Milena Smit, Mireia Oriol y Claudia Roset, las protagonistas de ‘Alma’: “Durante el rodaje pasaron cosas un poquito extrañas”
Las tres jóvenes actrices protagonizan ‘Alma’, un ‘thriller’ sobrenatural rodado en Asturias. Nos hablan de películas de miedo, experiencias paranormales y misterios.
Un buen día, Milena Smit (Elche, 25 años) y sus compañeras de piso en Madrid sintieron una presencia en la vivienda. Todas la intuyeron. “Nos ha parecido ver varias veces como una sombra negra, muy alta. Bromeamos diciendo que tenemos un inquilino en el piso y que no paga el alquiler, un fantasma”, dice con tranquilidad mientras asegura que le “encanta todo lo que tiene que ver con lo sobrenatural, los thrillers, lo que te mantenga en tensión en el sofá”. Así es Alma (estreno en Netflix el 19 de agosto), la serie en la que Smit comparte reparto con Mireia Oriol (Argentona, 26 años) y Claudia Roset (Madrid, 22 años), un thriller sobrenatural creado por Sergio G. Sánchez, Goya por el guion de El orfanato y director de El secreto de Marrowbone. Dados los antecedentes, con solo leer el guion Smit sabía que el nudo en el estómago provocado por el miedo estaba asegurado. “Cuando vemos cine y series lo que estamos buscando es tener un viaje”, sostiene la actriz, “y estos géneros te aportan unas emociones de tensión, de suspense y de nervios que te llevan a tener la sensación de que has estado durante unas horas fuera de tu rutina. Es como si hubieras salido por un momento de tu vida, por eso creo que enganchan tanto”.
Cuando todo comenzó, en otoño de 2019, estas tres actrices que participan en Alma desconocían lo vertiginoso que era el viaje que iban a vivir, tanto en esa ficción llena de suspense como en sus vidas; cómo iban a cambiar en solo unos años sus carreras, que apenas estaban arrancando. Mireia Oriol prepara ahora un proyecto audiovisual propio, una película de la que no puede desvelar nada, pero en aquel 2019 ahora tan lejano, tras ser modelo y vivir en Londres una temporada, Oriol había comenzado a trabajar en algún corto, a hacer algo de cine y de tele. Entre unas cosas y otras, realizó las audiciones para una nueva serie que iba a ser “algo muy grande”. Pese a sus temores iniciales, convenció en el casting y se hizo con el papel de la protagonista que da nombre a la ficción. “Ha supuesto un cambio en mi vida, hay un antes y un después, a nivel personal y profesional. Me costó sentir que iba a tener la fuerza para estar ahí, en las primeras semanas del rodaje estaba muy insegura y pensaba ‘Voy a tener el síndrome del impostor máximo y me van a echar’. Al acabar, me ha costado un tiempo volver a la realidad, porque durante unos meses fue una inmersión total, mi vida entera era Alma”. El secretismo que rodea este proyecto rodado en Asturias permite revelar muy poco de la trama: unos estudiantes de instituto sufren un accidente en su viaje de fin de curso y Alma, una de las supervivientes, despierta sin saber quién es y sin recuerdos en un hospital. La niebla del puerto de La Cubilla y la naturaleza del lago Cerveriz de Somiedo o el parque de La Cebera actúan como otros personajes más, que acentúan el misterio que rodea la historia del grupo de jóvenes.
No hay verano sin misterio; películas como Scream son un clásico en los cines estivales y la fantasía y el terror son géneros que destacan en los últimos años dentro de las producciones de ficción, con fenómenos como Stranger Things, el inminente estreno de la precuela de Juego de tronos (La casa del dragón) o de la serie basada en el cómic de ciencia ficción Paper Girls, y proyectos más a largo plazo como el debut en la pequeña pantalla de Tim Burton como director de la serie sobre Miércoles Addams.
“Creo que estos géneros están teniendo tanto éxito ahora porque estamos en un periodo de transición, y eso hace que las creencias también cambien, estamos buscando respuestas en planos más místicos, porque todos sentimos que hay un misterio oculto que siempre se ha dejado un poco de lado”, reflexiona Roset, “y ahora nos atrevemos a investigarlo, o nos evadimos en ello, en estos géneros que nos sacan de la cotidianidad y nos llevan a otros mundos en los que todo es posible”. Este es su primer personaje de peso, tras pasar por series como Los favoritos de Midas o Servir y proteger. Con 14 años decidió que quería dedicarse a la interpretación, aunque en su casa “no había nadie de la farándula”; su madre es abogada y su padre biólogo. “Mi abuela sí fue actriz y cantante de ópera, escenógrafa”, precisa recordando a su referente. Cuando le llegó la oportunidad de encarnar a Deva, su personaje en Alma, estaba a punto de dejar el mundo de la actuación para dedicarse al circo. “Cada vez que me entran miedos de repente decido cosas como ‘Me voy al circo’, o ‘Voy a ser dj’. Estaba pasando la cuarentena en mi pueblo en Granada, Moraleda de Zafayona, y pensé en dejarlo todo por el circo, que había descubierto un año que tuve complicado, cuando salí del Bachillerato y no sabía muy bien por dónde meterme. En el circo encontré un espacio de creación y en el que nadie te juzga. Cada uno va a su bola, vi una libertad que nunca había experimentado antes. Y me pareció precioso”. Pero llegó Deva y, de forma inesperada, todo cambió.
