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Natalia Verbeke: “Tener coordinador de intimidad es un cambio importantísimo, también para los hombres, que tienen derecho a ser respetados”

Con motivo del estreno de su nueva película, el thriller Padres, una de las actrices imprescindibles del cine español reciente reflexiona sobre el machismo imperante en la sociedad, su aprensión por el encasillamiento o por qué nunca comulgó con la etiqueta de sex-symbol

Natalia Verbeke
La actriz Natalia Verbeke fotografiada con ropa de Antik Batik en el hotel Urso de Madrid.Dan Casado

Todo es distinto, pero a la vez exactamente igual. “A ver cómo te lo explico…”, se excusa Natalia Verbeke (Buenos Aires, 49 años) cuando es preguntada por su sentimiento respecto al oficio que ha alumbrado 25 años de una carrera tan prolífica como alérgica al encasillamento. Tras cavilar durante unos segundos, la actriz que saltó a la fama internacional con El hijo de la novia y a la nacional con El otro lado de la cama, encuentra la respuesta deseada. “Sigo teniendo la misma ilusión que antes cuando un proyecto me toca la tripa y los mismos nervios en los castings, pero ya no le doy la misma importancia. Ahora lo que más le pido es que haya buena gente en el proyecto y disfrutar”. Una de las películas que reúne esos condicionantes es Padres, en la que da vida junto a Fernando Cayo a una pareja de divorciados unidos a su pesar para averiguar el paradero de su hija adolescente. Un thriller estrenado en el marco del Festival de Cine de Sevilla con el que prueba su intención de que, lo de pasarlo mal, ya solo en la gran pantalla: “Esta es una profesión demasiado difícil y sacrificada como para sufrir”.

Viendo Padres me preguntaba si la sensación de suspense que transmite sería la misma si, en vez de ser una chica adolescente la extraviada, hubiera sido un chico. ¿Ha normalizado la mitad de la población vivir en alerta?

Las mujeres vivimos en alerta desde que nacemos por el machismo imperante que siempre ha estado presente en nuestra vida. Claro que cuando un hombre anda por un callejón va más tranquilo que una mujer, pero en este caso, y como madre, te digo que la preocupación y el sufrimiento hubiera sido el mismo. A la hora de trabajar el personaje no me ha importado que fuera hijo o hija.

¿La maternidad te ha hecho sentir alguna conexión especial con tu personaje?

También habría podido interpretarlo sin serlo, pero está claro que siendo madre hay algo que te toca de otra manera. Cuando eres madre lo ves todo desde otro lugar, desde otra perspectiva. Es un punto de no retorno. Tu vida pasa a un segundo plano, la prioridad es el niño y se priorizan otras cosas, es inevitable. Y es de agradecer para que el ombligo tampoco te crezca demasiado. Te pone en tu sitio.

¿Has sentido, como otras compañeras tuyas, presión por parte de la prensa sobre por qué no habías sido madre antes o después?

A ver… (suspira) Mi hija no tenía ni dos horas de vida y ya me estaban preguntando que para cuándo otro. Lo he vivido más como una absurdez que como una presión. Perdóname, pero las personas que hacen este tipo de preguntas, que no son ni periodistas la mayoría en realidad, me parecen imbéciles. ¡Cuántas tonterías y estupideces se nos preguntan a las mujeres!

De ti siempre se reseña tu versatilidad, apostando por géneros muy distintos durante estos años. Intuyo que es una decisión deliberada…

Sí, mi carrera tiene mucho que ver con los noes que he dicho para no encasillarme. Puedo robarle a Nuria Espert la frase que he leído hoy en El País, cuando dice que ella “ha sido muy valiente porque ha tenido mucho miedo”. Yo tengo miedo a todo, pero me atrevo y lo hago. He intentado no repetirme y lanzarme a cosas nuevas incluso sin saber si podría ser capaz de hacerlo.

¿Y cuál es el precio que has pagado por decir ‘no’? ¿Tendrías más taquillazos, serías más rica…?

Eso desde luego. Y esa incertidumbre que sientes cuando no trabajas porque has dicho no… Pero los actores aprendemos a vivir con ello. No te quiero decir que no se sufre porque claro que sí, pero aprendemos a vivir con esa incertidumbre constante.

¿Cómo se logra una vida personal estable cuando hay tanta incertidumbre en tu trabajo?

¡Es tan difícil! Sinceramente, no sé si mi vida es estable… (ríe). Yo lo que tengo es una persona maravillosa a mí lado, superestable y con la que me compenetro muy bien probablemente porque no tiene nada que ver con esta profesión. Quieras que no, las cabezas artísticas estamos un poco más en otro mundo. Lo que sí hago es que cuando no estoy rodando o de promoción trato de tener una rutina y unos horarios disciplinados porque mi vida no lo es.

