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Por qué el culo de las celebrities sí, pero la educación sexual no

En las redes sociales se censuran contenidos que pretenden educar. Hablamos con una activista que lidera una campaña en contra de prohibir una información que es básica para la juventud.

cover censura contenidos educación sexual en redes sociales

¿Qué eslogan elegiría para fomentar el sexo seguro? “Use condones” o, por ejemplo, “Ten algo que contar a tus nietos cuando seas mayor. Preservativos X. Todo lo bueno del sexo sin ninguno de sus riesgos”. El segundo parece más positivo, prometedor y explica la razón por la que hay que adoptar precauciones; mientras que el primero es impersonal, aséptico y autoritario. Twitter, sin embargo, no pensaría lo mismo. Permitiría el número uno, pero censuraría el dos, ya que en éste aparece la palabra sexo, y una de las normas de la red social es prohibir la promoción de productos o servicios sexuales. Las campañas de educación están permitidas, siempre y cuando no tengan contenidos sexuales. Es decir, se puede hablar de sexo seguro, siempre y cuando no se hable de sexo. Algo realmente difícil, créanme, y lo digo por experiencia.

Como cuenta un artículo del diario The Atlantic titulado When social-media companies censor sex education, Bedsider, una asociación que promueve la educación sexual en EEUU, lanzó una campaña hace tres años para prevenir los embarazos no deseados en adolescentes, que incluían tweets como éste: “El 98% de las mujeres ha utilizado algún anticonceptivo. ¿No eres ninguna de ellas? Tal vez ha llegado la hora de poner al día tu vida sexual”, lo que le valió el bloqueo de su cuenta en Twitter, al haber violado sus normas. Bedsider tuvo también otro encontronazo con Facebook, cuando tituló un artículo como Six things you should know about your well-woman visit (Seis cosas que debes saber cuando te haces tu revisión ginecológica) con el eslogan añadido de You’re so sexy when you are well (Eres tan sexy cuando estás bien). Inmediatamente el post fue borrado y la red social envió un mensaje a Bedsider explicando el motivo: “Había violado las normas de publicidad de Facebook, ya que contenía un lenguaje profano, vulgar y amenazador, que generaba un alto porcentaje de comentarios negativos”.

Pero, sin duda, el episodio más divertido en esta breve historia de la censura de los contenidos de educación sexual por parte de las redes sociales que cuenta es el de una organización que vendía kits educativos sobre la anticoncepción utilizando Google Checkout. Un día recibió un aviso del gigante de Internet, que le decía que ya no podía seguir vendiendo este material al contener juguetes sexuales. El ‘juguete’ en cuestión era un pene de madera que se utilizaba como modelo para enseñar a colocar correctamente un preservativo. La organización tuvo que explicar que no se trataba de un vibrador, es más, jamás debía utilizarse este tipo de objetos para la penetración porque podían tener astillas o asperezas y causar daños. De nada sirvieron estas explicaciones, la red social retiró los kits.

Actualmente circula en Internet una campaña para que estos anacronismos no vuelvan a suceder, en un mundo en el que los vídeos porno están al alcance de cualquiera que entre en la red y conteste afirmativamente a la pregunta de si se es mayor de edad. La petición, lanzada en change.org, lleva por título Stop censoring sexual health information y la ha iniciado Amber Madison, psicóloga, terapeuta sexual y autora de libros de sexo, que vive en Nueva York y que firma el artículo de The Atlantic. La finalidad de la misma es, según cuenta Madison a S Moda: “conseguir que las redes sociales más usadas en EEUU –Facebook, Twitter, Pinterest, YouTube, Yahoo y Google-– se presten a un diálogo con los educadores sexuales y que se establezcan términos que permitan difundir los mensajes sobre salud sexual que provienen de organizaciones respetables”. Amber sostiene que el 89% de los adolescentes norteamericanos identifica a Internet como la primera fuente de información sobre sexualidad, por lo que cree que “precisamente por eso, es todavía más urgente que los gigantes de las redes sociales permitan que los mensajes sobre salud sexual entren, ya que si las asociaciones que promueven este tipo de información no pueden anunciarse, los chicos acabarán aprendiendo sobre sexo en los lugares equivocados”.

Una vez más, el tema de la educación sexual sigue siendo tabú en una sociedad que utiliza la idea del sexo para vender desde coches a películas, partiendo de la teoría de que los adolescentes inocentes pasarán, de la noche a la mañana, a convertirse en consumidores adultos y sexualmente maduros por arte de magia o gracias a la ciencia infusa, pero sin necesidad de ningún tipo de instrucción. Según Amber, “en EEUU la gente es muy conservadora respecto a la idea de hablar de sexo. El miedo, yo creo, proviene de la idea de que cuanto más le hablemos a los adolescentes de sexo, más propensos serán a llevarlo a cabo y a ser más promiscuos. Pero los estudios demuestran que no es así. Al contrario, la información que se les proporciona a los jóvenes sobre sexo seguro y sexualidad les ayuda a elegir mejor. Entre los profesionales de la salud está ya ampliamente aceptada la idea de que la mejor manera de hablar de sexo es como una saludable parte de nuestro desarrollo. Pero, de nuevo, surgen aquellos que temen que, si no se subrayan los aspectos negativos, los chicos se lanzarán a hacerlo sin ningún control. La realidad es que los adolescentes van a tener relaciones sexuales, tanto si les proporcionamos información como si no, pero más información significa tomar mejores decisiones”.