Algo parecido le ocurrió a Milena Smit. Este año ha estado nominada al Goya por Madres paralelas, de Pedro Almodóvar, y en 2021 deslumbró con sus estilismos en el Festival de Venecia. Pero hace no tanto “trabajaba en un hotel muy pequeñito”, en la zona madrileña de Ópera, y no se había planteado ser actriz en serio. De esa recepción de hotel pasó, “por pura casualidad”, a rodar No matarás junto a Mario Casas y Fernando Valdivieso, y en 2021 le llegó su primera nominación al Goya, como actriz revelación, por ese papel. A partir de ese momento comenzó a encadenar proyectos. “Nunca me había planteado ser actriz ni vincularme de una forma laboral a algo creativo o artístico, solo era un hobby”. En los últimos cinco años, asegura, su profesión le ha cambiado la vida. “Antes de esto no tenía una vocación clara sobre a qué me quería dedicar. Vivía trabajando para pagarme el alquiler e intentando llenar los huecos haciendo cosas creativas esporádicamente, pero nunca pensé que pudiera llegar a vivir de lo que más me gusta”, reflexiona. Lo inesperado de lo vivido le ha provocado vértigo: “Ha sido una vorágine de situaciones a cada cual más surrealista, llega un punto en el que dejas de pensar mucho en lo que te está pasando e intentas asumir esta nueva aventura. Al principio tienes muchas inseguridades, no sabes si eres buena o sirves realmente para esto, pero he tenido la suerte de trabajar con personas que me han hecho aprender a confiar en mi trabajo y a respetarlo mucho, eso es lo que más valoro”. Alma fue la primera oportunidad que tuvo tras rodar No matarás, recuerda con cariño Smit. Fue una época de muchos castings hasta que le dijeron que sí en esta serie. “Me hizo mucha ilusión, fue el primer proyecto que tuve cuando yo ya había decidido que me quería dedicar a esto”, señala. Su personaje se llama Nico, una misteriosa nómada con parte de la cabeza rapada que vive en una caravana en la playa de San Pedro de la Ribera. “Lo que más me gusta de ella es que no sabes por dónde te va a salir, es muy misteriosa y hasta el final realmente no sabes posicionar dónde está”, explica sin poder revelar mucho más sobre la evolución de su escurridizo personaje.
Porque precisamente eso, preservar las sorpresas que encierra esta ficción para la que Sánchez ha creado una mitología propia, es esencial. El misterio fue el hilo conductor del rodaje. Aunque para crear a su personaje Oriol leyó muchos libros del neurólogo Oliver Sacks sobre los secretos de la mente y los juegos de la memoria, la actriz recuerda que en el set vivieron situaciones inexplicables aún a día de hoy. “Pensé que atraía un poco a los fantasmas. Yo era bastante escéptica, pero ahora ya no lo soy tanto”, asegura. Relata cómo un día en el que rodaban en una casona “se escuchaban ruidos dos pisos más arriba, donde no había nadie, y una vez se me calentó el agua de pronto, lo que había en la botella estaba hirviendo, pasaron cosas un poquito extrañas”.
Roset se perdió esos momentos. “Yo lo buscaba, y como lo buscaba, no me ocurría nada”, lamenta mientras apunta que “casi todo el mundo ha vivido algo que no tiene una razón lógica”. En su caso, todo tuvo lugar en su vivienda familiar de Madrid, en un parón del rodaje de Alma. “Volví a mi casa y notaba una inquietud entre las costillas, como si tuviese una puertecita que estaba abierta, llámame mística o loca, pero era así. Estaba con mi madre y mi hermano y hubo un ruido, fui a mirar y vi el suelo lleno de cristales porque habían reventado los de todos los cuadros de una pared que llevaban 22 años sin moverse. Al dormir sentía que había alguien, oía unas pisadas a mi lado. Estás alerta. Me levanté al día siguiente como si me hubieran chupado el alma. Mi tío me preguntó si tomaba LSD y yo le dije ‘Ojalá, así podría justificar esto”. Smit, apasionada de filmes de terror como Hereditary y lectora entregada de libros de brujería, opina que hay que explorar lo desconocido. “Estoy obsesionada con las brujas, siento que en otra vida debí de ser una y que me quemaron en una hoguera, porque tengo unas sensaciones, como un instinto, soy muy sensible ante ciertas cosas, me interesa mucho. Me encantaría hacer una película de brujas”. De momento no va a interpretar a una, pero tiene pendiente el estreno de dos proyectos inquietantes, Tin & Tina y La chica de nieve. “Doy el perfil para este tipo de género”, reconoce, “tez clara, rasgos marcados, la mirada. Y lo disfruto mucho”.
*Maquillaje y peluquería: Natalia Belda (Mr Pérez Management) para Dior Makeup y Sebastian Professional, y Rebeca T. Figueroa (Another Artist Agency) para Givenchy Beauty. Asistente de fotografía: Rafael Benito.
Asistente de estilismo: Belén Claver.
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