Fue Carmen Maura quien dijo que “tú tenías una cosa maravillosa: lo mismo puedes hacer de supersexy que de chacha”.

Creo que es el mayor piropo que me han echado en mi carrera y el mayor que se le puede decir a una actriz. Nosotras queremos ser creíbles por encima de todo, ser versátiles para hacer tanto de una cosa como de la otra. Carmen es una mujer maravillosa, a la que adoro y admiro muchísimo.

Esa etiqueta de ‘chica sexy’ te acompañó durante varios años en los inicios de tu carrera. Te dieron el premio al rostro más bonito del cine español, estabas en las listas de mujeres más atractivas en las revistas masculinas…

Ni lo había leído… ¿Pero quién hace esas listas?

Según la revista FHM eras una de las 30 más sexis del mundo en 2007, justo por detrás de Eva Mendes.

La verdad es que nunca me he sentido en ese lugar. Creo que cuando estás en los veintipicos y pegas el bombazo puedes siempre eres la chica guapa y sexy. No solo yo, creo que les ha pasado a todas. Con el tiempo, cuando demuestras que no eres solo eso, imagino que esa etiqueta se va quitando. Nunca me he sentido sexy, no me identifico con esa palabra. Me puedo sentir guapa, mona, simpática… pero sexy no, es algo que me han puesto desde fuera. Ni llevo escotazos, ni voy marcando… no soy sexy para nada.

En los últimos días estrellas jóvenes como Ester Expósito o Aitana han denunciado públicamente estar hartas de las críticas que reciben las mujeres en redes sociales por su físico. ¿Tú también lo has sufrido?

Las hemos sentido todas y las seguimos sintiendo. Y no solo en las redes, también en el periodismo: siempre están con que si alguien ha engordado o ha adelgazado, que si qué le pasa... Pues les pasa lo mismo que a todas, lo que dice Ester, que a veces se está más rellenita y otras más delgada, que a veces entrenas más y otras entrenas menos. Y no pasa nada. Las actrices somos humanas, no tenemos que estar perfectas.

¿Sientes que ese escrutinio es algo inherente a la industria?

No a la industria, a la vida en general. ¿Por qué en muchos colegios las niñas tienen que ir con falda y los chicos con pantalón y no se puede elegir? ¿Por qué siempre juzgamos si una niña engorda y la tripa del hombre da igual? ¿Quién tiene que hablar sobre el físico de nadie? Me parece absurdo, nunca lo he comprendido. ¿Qué me importa a mí lo que cada uno haga con su cuerpo?

¿La última ola feminista y movimientos como el #MeToo han tenido algún impacto en la industria?

Lo que yo he notado, por ejemplo, es que ahora existe una figura maravillosa que es la del coordinador de intimidad y que yo antes no conocía. Hasta mi última serie, El refugio atómico (de próximo estreno en Netflix), nunca había tenido una figura con la que se pudiera pactar libremente cómo se quieren hacer las cosas. Siempre a favor de la escena, pero con el consentimiento de todos. Es un cambio importantísimo y bueno también para los hombres, que tienen derecho a ser respetados y tomar decisiones.

¿Has echado de menos la existencia de una figura así en tu trabajo anterior?

No la he echado de menos porque no la conocía. Pero ahora que lo conozco, sí, esto tendría que haber existido siempre.

¿Alguna vez has sentido recelo a dar alguna opinión política por si eso pudiera suponer un obstáculo en tu carrera?

Soy de la opinión de que un actor está para hacer creíbles sus papeles, no para posicionarse políticamente. Cada uno es libre de expresarse y hacer lo que quiera, pero yo ni lo he necesitado ni lo he querido. No por miedo, sino porque nadie tiene que saber qué pienso o dejo de pensar, es algo que solo me pertenece a mí. Apoyo todas las causas solidarias, pero hay cosas que uno tiene que reservarse para sí mismo. Aparte, no entiendo de política, así que para hablar de lo que no sé mejor me callo.

Estos días ha sido noticia en el sector el despido del actor y profesor Juan Codina tras ser denunciado por agresiones sexuales y se une, por ejemplo, a las noticias sobre el director Carlos Vermut hace unos meses. ¿Deberían haber existido antes estos mecanismos para poder denunciar abusos de manera anónima sin jugarte tu futuro en la profesión?

Creo que cada vez existe una mayor red de seguridad y, sobre todo, que las mujeres se están atreviendo a hablar. Eso es muy importante. Yo siempre estaré del lado de la víctima y también hay que esperar a ver qué ocurre, ¿no?

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