La portada de Paper Magazine con Kim Kardashian que ‘rompió’ internet.

El sexo seguro es una idea que hay que vender y, como todo lo que se lanza al mercado, debe estar envuelto en un atractivo paquete y prometer innumerables beneficios y placeres a sus consumidores. ¿Esperan las redes sociales que anunciemos el sexo –con todo su potencial de atracción– de forma aséptica, como quien publicita una pomada para las hemorroides o unas compresas para la incontinencia?

Francisca Molero, sexóloga, ginecóloga, directora del Institut Clinic de Sexología de Barcelona y directora del Instituto Iberoamericano de Sexología, asesora, además, a jóvenes en un centro de planificación familiar en Sant Andreu de la Barca (Barcelona). Molero es de las que opinan que una de las asignaturas pendientes es hacer atractivo el sexo seguro. “Hemos pasado de una educación represora a una higienista”, comenta esta sexóloga, “en la que ponemos el énfasis en los aspectos negativos del sexo, en la prevención de riesgos y en dar mensajes tipo ‘si haces esto, te quedarás embarazada’. Sin embargo a los humanos nos tienta más todo lo que tenga que ver con la trasgresión. Este tipo de educación lo que ha hecho es que la idea que tienen los jóvenes del sexo seguro es que con él se pierde placer, espontaneidad, diversión; por lo que es muy probable que si los miembros de una pareja se atraen mucho, están muy enamorados y tienen muchas ganas de mantener relaciones, la forma de trasgresión más directa sea la de no usar preservativo”.

Una de las razones que Amber Madison esgrime en su campaña es la de que EEUU tiene unos de los porcentajes más altos de embarazos en adolescentes y crímenes sexuales de los países industrializados. Según Francisca Molero, “algunas enfermedades de trasmisión sexual como la clamidia, sífilis o gonorrea han aumentado en los últimos años”. En su consulta, en el centro de planificación familiar, observa la conducta de una generación de jóvenes que tiene acceso a todo el sexo que quiera en la red, y que está familiarizada con términos como squirt, boukaki o spanking, pero que desconoce la anatomía de sus genitales. “Es como empezar la casa por el tejado”, comenta Molero, “tienen unas expectativas muy altas y una visión idealizada, muy estandarizada de la sexualidad. Quieren probarlo todo, pero apenas tienen experiencia en los aspectos más básicos. El aprendizaje del sexo con la pornografía crea unas conductas que pueden derivar en problemas sexuales, porque el porno se basa mucho en la penetración, falta el erotismo o la ternura y es un tipo de sexo, digamos, más robótico o mecánico. A la consulta llegan mujeres preguntando: ‘¿Cómo puedo tener sexo anal sin que me duela?’ Es como si la vida sexual estuviera estructurada por objetivos: tengo que hacer esto, aquello y lo otro; en vez de enfocarla más en tratar de disfrutar con lo que hacemos. En el otro extremo, están los perfiles más obsesivos, que son aquellos jóvenes que se centran en los aspectos negativos y peligrosos del sexo. A veces, un problema o contratiempo, como puede ser la rotura de un preservativo, desemboca en su renuncia al sexo por miedo a coger una enfermedad de trasmisión sexual”.

La política de la mayor parte de las redes sociales parece diseñada por una maquina expendedora de bebidas frías, sin ninguna capacidad para discernir entre mensajes de información sexual, pornografía, contenidos eróticos o culos, cada vez más prominentes, de celebrities. Una máquina poco inteligente que se limita a repetir con voz metálica: “Sexo no, gracias”, aunque las normas al respecto de las diferentes redes sociales son bastante ambiguas y poco claras. Según Raquel Guerra Pinto, periodista y community manager, “a grandes rasgos, compartir contenido sexual a través de las RRSS está prohibido, ya sea pornografía o desnudos gratuitos, pero al final, como todo en esta vida, este tema también tiene matices, ya que hay cierto contenido, con connotaciones sexuales, que difundirlo o no depende de los ojos del ‘censor’ que lo mire”.

A la cabeza, en la lista de la red social más puritana, sigue Facebook que, según Raquel, “lo prohíbe todo y listo –muerto el perro, se acabó la rabia-. Aunque para ser justos, todo, todo, no. Si que se pueden ver pezones masculinos, aunque no femeninos. En cuanto a mujeres, ahora ya permite fotos de madres amamantando a bebés y de pechos que muestren cicatrices de mastectomías –tal vez porque en ambos casos el pezón no se ve–. En el caso de Youtube, tiene una serie de normas bastante específicas y extensas sobre el tipo de contenido sexual que se puede publicar o no. Sí que está permitido enseñar vídeos que contengan desnudos u otro contenido sexual si el objetivo principal es educativo, documental, científico o artístico. En el caso de vídeos que no lleguen a ser pornográficos o fetichistas, pero en el que existan desnudos o conductas sugerentes, esta red puede restringirlas y para verlas tienes que ser mayor de edad y registrarte”.

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