Dries van Noten anuncia su retirada por sorpresa: “En la moda hay que ser paciente”
El diseñador ha decidido echarse a un lado para que sean otros los que se ocupen de su legado. Hace unas semanas charlamos con él sobre su visión única de esta industria en la que podría ser una de sus últimas entrevistas antes de su retirada
Cuando se realizó esta entrevista en la Navidad de 2023 (para el número de S Moda que llega a los quioscos este sábado), el creador belga Dries van Noten aún no estaba preparado para anunciar su retirada gradual (de hecho, una de las preguntas apunta directamente a su retirada). Lo ha hecho hoy a través de un comunicado en exclusiva con la revista Women’s wear daily, en la que ha confirmado que el diseñador que le sucederá se sabrá a su debido tiempo. “Creo que es el momento de dejar espacio a las nuevas generaciones”, ha declarado. Según él mismo, presentará su última colección en Junio, durante la semana de la moda masculina de París, pero no se irá del todo de la marca que fundó hace cuatro décadas. Posteriormente, en una carta en primera persona enviada a los medios, Dries confiesa que se mantendrá involucrado en la firma de la que sigue siendo CEO, aunque la colección femenina del próximo septiembre ya la realizará su joven equipo de diseño. “En los ochenta mi sueño era tener una voz en la moda (...) ahora llevo un rato preparándome para este momento, es la hora de dejar espacio a los nuevos talentos”, escribe el belga.
A continuación, la entrevista concedida por el creador a esta publicación en la que podría ser una de sus últimas antes de su retirada.
¿Por qué a todo el mundo le gusta Dries van Noten (Amberes, 1958)? Él dice que no tiene ninguna fórmula para el éxito, pero es consciente de que lleva casi 40 años siendo la excepción en todo, no solo en el hecho de ser el único que pone de acuerdo a clientes, críticos y aficionados. No viste a influencers, no se apoya en las celebridades para vender (Catherine Deneuve, sentada en su último desfile el pasado febrero, es clienta habitual, no embajadora de la casa) y, por encima de todo, no diseña nada que no vaya a fabricarse y a estar en uno de sus puntos de venta, algo que puede parecer lógico pero que en esta industria no lo es tanto. “Para mí lo más importante es que lo que hago se pueda llevar, aunque sea ropa llamativa con estampados y colores fuertes. Lo más importante es que forme parte del carácter de quien la lleva”, explica vía Zoom.
El belga, metódico en todos los aspectos de su vida (en su tiempo de ocio se relaja cuidando cada detalle de su enorme jardín), se disculpa porque llega dos minutos tarde a la cita. Ha tenido una reunión sobre bolsos que le ha llevado más tiempo del estimado. Otra excepción: es una de las poquísimas marcas famosas que vende más ropa que accesorios, tal vez porque sus precios no son los desorbitados de algunos de sus competidores, pese a fabricar sus propios tejidos. No subir los precios en un sistema en el que cada vez es más caro producir con materias primas de calidad fue uno de los motivos por los que Dries van Noten decidió vender en 2018 una participación mayoritaria al grupo Puig después de más de 30 años de absoluta independencia: “Los precios tienen que reflejar el tipo de prenda que estás mirando. No me gustaría tener que poner una camiseta al precio de un vestido bordado a mano durante muchas horas”. Además de la economía de escala, es decir, de tener un músculo empresarial detrás para controlar costes, los otros motivos fueron expandir la marca en Asia, reforzar el canal digital, lanzar una línea de cosmética y fragancias y, en definitiva, garantizar la supervivencia de la empresa a largo plazo.
Dries lleva no años, sino décadas, recibiendo ofertas de grandes holdings que ha rechazado. Si hace seis años se decidió a vender una parte fue porque la multinacional catalana aceptó sus condiciones: él mantiene el control de la gestión de las colecciones, de la comunicación y de la producción de los desfiles.
Su abuela y sus padres se dedicaban a la moda y usted lleva casi 40 años diseñando y gestionando su empresa, ¿qué le mantiene con ganas de no retirarse?
Uf, mirar atrás me hace sentir un poco viejo... lo hago por el mero placer de la creatividad. Cada temporada es un reto, porque si hay algo que odio es repetirme, pero cuando ves que todo cuadra, que ideas cosas nuevas y de repente todo encaja... ese momento es impagable, sí, eso es lo que me mantiene con ganas. Además tengo un equipo de gente muy joven. Trabajo con gente que no tiene más de 35 años: dialogar y aprender de ellos me hace sentir joven.
De hecho, durante mucho tiempo se ha mantenido ligado a la Royal Academy of Arts, la escuela donde estudió.
Sigue siendo así. Me fascina la gente joven, oírles hablar de cómo ven el mundo en que les ha tocado crecer, cómo responden a él con sus diseños. Yo tengo mi visión de persona mayor y ellos tienen la suya. Establezco con los alumnos una especie de pimpón creativo, me encanta discutir con ellos.
¿Y qué consejos suele darles?
Sobre todo, que se tomen su tiempo. Porque la paciencia no es el fuerte de las nuevas generaciones, pero en la moda hay que ser paciente, ganar toda la experiencia posible, ir despacio.
Pero se podría decir que es casi el único que se lo toma con calma en este negocio, ¿cuál es el secreto para escapar del ruido que rodea a la moda?
No hay ningún secreto. Basta con no hacer las cosas como las hace el resto. Especialmente ahora, que el ritmo lo marcan los grandes conglomerados, es más fácil encontrar formas de hacer las cosas de una manera diferente.
