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PetiteKnit, la danesa creadora del patrón de la capota de punto que inspira a las grandes marcas

Es la gran inspiración de las ‘neotejedoras’. Con cientos de patrones para mujer, hombre y niños accesibles en una docena de idiomas, Mette Wendelboe Okkels cuenta con una comunidad de un millón de seguidores, atraídos por un estilo de vida más sosegado.

Mette Wendelboe Okkels, fundadora de PetiteKnit, con la bufanda-capota viral.
Mette Wendelboe Okkels, fundadora de PetiteKnit, con la bufanda-capota viral.

Tiene 35 años, cinco hijos y una legión de seguidores en Instagram que han hecho de su cuenta, PetiteKnit, uno de los fenómenos del mundo del punto. Mette Wendelboe Okkels es la danesa detrás de la marca que ha revolucionado el ‘tricot’con diseños minimalistas y modernos que atraen a un nuevo público, joven y sin vínculos aparentes con esta manualidad que ya no atrae únicamente a jubiladas. Es más, sus diseños y el universo que ha creado en torno a PetiteKnit han logrado conquistar incluso a la vieja guardia, que también se anima a hacer sus creaciones y a incorporar nuevas técnicas.

“Oficialmente, creé PetiteKnit en 2016, cuando empecé a darle una visión más empresarial, pero no se convirtió en mi trabajo a tiempo completo en 2018, cuando decidí convertirme en una diseñadora de punto en lugar de terminar mi último año en la facultad de medicina”, explica a S Moda la creadora, que acepta responder a nuestras preguntas por correo electrónico. Pese al éxito, Okkels mantiene un perfil bajo que, en opinión de otros especialistas del sector, es parte de la clave de su triunfo. “Lo que explica su éxito es la autenticidad”, comenta Marie-Line Cailleau, propietaria de la tienda de lanas éticas La Lainerie, en Burdeos. Cailleau se ha cruzado con ella en alguna ocasión en la H+H de Colonia, una de las principales ferias internacionales de creaciones manuales, y la describe como alguien “humilde y sencilla”, a quien “la fama llegó por casualidad”.

“Se ve en lo que comparte de su familia, su día a día… Creo que lo que hace resuena en las mujeres jóvenes de su generación. Es un estilo de vida, el hygge, el movimiento slow, un retorno a las raíces, a vivir de manera más simple. Y la coincidencia de todas esas cosas ha impulsado el regreso del punto en las jóvenes generaciones”, analiza Cailleau que la define como la “líder absoluta” del punto actual.

Un éxito sin parangón que no se podría explicar sin las redes sociales, como señala la propia creadora: “PetiteKnit no estaría donde está sin las redes sociales. No sólo es mi principal medio para dar a conocer y compartir mis patrones, sino que las redes sociales también han sido fundamentales para crear una comunidad en torno al tejido y para atraer a un segmento que sin ellas nunca habría empezado a tejer”. La prueba más evidente de ello es la serie de bufandas y pañuelos Sophie. En concreto Sophie scarf, realizada por cerca de 25.000 personas en la plataforma referente de patrones de ‘tricot’, Ravelry. En Instagram, la etiqueta #SophieScarf aglutina más de 43.000 menciones, con usuarios que comparten sus propias versiones, adaptando el color, el material y haciendo ligeras modificaciones en la forma. De hecho, marcas como COS, Mango o Ganni han creado sus propias versiones de este pañuelito de lana tringular, tejido en punto bobo y con un borde en cordón, al alcance de cualquier ‘neo-tejedora’.

“La ‘Sophie scarf’ salió en el verano de 2021. En ese momento, al menos en Dinamarca, era una tendencia ver pañuelitos pequeños de todo tipo de materiales y quise crear una versión tejida. El patrón ha tomado vida propia, sobre todo fuera de Dinamarca, pero supongo que las tendencias se retroalimentan y nadie puede decir exactamente dónde se origina”, comenta Okkels sobre el fenómeno “Sophie”. La línea sigue creciendo y estas navidades la danesa presentó una versión con capucha, que en pocas semanas ha sido compartida en redes por miles de personas.

No es el único modelo que ha creado tendencia fuera de la comunidad virtual del punto. Los diseños de cuello falso también empezaron a invadir las tiendas, en marcas como las francesas Rouje o Soeur, después de que ya fueran un fenómeno en las redes del “hazlo tú mismo”.

Marina Pérez Rodríguez (Pruvia de Llanera, 1992) es pastora de oveja Xalda en Asturias y creadora de La Flor Cerval, una marca de lana natural 100 % obtenida de esta raza autóctona, que lanzó junto a su pareja tras instalarse en la montaña de Quirós. Allí, en paralelo al nacimiento de sus tres hijos, empezó a crear sus propios diseños tejiendo para los pequeños. “Llegué a PetiteKnit a través de Pinterest hace unos años, cuando empezaba a tejer para mi primer bebé. Sus patrones son sencillos, no hay nada demasiado complicado, y me servían de inspiración”, comenta Pérez, que se sintió atraída por sus fotos y una forma de comunicar “sencilla y espontánea”. “No parece una marca con un ejército detrás, sino una persona que explora su creatividad y que es capaz de hacer de su pasión una profesión. Es admirable”, añade la asturiana.

La fundadora de PetiteKnit con un jersey de la marca.

Incluso hoy, cuando Okkels cuenta con su propia oficina, ha dado nombre a varias líneas de lana para las que elige los colores y trabaja con un grupo de mujeres, PetiteKnit conserva ese aura de calma, con paseos frente al mar y dos agujas que aparecen posadas junto a una humeante taza de café. Su vida personal apenas se cuela en su negocio: sus hijos sólo aparecen si visten sus diseños, mientras juegan en casa o si van de viaje, como el verano pasado, cuando la familia pasó unos días en Sevilla. “Verla te da ganas de tejer”, asegura Cailleau. Esta vendedora de lanas vio un renacer del interés por las actividades manuales a partir de la pandemia de Covid, que ha golpeado a todas las generaciones dando una nueva vida al punto y al ganchillo. “La gente necesitaba ocuparse, pero me parece que hay también un efecto de crisis: cuánta más inseguridad hay, más busca la gente refugiarse en cosas prácticas, simples. Necesitan agarrarse a algo, y no es por falta de dinero, porque para tejer hace falta dinero, es más el placer de hacer. Yo estoy muy contenta con el éxito de PetiteKnit, aquí funciona muy bien”, dice la francesa. Tras responder a las preguntas, Cailleau atiende a una clienta que pregunta precisamente por el patrón de “Cloud Blouse” de PetiteKnit. Lo compró en este negocio donde también venden los accesorios de la marca, como estuches para agujas y bolsas de tela.

Okkels también sitúa en 2020, el año de la pandemia, el renacer de la pasión por el punto en los países nórdicos. “Mucha gente empezó a tejer y ahora parece que casi todo el mundo teje, no está limitado a ciertas personas. Creo que va bien con los tiempos y la necesidad de parar: es un contrapeso a la agitación de de la vida moderna y la necesidad de acercarse a la materia y trabajar con las manos”, defiende la diseñadora. Pese al fenómeno, Okkels continúa con su vida sin que el éxito se le haya subido a la cabeza, y asegura que seguiría creando nuevos diseños aunque la acogida fuera menor. “Lo que realmente me motiva es la creación y sumergirme en el proceso. Sigo implicada en cada etapa del desarrollo del negocio”, dice. “No diré que no he tenido algo de suerte -además de instinto en elegir el buen momento-, pero si PetiteKnit está donde está es sobre todo por el trabajo duro y la dedicación”.

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