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¿Quieres concienciar al público sobre algo? Haz un corto

La crisis ha fomentado el auge del cortometraje, que compite con la publicidad para llegar al corazón, las tripas y las fibras sensibles de la audiencia, y sensibilizarla sobre un tema determinado.

the cowboy

Hace años que el cortometraje empezó a experimentar un auge, una subida a la primera división de los formatos cinematográficos y un mayor prestigio, gracias a los muchos festivales que a él se dedican. Pero la crisis y la publicidad lo han impulsado todavía más arriba en los últimos tiempos, en los que conseguir presupuesto para una película se ha convertido en misión imposible, y en los que la publicidad apuesta por contar historias que lleguen al corazón, en vez de decirnos, simple y llanamente, lo que tenemos que comprar.

De un tiempo a esta parte, el corto se ha convertido en el refugio de los directores de cine sin muchos recursos económicos y en la tarjeta de presentación de creadores nóveles, que quieren mostrar al mundo su talento, gastando el menor dinero posible. Luego hay que presentar el trabajo en certámenes y festivales y esperar los resultados. Si se es bueno, es posible que en algunos meses todo el mundo empiece a hablar de uno. Este fue el caso de Esteban Crespo, que empezó en esto hace diez años, creó su propia productora, Africanauan, y que un día decidió hacer un corto sobre los niños soldados. “El tema se me ocurrió cuando leí una entrevista de un hombre que de pequeño había sido forzado a combatir”, cuenta Crespo, “me impresionó mucho porque quedaba muy mal y se presentaba a sí mismo como un asesino. Me hizo pensar en el hecho de que se había hablado muy poco de las secuelas que esta experiencia deja en las personas, que confesaban que la parte más difícil no era haber tenido que matar o cometer atrocidades -en el corto alguien cuenta como a eso se acostumbra uno enseguida-, sino tener que vivir con esto el resto de sus vidas. El corto, cuyo guión escribió el propio Crespo, se rodó en Toledo, en una antigua granja de cerdos y se tituló Aquel no era yo. En 2013 ganó el Goya al Mejor Cortometraje de Ficción Español y en 2014 fue uno de los cinco trabajos nominados al Oscar en la categoría de Mejor Cortometraje. La pequeña historia sobre una cooperante española y un niño soldado en algún lugar de África, ha sido galardonada en numerosos festivales y todavía sigue cosechando éxitos. El próximo 23 de junio recibirá uno de los Premios UNICEF Comité Español 2015, que tienen como objeto reconocer el compromiso de personas e instituciones que contribuyen a cambiar la vida de los niños más vulnerables y a defender las premisas recogidas en la Convención sobre los Derechos del Niño.

Trailer Robots&Cowboys from Guillermo Cameo on Vimeo.

Según Esteban Crespo, las mayores ventajas de los cortos residen en que “son más baratos y dan más libertad a sus autores. En un largometraje hay muchos intereses de por medio, muchos intermediarios que toman decisiones, muchas presiones, ya que tiene que gustar al gran público. El cortometraje, al ser una autoproducción, solo depende de su realizador, que elige qué quiere contar y cómo. Es muy difícil que el director no haga lo que quiera en su corto”.

Guillermo Cameo Molero, es otro joven realizador español que vive actualmente en Nueva York. Su corto Robots & Cowboys ha ganado The Kids Festival y el Euro Film Festival de este año, ambos en la categoría de mejor corto de ficción para niños y mejor dirección. Guillermo trabaja como director de fotografía en la Gran Manzana, al mismo tiempo que escribe y dirige sus proyectos personales.

Las condiciones en Norteamérica no son iguales a las españolas, pero allí también es difícil abrirse paso en este mundo. Guillermo reconoce que “EEUU es incomparable a España en el tema de distribución e industria cinematográfica. El dinero aquí fluye, y en enormes cantidades, mientras que en España, con suerte, quedarán 3 ó 4 cineastas que logren aguantar antes de acabar trabajando en un supermercado. Aquí es diferente. Hay una industria muy viva, aunque son muy pocos los cortometrajes que logran distribución y ganancias. El porcentaje de cortos que recuperan o ganan dinero es muy inferior al de los largometrajes. Es decir, si grabas un corto tienes una gran probabilidad de perder dinero. Pero no importa, la producción de un corto no va dirigida a obtener ganancias económicas. Al igual que en España, hay la creencia de que un corto es una prueba, algo que enseñar para demostrar de lo que eres capaz. Los beneficios no son monetarios sino profesionales y las ayudas aquí son menores que en España, pero hay una enorme inversión privada a través de crowdfundings, que aquí funcionan a las mil maravillas”.

Guillermo, como muchos otros directores, espera, algún día, dar el salto al largometraje, “de momento me quiero enfocar en dos aspectos de la producción: guión y dirección de fotografía. Y en ambas me veo cómodo, pero también tengo claro que el objetivo no es ese. El largometraje es más idóneo para contar historias”.

