Cómo ‘La reina del flow’, una telenovela colombiana sobre reggaetón, se ha convertido en un fenómeno global
La serie colombiana se posiciona como lo más visto de Netflix en una veintena de países y vuelve a poner de moda el género de la telenovela entre aquellos que no crecieron con él.
No cuenta con el factor sorpresa de la exótica El juego del calamar. Tampoco con el respaldo chovinista de La casa papel o la fanaticada ruidosa de Dark, The Witcher o Lupin. Por no hablar, claro está, de la ausencia de halo de producción prestigiosa, de autor, con aspiraciones a pisar alfombra roja como The Crown o Gambito de dama. Son varios los motivos que pueden explicar el silencio mediático que rodea al último gran éxito de Netflix, La reina del flow, un fenómeno de audiencia que en los países de habla hispana rivaliza de tú a tú en cuanto a número de espectadores con cualquiera de las mencionadas y que ha vencido a estrellas como Dwayne Johnson o Gal Gadot en la batalla por convertirse en ficción protagonista del otoño en nuestras pantallas. El monopolio del perreo ya no solo se escucha, ahora también se ve.
Para sorpresa de la propia Netflix, que ni siquiera publicitó en los medios la llegada de la segunda temporada de la ficción a su catálogo, esta telenovela colombiana se ha convertido en lo más visto de la plataforma, no solo en España sino también en una veintena de países. Además de colarse entre las tres series de mayor éxito en las listas de mercados como Estados Unidos, Francia e Italia, La reina del flow se erige como la segunda serie de habla no inglesa más importante a nivel internacional. Y el boca a boca solo está emergiendo. La serie narra la historia de Yeimy Montoya, una joven cantante colombiana que es encarcelada por un crimen que no cometió. Cuando abandona la cárcel, 17 años después, Yeimy (ahora con ecos de Jennifer Lopez) cambia de identidad para vengarse de Charly Flow (una mezcla de Maluma y Camilo), el hombre que la traicionó y que se ha convertido en una estrella del reggaetón aprovechándose de su libreto de canciones.
“Yo veía telenovelas de pequeña con mi abuela en verano, pero hacía mucho tiempo que no consumía este tipo de contenido. Con toda la oferta que hay ahora no suelo apostar por este género, pero La reina del flow ha sabido combinar la trama de amor y pasión típica de los culebrones con el reggaetón que tan de moda está actualmente”, explica Andrea, ayudante de casting de 29 años y seguidora confesa. Aunque empezó a verla por mera curiosidad, influenciada por las múltiples recomendaciones que aparecían en su tablón de Instagram, su adicción fue tal que en menos de un mes ya se había terminado la primera temporada, compuesta por 82 episodios con una duración aproximada de 45 minutos cada uno. “Es imposible ver solo un capítulo al día”, añade la joven, “la trama es tan intensa que acabas queriendo ver más y más. Su trasfondo musical ayuda a que sea más amena y llame la atención. Al final no solo te enganchas a la historia, también a sus canciones”.
Pasiones hipertrofiadas, venganzas tan desmedidas como la ambición de sus autores y giros inverosímiles al final de cada episodio… La serie reúne los ingredientes clásicos de la tradición culebronesca –tan al día hoy gracias a las ficciones turcas–, aprovechando que sus sedientos espectadores no tienen que esperar a la sobremesa del día siguiente para aplacar sus ganas de conocer qué pasa en el próximo capítulo. “La ventaja, o desventaja, no estoy segura, es que puedes verla del tirón. A pesar de que no me había tragado una telenovela completa desde Rosalinda, aquella protagonizada por Thalía, me he enganchado a La reina del flow”, confiesa Rosa María, doctora de 32 años, que añade que también ha arrastrado a su pareja. “No va al cine si la película no es de Marvel y pocas veces nos ponemos de acuerdo cuando toca elegir serie. Pero en esta hemos coincidido. La empezó a ver conmigo con bastante escepticismo, pero luego era él quien me recordaba que teníamos capítulos pendientes”.
Su clasicismo narrativo, sumado a la apuesta por situar la trama en el contexto de la industria discográfica del reggaetón, que copa desde hace años los auriculares de su público potencial pero cuya influencia cultural todavía no se ha visto reflejada en la pantalla, supone una propuesta imposible de rechazar para todos aquellos anhelantes de disfrutar en el sofá de obras de consumo gratificante e instantáneo. Una telenovela pensada para reclutar a los hijos del streaming, todos aquellos que no pasaron las tardes de los ochenta y los noventa pegados a Cristal, Rubí, Agujetas de color de rosa, o incluso a otras algo más recientes, como Pasión de gavilanes o Betty la fea.
Como es habitual en cualquier producción que consigue destacar en la indiscriminada montaña de contenido de la plataforma, intérpretes como Carolina Ramírez, Carlos Torres o Juan Manuel Restrepo ya cuentan por varios millones sus cestas de seguidores en redes sociales y la industria musical no ha dudado a la hora de abrazar y colaborar en el éxito global de la serie. Las decenas de canciones originales que ponen banda sonora cuentan por millones sus reproducciones en las plataformas y artistas como Sebastian Yatra, Karol G, Nicky Jam, Joey Montana o Manuel Turizo han hecho cameos o interpretando temas para la ficción.
Al igual que sucediera con otras series como La casa de papel, antes de convertirse en un triunfo internacional La reina del flow se emitió en la cadena colombiana que la desarrolló, Caracol Televisión. Pese a que la primera temporada, estrenada en 2018, ya contó con el respaldo del público, ha sido el lanzamiento de la segunda –y a tenor de las declaraciones de sus responsables, última– temporada de la serie la que ha terminado de cimentar el entusiasmo de un público dispuesto a devorar los 172 episodios que la componen.
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