¿Por ejemplo?
Desde la pandemia hay mucha más gente interesada por las cosas pequeñas y sencillas. Ya no todo tiene que ser enorme, con esos megadesfiles llenos de celebridades y estrellas del pop. Creo de verdad que ahora hay mucha más gente interesada por otro tipo de moda, más pequeña, más local, más artesanal y menos ruidosa. Ahí fuera ahora hay más oportunidades para los diseñadores jóvenes.
Usted fue el primer diseñador famoso que, durante el confinamiento, escribió una carta abierta a los medios quejándose de la velocidad y el volumen de producción que maneja la moda. Muchos en aquel momento le siguieron en la reivindicación, pero ¿cree que de verdad ha cambiado algo?
La verdad es que no ha cambiado demasiado, y eso me entristece. La mayoría no aprendieron nada, ni ralentizaron esta locura ni se hicieron más sostenibles. Nosotros personalmente creo que aprendimos mucho e intentamos hacer las cosas a nuestra manera, aunque por supuesto no dictamos las normas del sistema, pero solo hacemos cuatro colecciones y cuatro desfiles al año; producimos las cantidades ajustadas a la demanda y de la forma más sostenible posible.
¿Menos hablar de sostenibilidad y más practicar la honestidad?
Exacto. Ser claro es lo más importante. Desde luego es lo que a mí me piden mis clientes. Y hay que ser honesto en todos los aspectos: en la forma que tenemos de comunicar y de producir, en la forma que tenemos de contar cómo funcionamos. Y también en los precios. En nuestras colecciones hay precios muy distintos, pero igual que tengo que poner un abrigo cosido y bordado a mano a, no sé, 2.000 euros, no puedo poner una camiseta a 1.000 porque es una camiseta. Podría hacerlo, pero no quiero, porque nuestros clientes saben cómo funcionamos.
¿Cuál es la fórmula para gustar a todo el mundo? No conozco una sola persona que no sea leal a usted.
No tengo ninguna fórmula. Yo solo pregunto a los clientes, les pregunto mucho, y busco la forma de sorprenderlos. También, como hablábamos antes, llevo tanto tiempo en esto que necesito sorprenderme un poco a mí mismo, descubrir cosas que no habíamos visto venir, probar ideas nuevas... pero no cambiar por cambiar, eso no, el cambio tiene que tener sentido, para mí y para mi público.
¿Cómo se consigue eso?
Yo siempre he diseñado como reacción a lo que me rodea. Siempre hay un par de elementos dispares que se me ocurre que pueden tener que ver con el contexto actual y juego con ellos. Intento que la ropa no solo sea bonita, intento que sea algo más, que cuente algo a través de los contrastes. Y creo que cuenta algo porque la mayoría de nuestros clientes la coleccionan y se la ponen después de mucho tiempo.
¿Qué dos elementos ha mezclado en la última colección?
No quería caer en lo del lujo silencioso y todas esas ideas que rozan lo aburrido, pero pensé que sería interesante coger elementos básicos y jugar con los matices, sin cambiar las siluetas. Todo parecen prendas básicas que puedes llevar en cualquier momento, pero a la vez tienen detalles, colores o combinaciones que las hacen diferentes. Buscaba eso, mezclar lo conocido, lo familiar, con lo original y que a la vez que fuera llevable. Como los chefs cuando añaden uno o dos ingredientes a recetas de toda la vida y las cambian por completo.
Lleva a sus espaldas más de 100 desfiles, y siempre hechos con mucho menos presupuesto que otras grandes marcas, ¿por qué es tan importante para usted desfilar?
Porque como no hemos querido nunca hacer publicidad, los desfiles son la única forma de comunicar lo que hacemos. De hecho para mí son la herramienta de comunicación perfecta. Me encanta hacer desfiles, porque es cuando me doy cuenta de que todo lo que llevamos haciendo durante seis meses encaja. No es solo la ropa; es la luz, es el maquillaje, el casting, el modo en que caminan las modelos... Durante la pandemia hicimos sesiones de fotos y aquel vídeo con bailarines, fue un reto, y creo que salió bien porque supo transmitir emoción, pero el desfile, esa imagen total, me permite imaginar cómo cobra vida la colección en las personas, aunque sé que luego nadie quiere parecer una modelo en la pasarela y cada uno lo lleva a su manera.
Usted siempre ha defendido que su ropa está para ser vivida, que la estética no la crea usted sino los clientes...
Porque los que compran mi ropa la integran en su armario y la llevan con otras prendas distintas, le dan vida propia y le dan emoción propia. La llevan después de muchos años. No quieren parecer copias de nadie.
Habla con sus clientes, hace desfiles íntimos y fomenta un tipo de cercanía poco común en marcas como la suya, ¿cree que en estos tiempos esa cercanía es clave?
No lo sé, pero a mí me interesa la moda porque transmite emociones. No me dan miedo las emociones, al contrario. Yo sé que muchos piensan que la moda, para ser deseable, tiene que ser distante, mostrarse de una forma más fría. Para mí no es así. Yo siento emoción diseñando, siento emoción en el backstage antes del desfile, cuando llegan los invitados... y creo que mi herramienta es poder transmitir con mi trabajo lo que siento, que a veces puede ser algo más placentero y a veces algo más dramático, pero ¿por qué no transmitirlo todo?.
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