Actualmente y en palabras de Ismael Martin, jefe del departamento de distribución de la ECAM, Escuela de Cine de la Comunidad de Madrid, en España se producen entre 600 y 800 cortometrajes al año, con una calidad muy por encina de la media, lo que sitúa a nuestro país como una cantera de directores de prestigio. “Uno de los embajadores de la cultura española son los cortos. En Europa somos los segundos, en calidad, después de Francia, claro que allí reciben muchas más ayudas”.

Según Ismael, la gran dificultad que entraña el corto es la distribución, que puede costar más que la producción. “Los festivales son al cortometraje lo que las salas de cine a las películas y es una de las salidas para estos formatos. Otras son la televisión y las plataformas de video on demand (VOD) en Internet. Pero actualmente los festivales, que son cada vez muy numerosos, constituyen un buen circuito para dar a conocer tu trabajo y, además, puedes recibir premios en metálico y rentabilizarlo invertido. El más prestigioso del mundo es el de Clermont- Ferrand, en Francia”.

Las dimensiones que debe tener un corto, según estipula la ley, no deben sobrepasar los 60 minutos, porque de hacerlo ya se consideraría un largometraje. Sin embargo, no hay límites en cuanto a los mínimos, lo que lo convierte en un producto idóneo para competir con los anuncios y entrar de lleno en el mundo de la publicidad, aprovechando la tendencia del branded content, que apuesta por generar contenidos vinculados a una marca. Según David Coral, presidente del Grupo BBDO&Proximity España, “está formula es tan vieja como la publicidad. En EEUU las series empezaron llamándose soap operas porque las patrocinaban marcas de detergentes. Un ejemplo más reciente es lo que hizo BMW, en los años 2001 y 2002, con The Hire, un conjunto de cortometrajes realizados por prestigiosos directores de cine para promocionar la marca. Entonces BMW no tenía dinero para invertir en medios y decidieron gastar en la producción de contenidos y luego lo publicitaron en Internet y las redes sociales. Los cortos eran tan buenos que era el público el que iba a buscarlos y no la marca la que perseguía a los consumidores, como ocurre en la publicidad clásica”.

BMW Film- The Hire – Star from Kristoff on Vimeo.

Según Coral, Red Bull es una de las compañías que más practican el branded content, ya que tiene su propia productora, Media House, que se encarga de generar contenidos entorno a los deportes de riesgo. Contenidos que también rentabiliza vendiendo a las televisiones.

“Una historia siempre conlleva una implicación emocional”, comenta David, “es más memorable y emotiva que una lista de datos, cifras o recomendaciones, que a veces utilizan los anuncios más ortodoxos. Y es especialmente indicada cuando queremos sensibilizar al público respecto a la situación o al problema de un colectivo. De ahí que muchas ONGs o fundaciones estén utilizando los cortos para concienciar al gran público sobre un tema determinado. Nuestra agencia hizo un corto para Oxfam Intermón con Miguel López Iturriaga, el autor del blog El Comidista. Lo llevamos a Burkina Faso y enseñamos el impacto positivo que tiene el cultivo de los alimentos en las comunidades, en un corto titulado Alimentos con poder, en el que explicaba como el arroz puede enseñar a leer o los mangos pueden luchar por los derechos de las mujeres”.

La consejería de Educación de Medioambiente y Ordenación del Territorio de la Comunidad de Madrid encargó el año pasado a la ECAM la elaboración de unos cortometrajes para fomentar la sensibilización medioambiental del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama. Según Ismael Martín, “fueron producidos, realizados y dirigidos por alumnos de la escuela y contamos con actores conocidos como Michelle Jenner o Juan José Ballesta”.  

México eligió también este formato cinematográfico para denunciar las diferentes formas de violencia en una campaña llamada México aprende a decir basta, en la que cuatro directores contaron pequeñas historias. Entre ellas sobresalen Heridas, el corto dirigido por Álvaro Curiel, que trata el tema de la violencia de género a través de los ojos de un niño, y El sándwich de Mariana, sobre el bulling, un tema de candente y que Cuarón retrata poderosamente, como el último eslabón de una cadena de violencia que va de mayores a pequeños.

En un mundo donde nadie tiene mucho tiempo para nada, las historias breves e impactantes se abren paso como el camino más corto para llegar a nuestras tripas, neuronas y fibras sensibles, con diversos fines. Y hay toda una cantera de realizadores especializados en el pequeño formato. En palabras de Ismael Martín, “ los hermanos Esteban Alende –con títulos como El orden de las cosas-; Juan Gautier o Roberto Bueso. Y fuera de España debemos estar atentos a los trabajos del argentino Manuel Abramovich –autor del impactante corto La Reina, sobre una niña que debe soportar un pesado tocado durante la celebración de un carnaval– o del holandés Guido Hendrix”.

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