‘La familia perfecta’: así acaba Arantxa Echevarría con los estereotipos sobre las suegras
La relación entre una mujer y su nuera, interpretadas por Belén Rueda y Carolina Yuste, es el tema de la comedia navideña que estrena la ganadora del Goya a dirección novel por ‘Carmen y Lola’
Cuando Arantxa Echevarría comenzó a rodar La familia perfecta, una comedia navideña que llega ahora a los cines, se enfrentó a romper los estereotipos sobre las suegras que mandan en la ficción. Su primera película después de ganar dos premios Goya por Carmen y Lola (a mejor dirección novel y guion original) partía de un guion de Olatz Arroyo y abordaba la relación entre Lucía (interpretada por Belén Rueda), una estirada mujer de clase alta, que conoce a la pareja de su hijo único y mimado, Sara (Carolina Yuste), una joven de Usera que es una oda a las chonis. “Monster in Law [La madre del novio, con Jennifer Lopez y Jane Fonda] fue una de ellas, con la suegra que nadie aguanta. Belén puede recordar a Katharine Hepburn en Adivina quién viene esta noche. Y Meryl Streep en Big Little Lies es otro ejemplo de la suegra que nadie quiere tener”, enumera la directora.
Su desafío fue mostrar cómo esa animadversión inicial por parte de Lucía se podía convertir en amor, precisamente por el cariño que no dejaba en ningún momento de mostrarle Sara. “Le dije a Carolina que ella era feliz, adoraba a su suegra siempre, y Belén era un personaje antagonista, y jugando con eso salió perfectamente la relación entre las dos”, explica Echevarría. “Estamos en una época con mucha falta de empatía. La película va de eso, de ponerte en los zapatos de otro”, subraya. “Empezar con estereotipos es el gran error que cometemos todos. Yo hablo de eso siempre en mis pelis, de la diferencia. Lo diferente mola, los diferentes han cambiado el mundo. Tenemos miedo a lo que desconocemos, cuando te das cuenta de que el de al lado siente, padece y desea lo mismo que tú te da igual que sea pobre, rico, madre soltera o de cinco hijos, pija o choni… De pronto hay una comunicación. Quería demostrar cómo los arquetipos se rozan y se repelen por desconocimiento”, enfatiza la directora.
Esta película no es una idea original suya, como lo fue Carmen y Lola, pero asegura que combinando ambos tipos de trabajo ha encontrado un equilibrio que le permite hacer otro tipo de proyectos mientras desarrolla sus propias historias: “Como autora y guionista, cada vez que desarrollo una peli puedo estar cinco años, entre documentación, escribir el guion y rodar, son temas muy personales. Carmen y Lola es todo yo, mi experiencia vital con un colectivo, unas sensaciones y una idea. Y tras ella me ofrecieron esta opción, espectacular, divertidísima para todos los públicos. Además, fue justo antes de la pandemia, estábamos todos un poco de bajón y dije, ¿por qué no voy a hacer un blockbuster?”.
Echevarría ha querido jugar con el cine durante el rodaje. “Intenté hacer todos los días un plano de una película conocida: The Ring, Lo que el viento se llevó, Los Goonies, Dirty Dancing, El último tango en París…”. Ha querido aprovechar la oportunidad de contar con un presupuesto mayor: “Yo también quiero hacer películas de tiros, de grandes bodas con un vestuario espectacular y cosas que no son habituales en el cine de autor. Yo quiero jugar a todo. Y sobre todo me apetecía hacer una comedia, porque el año pasado fue devastador”. Además, otra de las cosas que le atrajeron del proyecto fue que “era la historia de una mujer de 50 años”. Subraya que es importante dar protagonismo a todo tipo de mujeres: “Yo tengo 53 años y mi primera película la rodé a los 50, y no me veo reflejada en las películas, son todas chicas estupendas de menos de 30, por eso quise dar más fondo, porque el cine social o indie tiene un público muy interesante, pero quería que el niño de 15 años que va al cine a ver esta comedia para todo el mundo la vea y tenga algo sobre lo que pensar”.
Ganar el Goya a dirección novel, reconoce, la puso en el punto de mira de la industria. “Hace que la gente te tenga en cuenta, dejas de ser cortometrajista y ya eres considerada directora, y tener un presupuesto tan holgado para una producción y actores como estos [además de Belén Rueda y Carolina Yuste, cuenta con Jose Coronado y Gonzalo de Castro] es un sueño hecho realidad que me permite seguir haciendo mis películas personales, que son más difíciles de financiar. Eres mujer, por lo cual no te dicen ‘te voy a dar tres millones’, eso es más posible si eres hombre”. Cree que la visión de las directoras contribuye a que se esté contando otro tipo de historias en la actualidad: “Las mujeres directoras y guionistas somos las que estamos planteando cosas ahora, llegamos a los productores y les decimos, ‘de esto no hemos hablado nunca”.
Su próximo proyecto, en el que lleva trabajando los últimos años, explorará un nuevo terreno, la vida de las segundas generaciones de mujeres orientales en España: “La rodaré en verano, es la historia de una niña de ocho años hija de los dueños de un bazar que coincide en el colegio con una niña china adoptada, y los profesores lo primero que hacen es sentarlas juntas, cuando no tienen que ver nada la una con la otra, sino que cada una envidia la vida de la otra: una quiere conocer sus orígenes y la otra celebrar su cumpleaños en el Burger King. Habla de esa segunda generación que no hace pie entre lo que trae y lo que hay”.
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