificó ante el juez lo que ya declaró el lunes cuando se presentó voluntariamente en la policía: que su novio le contó todo pocas horas después del crimen. La chica dice que lo ha negado "por miedo", pero que ha terminado confesando "porque no podía soportar la tensión", según fuentes del caso.
La joven declaró como testigo y no ha comparecido ante la fiscalía de Menores. Fuentes judiciales explicaron que el hecho de que tuviera conocimiento del crimen no la convierte en encubridora, porque esta situación sólo es imputable al que destruye u oculta pruebas. Además, este delito se puede imputar a mayores de 16 años y ella tiene 14.
La joven contó al juez que Miguel llegó esa noche a casa con el chándal blanco que vestía manchado de sangre. Según la chica, él mismo intentó borrar las manchas esa noche lavando la ropa en la bañera y, al día siguiente, la abuela de la chica, que también vivía con ellos, lo metió en la lavadora. La mujer ya ha declarado ante la policía como sospechosa, pero el juez no le ha imputado ningún delito. Si reconociera o hubiera evidencia de que intentó conscientemente eliminar las manchas para borrar pruebas, sí que se le podría acusar. También ha declarado la madre de la menor, quien niega haber tenido conocimiento de los hechos.
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