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Philip-Lorca diCorcia, el misterio de lo cotidiano

La tensión entre apariencia y realidad constituye el vértice sobre el que gira la obra de este fotógrafo que lleva cuatro décadas retratando la vida ordinaria.

Philip-Lorca diCorcia

En las fotografías de Philip-Lorca diCorcia (Connecticut, EE UU, 1951) nada es lo que parece. Un paisaje de postal muestra resquicios de un bosque quemado y una escena aparentemente espontánea es el resultado de una meticulosa preparación. Un juego que niega la verdad absoluta. Durante un tiempo se trasladó a Nápoles con su familia; en Hustlers inmortalizó a chaperos como reacción a la epidemia del sida y la política de Reagan… Salta sin red.

El trabajo de este influyente fotógrafo que indaga en lo cotidiano puede verse ahora en la galería Hepworth Wakefield, en Yorkshire. Allí se ha reunido con S Moda, donde nos ha comentado su producción artística y ha hecho gala de una sana combinación de profundidad y socarronería.

¿Qué ve en su obra cuando la tiene delante?

No pienso en mi trabajo. No lo cuelgo en casa y tampoco lo exhibo en mi estudio. Procuro que la edad no me haga más autocrítico.

Retrato de Philip-Lorca diCorcia

D.R.

¿Qué quiso contar a través de su último trabajo, Este del Edén?

Son escenas basadas en el Génesis, principalmente en la expulsión del Paraíso, que para mí representa el fin de la inocencia. Antes de que estallase la crisis creíamos que siempre tendríamos lo que queríamos. Solo pensábamos en nuestro siguiente coche. Pronto quedó claro que eso no iba a suceder.

¿Se trata de un comentario moral sobre lo sucedido?

¿Adán y Eva fueron expulsados por débiles o porque la tentación era imposible de resistir? En parte, los engañaron.

¿Caímos en una trampa? 

Me refiero a que la manzana representa el conocimiento. El saber conlleva responsabilidad y en aquel momento ese deber fue ignorado. Señalamos a los banqueros avariciosos o a los políticos mentirosos, pero parte de la culpa también la tuvo la gente que lo quiso todo. Hay cosas demasiado buenas para ser verdad.

New York City (Bruce and Ronnie, 1982), 1983, cortesía de Sprüth Magers y David Zwirner.

D.R.

Lucky 13, su serie sobre bailarinas de striptease, está inspirada por los acontecimientos del 11 de septiembre. ¿Cómo relacionó dos temas tan dispares?

Yo vivo en Nueva York, tengo vértigo, y una de las escenas que más me impresionó de ese día fue la de la gente arrojándose desde las torres. Un tema tabú que no pude tratar durante bastante tiempo. Mi idea fue unir metafóricamente esa imagen con las strippers boca abajo en la barra, que a su vez viven en caída libre. Además, noté que el 11-S se convirtió en un fetiche, y sus víctimas, en mártires. En la mitología, Eros y Tánatos (sexo y muerte) van unidos. Todos estos factores contribuyeron.

Su libro de culto A Storybook Life continúa siendo un enigma 10 años después de su publicación.

Tiene un significado personal, aunque no siga un orden cronológico claro. La idea era provocar una experiencia similar a la de un sueño y tratar la temática de la vida perfecta o ficcionalizada. Va por la cuarta reedición, será que el público responde bien a lo doméstico.

Su colaboración con la revista W marcó un antes y un después en la historia de la fotografía de moda, y ha firmado campañas publicitarias. ¿Qué se llevó de aquellas experiencias?

Como todos los fotógrafos de moda retocan las imágenes, yo tuve que empezar a hacerlo. Contraté a un ayudante, porque no tengo ni idea de Photoshop. Eso es todo. La moda solía pagar bien, pero las revistas ya no tienen dinero y las marcas solo quieren vender bolsos. Es barato, obvio y poco apetecible. Ellos tampoco me echan de menos.

Chris, 28 years old, Los Angeles, California, $30 (1990-1992).

D.R.

Algo tuvo que influir en su manera de trabajar… 

Muy poco. Mis editoriales de moda se basaron en la serie de fotos de chaperos y usé las mismas técnicas, procedimientos y punto de vista. Es cierto, eso sí es verdad, que tuve que enfrentarme a situaciones complicadas y dirigirlas.

¿Qué piensa cuando ve a fotógrafos de moda exponiendo en algunos de los museos más importantes del mundo? 

Solo sé que prefiero ver una exposición de un buen fotógrafo de moda que la de un mal fotógrafo artístico.

Se empeña en trabajar en analógico. ¿Cómo cree que ha afectado la tecnología digital a nuestra forma de ver?

En que esas pantallas minúsculas nos están dejando ciegos a todos.

¿Cuál es su próximo proyecto?

Es una historia rara. Por equivocación, me llegó la carta de un presidiario de Texas condenado por asesinato que ofrecía sus cuentos a una editorial. Quiero publicar esas historias junto a mis fotos. En teoría son para adultos, pero me pegan para un público infantil. Van de ratones que roban comida y cosas así.

Su Adán y Eva particular Lynn and Shirley (2008), cortesía del artista, Sprüth Magers y David Zwirner.

D.R.

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